5 cosas que tenés que saber antes de comprar un auto eléctrico en Argentina
El mercado de autos eléctricos crece en el país y cada vez más conductores evalúan dar el salto. Antes de elegir marca, modelo y tecnología, conviene conocer los factores clave que van a determinar la compra.
La decisión de comprar un auto eléctrico en Argentina ya no es una pregunta de futuro, sino del presente. Si bien los precios todavía son más altos que los de un vehículo a combustión, la oferta empieza a diversificarse y el Gobierno impulsa medidas para facilitar el acceso, como la quita de aranceles a la importación.
Frente a este escenario, es importante que el comprador no se quede solo con la ficha técnica de un modelo, sino que analice cómo esa tecnología se ajusta a sus recorridos diarios, a las posibilidades de carga en su hogar y a su presupuesto. Estos son los cinco aspectos centrales que conviene revisar antes de tomar una decisión.
1. Valor de compra, garantía y servicio postventa: el primer filtro
El precio inicial es la primera barrera. En promedio, un auto eléctrico cuesta más que un vehículo convencional de su segmento, por lo que conviene comparar modelos dentro de la gama disponible en el país.
A la vez, la garantía no es un detalle menor: define qué respaldo ofrece la marca para la batería y otros componentes críticos. Hay dos opciones para las garantías, los kilómetros recorridos o los ciclos de carga de las baterías, depende de las automotrices.
“Hoy en día con el eléctrico es muy importante también buscar referencias del servicio de postventa de las marcas porque no hay una red de talleres desarrollada, además que es una de las condiciones para tener vigente la garantía”, explica Diego Cosentino, consultor en movilidad eléctrica, a Economía Sustentable.
Esto significa que, más allá del precio de lista, es clave calcular el costo total de propiedad, garantía, cobertura de postventa y disponibilidad de servicio técnico.
2. Mantenimiento: menos piezas, pero más especialización
Los autos eléctricos tienen la ventaja de un mantenimiento mucho más reducido que los de combustión: no requieren cambios de aceite ni cuentan con piezas de desgaste como bujías o correas. Sin embargo, esto no significa que no deban pasar por revisiones periódicas.
“En general es una revisión anual para hacer un crosscheck de la batería, refrigeración, fluidos. El foco está puesto en evitar fugas y este procedimiento debería estar garantizado por contrato por la marca”, señala Cosentino.
Además, los usuarios deben estar preparados para resolver cuestiones específicas como la localización del corte de energía o el uso de un matafuego F500.
Aquí el análisis es simple: no se trata de cuánto mantenimiento hará falta, sino de qué tan accesible es la red de talleres oficiales de la marca elegida.
3. Autonomía de la batería: calcular sin subestimar
El dato de autonomía es uno de los más observados por los compradores, pero no siempre se interpreta bien. Un modelo puede ofrecer entre 250 y 450 km por carga, pero lo que importa es cuánto se necesita realmente para el uso cotidiano.
Quien recorra principalmente trayectos urbanos o interurbanos cortos puede optar por modelos con menor autonomía y precio más accesible. En cambio, quienes viajen seguido por ruta deberán mirar vehículos con mayor capacidad de batería.
Un punto clave también es el hábito de carga: los especialistas recomiendan no bajar del 20% de batería para evitar microdegradaciones. Por eso, antes de elegir un modelo, conviene calcular la distancia promedio semanal y contrastarla con la autonomía real del auto sin perder de vista el alto impacto de la forma de conducción en el rendimiento de la batería.
4. Carga en el hogar y en la vía pública: la infraestructura como desafío
Tener un cargador doméstico instalado correctamente hace toda la diferencia en la experiencia de uso. “En lo posible se trata que en el domicilio el usuario cuente con un medidor específico y un toma directo para la carga. Si uno vive en un consorcio o edificio, hay que pedir las autorizaciones pertinentes y también se recomienda poner un medidor por separado”, detalla Cosentino.
Esto implica evaluar si la vivienda cuenta con la infraestructura eléctrica adecuada, o si será necesario invertir en una adaptación. Respecto a la vía pública, la red de carga en Argentina crece lentamente.
Existen cargadores rápidos en corredores estratégicos y estaciones de servicio, pero todavía no hay una cobertura masiva. Por eso, si la rutina incluye viajes largos, conviene analizar la disponibilidad de cargadores en las rutas más transitadas.
5. Experiencia de uso: lo que dicen los usuarios
Nada reemplaza la experiencia de un usuario real. Consultar a alguien que ya maneje un auto eléctrico permite conocer ventajas, dificultades y tips prácticos.
“En general la experiencia de los que ya son usuarios es positiva. Es real que aún hay ciertos limitantes como la falta de una red robusta de infraestructura de carga, pero hasta el momento hay muy buena recepción”, indica Cosentino.
Más allá de los aspectos técnicos, también hay que considerar el cambio de paradigma: planificar cargas, modificar hábitos de manejo y adaptarse a una tecnología que para el usuario es nueva.
“No nos vamos a sacar todas las mochilas de golpe porque es un cambio de paradigma la transición a vehículos eléctricos, pero es un comienzo para afianzar la utilización”, agrega el especialista.
¿Y los híbridos? Una transición más suave
Quienes aún no se sientan listos para un eléctrico puro pueden mirar hacia los híbridos no enchufables (HEV). Funcionan con nafta y una batería que se recarga con la frenada regenerativa, lo que les permite reducir el consumo. Sin embargo, su autonomía eléctrica es mínima y no dependen de la red de carga.
Son una alternativa para quienes quieren dar un primer paso hacia la movilidad sustentable sin modificar demasiado sus hábitos ni enfrentar la inversión inicial de un eléctrico.