Cómo la dieta potencia el daño intestinal por nanoplásticos
Un estudio experimental reveló que la alimentación juega un rol clave en el impacto de los nanoplásticos, con efectos diferenciados según los hábitos dietarios.
Un estudio científico advirtió que la exposición a nanoplásticos de poliestireno, incluso en dosis bajas y en ausencia de aditivos químicos, puede afectar la salud digestiva y hepática en ratones. Los resultados muestran que los efectos varían según el tipo de dieta, lo que indica que la alimentación cumple un rol clave en la forma en que el organismo responde a estos contaminantes emergentes.

La investigación fue realizada por un equipo interdisciplinario de químicos y toxicólogos de la Universidad de Lille, la Universidad París-Saclay y otras instituciones. Con el objetivo de evaluar el impacto específico de los nanoplásticos, los científicos desarrollaron en laboratorio partículas de poliestireno puras, sin aditivos, mediante un proceso controlado. Estas partículas, de tamaño inferior a un micrómetro, fueron marcadas con oro para permitir su localización y medición en los tejidos de los animales.
Cómo se diseñó el estudio y qué evaluaron los investigadores
Durante un período de 90 días, los ratones consumieron agua con tres concentraciones distintas de nanoplásticos -0,1, 1 y 10 miligramos por kilogramo de peso corporal por día-. Al mismo tiempo, los animales se dividieron en dos grupos alimentarios: uno con dieta estándar y otro con una dieta de tipo occidental, rica en grasas y azúcares. Al finalizar la exposición, los investigadores analizaron los efectos producidos en el intestino y el hígado.
Cabe recordar que, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, los microplásticos son fragmentos con un tamaño inferior a 5 milímetros, mientras que los nanoplásticos corresponden a partículas menores a 1 micra, es decir, mil veces más pequeñas que un milímetro.
Dieta, nanoplásticos y salud: efectos diferenciados en intestino y hígado

Los resultados del estudio mostraron que la integridad de la barrera intestinal se vio afectada por la exposición a nanoplásticos, con un impacto más pronunciado en los ratones alimentados con una dieta occidental. En cambio, las alteraciones en la microbiota intestinal fueron más evidentes en los animales que siguieron una dieta estándar.
A nivel hepático, los nanoplásticos provocaron modificaciones en el metabolismo de las grasas en todos los grupos, independientemente del tipo de alimentación. No obstante, la intolerancia a la glucosa resultó más severa en los ratones sometidos a la dieta occidental. Estos efectos se observaron aun cuando las partículas no lograron atravesar la barrera intestinal y se asociaron, además, con un aumento de la masa muscular en los animales expuestos.
El trabajo destaca que los impactos de los nanoplásticos están fuertemente condicionados por la dieta y que incluso exposiciones bajas, sin la presencia de aditivos químicos, pueden alterar funciones esenciales del sistema digestivo y del hígado. Las diferencias registradas entre los distintos patrones alimentarios refuerzan la relevancia de los hábitos de consumo en la respuesta del organismo frente a estos contaminantes.
Los autores advierten que los nanoplásticos representan un problema emergente de salud global, cuyo alcance toxicológico aún no se comprende en su totalidad, especialmente en poblaciones más vulnerables a los estresores ambientales. Señalan, además, que buena parte de los estudios previos se basaron en partículas comerciales con aditivos, lo que dificulta aislar los efectos propios del polímero de los provocados por otras sustancias presentes en los plásticos.
La investigación también pone el foco en la creciente preocupación por la contaminación plástica, impulsada por el aumento sostenido de la producción mundial y la consecuente dispersión de partículas de todos los tamaños, incluidos los nanoplásticos. La exposición humana se considera prácticamente inevitable, principalmente a través de la ingestión de agua potable y alimentos envasados. En ese contexto, el intestino, como primer punto de contacto con los nanoplásticos ingeridos, emerge como un órgano clave para evaluar los riesgos potenciales.
La evidencia acumulada sugiere que los nanoplásticos pueden inducir toxicidad intestinal y hepática, lo que abre interrogantes sobre sus efectos a largo plazo en la salud humana. Personas con trastornos metabólicos o dietas desequilibradas podrían presentar una mayor susceptibilidad. En ese sentido, el estudio contribuye a caracterizar con mayor precisión el impacto de los nanoplásticos en su forma particulada, tanto en individuos sanos como en aquellos con mayor riesgo, y refuerza el vínculo entre los desafíos ambientales y la salud pública.
La detección de nanoplásticos en bebidas y su migración desde envases en contacto con alimentos refuerzan la importancia de la vía oral como principal forma de exposición, ubicando al sistema digestivo en la primera línea frente a este tipo de contaminación.















