Subsidios verdes: este país le paga a los ciudadanos por producir su propia energía renovable
La nueva política se basa en lo que ya se denominó “eco-bono”, que es un reembolso de impuestos para ciertos proyectos ecológicos.
El gobierno italiano busca soluciones para reactivar su economía tras la pandemia COVID-19. Los propietarios italianos tienen ahora nuevas oportunidades para instalar energía limpia en los techos de sus casas.
“El gobierno italiano ha asignado 55.000 millones de euros (60.000 millones de dólares) en subvenciones a través del Decreto de Relanzamiento de las Medidas de Estímulo Económico para ayudar a reactivar la economía del país mientras sale lentamente de su encierro por el Covid-19“, explicaron desde el gobierno en un comunicado.
La nueva política se basa en lo que ya se denominó “eco-bono”, que es un reembolso de impuestos para ciertos proyectos ecológicos.
Los proyectos de renovación de edificios enfocados de manera sostenible pueden ahora obtener un 110% de reembolso de impuestos en lugar de un 65%, y las instalaciones fotovoltaicas y los sistemas de almacenamiento asociados a tales proyectos también obtienen un 110%, en lugar del 50% anterior.
Si no están vinculadas a proyectos de renovación que cumplan con los requisitos, la devolución de impuestos se mantendrá en el 50%.
Esto es parte de un paquete de estímulo más grande que el gobierno italiano lanzó para estimular la economía después del colapso económico vinculado a la Covid-19.
El programa actualmente va del 1 de julio de 2020 al 31 de diciembre de 2021.
“Las autoridades aplicarán la exención fiscal del 110% a tres tipos de proyectos, incluyendo el aislamiento de edificios, la sustitución de los sistemas de refrigeración y calefacción en edificios de apartamentos de varias unidades, y la sustitución de los sistemas de refrigeración y calefacción en casas unifamiliares”, explicaron
Todos los proyectos fotovoltaicos relacionados con la renovación de edificios que no se incluyan en estas categorías no recibirán el súper eco-bono, pero aún así se les concederá la exención fiscal del 50%.
Los propietarios de viviendas tendrán tres formas de asegurar el eco-bono: a través de la deducción fiscal durante un período de cinco años, a través de la transferencia de la desgravación fiscal para los instaladores y proveedores de productos, y a través de descuentos en las facturas.
Sólo con la primera opción, los propietarios tendrán que aceptar los gastos de inversión iniciales, mientras que con las otras dos opciones no se requerirá ningún gasto inicial.
Oportunidades
En la crisis del Covid-19 y la depresión económica que ha provocado la paralización de la actividad económica se han cometido errores por falta de comprensión de un problema global inédito que se ha pretendido gestionar como una crisis local.
Solo así se explican los errores de la presidenta del BCE, Christine Lagard, de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y de los gobiernos de Alemania y Holanda que han reforzado una Europa dividida entre el norte y el sur y resucitado las barreras nacionales, como ya ocurrió en la gran recesión de 2008 con las políticas austericidas, que castigaron los servicios esenciales que ahora impiden una correcta gestión del coronavirus.
Los activos energéticos valen hoy menos que ayer
Tampoco se debe cometer el error de infravalorar cómo esta crisis afecta a la energía. El sector energético ha perdido cerca del 30% de su valor, que se añade a la depreciación del 50% de sus activos fósiles realizada en los últimos tres años.
Aunque haya afectado más a unas empresas que a otras, la realidad es que las empresas energéticas son ahora más “opables”, a pesar del blindaje que el gobierno ha aprobado para evitar opas hostiles de inversores del exterior de la zona euro.
Es el escenario perfecto para que los fondos de inversión continúen comprando y vendiendo activos energéticos.
Esta amenaza afecta particularmente a las energías renovables, muy atractivas para la inversión extranjera, configurando un sector más preocupado por el valor de sus activos, el beneficio y el dividendo, sobre todo si está garantizado por las subastas del Estado, que por los objetivos climáticos y por los consumidores. Esta es también una amenaza para la transición ecológica.
La demanda, la gran olvidada del modelo energético convencional
El confinamiento del país para combatir la pandemia ha provocado la caída de la demanda eléctrica que ha incrementado la participación de las renovables en el sistema eléctrico que, a su vez, provoca siempre un abaratamiento del precio de la electricidad.
De persistir esta situación, el precio mayorista estará por debajo de los costes de las instalaciones renovables, éstas quedarán fuera de mercado y reaparecerá el déficit tarifario. La pérdida de rentabilidad de las instalaciones renovables traerá una ralentización de las inversiones.
La pérdida de rentabilidad afectará a las grandes instalaciones renovables conectadas a la red en un modelo de generación centralizada, pero no así a las renovables distribuidas o pequeñas instalaciones de autoconsumo No tendrán ese problema al estar vinculadas a los centros de consumo y poder ajustar la oferta y demanda.
La gran cualidad de las renovables es que permiten la aproximación de la generación al consumo y eso garantiza la más alta eficiencia que permite reducir costes, inversiones y abaratar la energía para el consumidor.
La caída de la demanda eléctrica y gasista deja al descubierto una crisis del modelo energético convencional. No se pueden gestionar las energías renovables como se ha gestionado tradicionalmente la generación con combustibles fósiles.
Ni se puede mantener la desproporción de 2019 por la que solamente el 7% de la nueva potencia renovable ha sido de autoconsumo y el 93% para renovables a gran escala. Hace falta mucha más energía renovable distribuida y menos a gran escala por razones económicas y ambientales.