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Impacto ambiental

Cordobesas hallaron bacterias nativas que podrían reemplazar fertilizantes químicos

Este descubrimiento se dio en el marco de una línea de investigación iniciada en 2005, que actualmente reúne a un equipo que participa en sus trabajos finales.

María Soledad Anzuay y Liliana Ludueña, microbiólogas y doctoras en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), e investigadoras del CONICET, identificaron tres cepas bacterianas nativas de Córdoba con potencial para mejorar la fertilidad del suelo y reducir el uso de fertilizantes químicos.

Este descubrimiento se dio en el marco de una línea de investigación iniciada en 2005, que actualmente reúne a cinco investigadores, dos becarios y estudiantes de distintas carreras que participan en sus trabajos finales.

María Soledad Anzuay y Liliana Ludueña, microbiólogas y doctoras en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), e investigadoras del CONICET

Las bacterias estudiadas pertenecen al grupo de las solubilizadoras de fosfato: tienen la capacidad de liberar de forma natural el fósforo presente en el suelo -que suele encontrarse en formas no disponibles para las plantas- y transformarlo en un nutriente asimilable.

Estas cepas forman parte de las denominadas bacterias promotoras del crecimiento vegetal, un conjunto de microorganismos clave para el desarrollo agrícola sustentable.

Si bien existen muchas bacterias con esta propiedad, el equipo de Río Cuarto se enfocó en microorganismos propios del suelo cordobés, específicamente de zonas productoras de maní y maíz, dos cultivos estratégicos para la provincia y particularmente sensibles a la deficiencia de fósforo.

“El 90% de la producción de maní es en Córdoba, y nuestros suelos son deficientes en fósforo, lo que le da mucha relevancia a nuestro estudio. También incorporamos el maíz que no se venía trabajando en el laboratorio, pero hace rotación con el maní y también tiene alta demanda de fosfato”, explica Anzuay a La Voz.

Bacterias con potencial para mejorar diversos cultivos

Si bien aún se requieren ensayos específicos para comprobar su eficacia en soja, las cepas bacterianas seleccionadas muestran un alto potencial para ser aplicadas no solo en ese cultivo, sino también en otros sistemas agrícolas.

El estudio partió de una colección de bacterias extraídas de suelos productivos de maní, y se abordó desde dos enfoques complementarios: una línea de investigación básica y otra aplicada.

La investigación básica se enfoca en comprender los mecanismos moleculares que permiten a estas bacterias solubilizar el fosfato. Indaga qué genes y proteínas están involucrados en este proceso, cómo se establece la interacción entre la planta y la bacteria, y por qué la planta reconoce a este microorganismo como aliado -y no como un patógeno-, entre otros aspectos clave.

“Una vez que conocemos los mecanismos básicos del proceso, podemos intentar manipularlos y hacer, por ejemplo, que esa bacteria solubilice más fosfato de lo normal o crear un producto que logre aún mejores efectos en la planta”, indicó Liliana.

La segunda línea de investigación es aplicada y busca probar en campo lo que se detecta en el laboratorio. Así observan cómo la bacteria se comporta en el suelo, sobre todo cuando está en competencia con otros microorganismos.

Cordobesas hallan bacterias que sustituirían los fertilizantes químicos en cultivos de maní y maíz

“Hacemos ensayos de campo en diferentes zonas y con diferentes combinaciones de fertilizantes. Así vemos el comportamiento de la bacteria, cuánto fósforo aportan, cuánto aumentan los rindes del cultivo y en qué dosis siguen siendo eficientes”, detalla Ludueña.

El objetivo de las microbiólogas es reemplazar, al menos parcialmente, los fertilizantes químicos y lograr que estas bacterias se inserten en el sector agrícola como bioinoculantes.

“También queremos aportar fósforo a los suelos productivos de Córdoba que son deficientes de este nutriente, algo que afecta a los cultivos. Además era fundamental buscar alternativas más amigables con el ambiente que los agroquímicos”, suma la investigadora.

Hoy son tres las cepas de la bacteria que más utilizan y de las que tienen una caracterización completa de su genoma secuencial.

“Nuestro hallazgo fue advertir que estas cepas son tan efectivas como los fertilizantes químicos. Los resultados dieron muy bien porque incluso funcionan mucho mejor que las cepas usadas comercialmente y son más económicas, reduciendo los costos del productor hasta en un 10%”, subraya Anzuay.

El próximo paso es seguir haciendo estos ensayos en superficies más extensas de suelo y escalar el proyecto para que más productores sepan sobre esta alternativa de bioinoculantes. Para ello, apuestan a que se origine un vínculo con empresas a través de alguna colaboración o convenio con Conicet.

“En la universidad no contamos con biorreactores para hacer los ensayos más extensivos y llevarlos a un próximo nivel, pero una empresa podría escalarlo de forma industrial. Los ensayos en campo requieren de una maquinaria para sembrar y cosechar”, acota Ludueña.

Mientras tanto, las investigadoras hoy usan campos experimentales de la UNRC y los de algunos productores que acceden a cederlos para prueba. Para esto, su enlace con profesionales de agronomía es clave.

Fecha de publicación: 10/06, 9:28 am