Uno de cada tres argentinos está expuesto a altas concentraciones de arsénico en el agua potable
Una investigación revela que al menos 17 millones de personas enfrentan niveles de arsénico en el agua superiores a los recomendados.
“En Argentina no había datos sistematizados sobre el arsénico en agua sino información dispersa. Unos años atrás hicimos una investigación sobre anomalías congénitas y su vínculo con el arsénico y allí nos topamos con esta dificultad. Para cubrir este bache no nos quedó otra que buscar bibliografía previa así que revisamos más de 300 trabajos publicados”, cuenta a elDiarioAR, Alejandro Oliva, director del Programa de Medio Ambiente y Salud (PROMAS) del Centro de Estudios Interdisciplinario (CEI) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
El resultado de esta investigación, que se publicará próximamente en la revista Water and Health (Agua y Salud), es preocupante: al menos 17 millones de personas están expuestas a concentraciones de arsénico en el agua potable superiores a los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Uno de cada tres argentinos está expuesto al arsénico en el agua potable
El arsénico es un contaminante de origen natural, producto de la erosión de las rocas en los acuíferos. Sin embargo, también puede ser provocado, en menor medida, por actividades humanas, como la minería, la fundición de metales, el uso de pesticidas y los conservantes de la madera. Es considerado por la OMS como una de las diez sustancias químicas más peligrosas para la salud pública y ha sido clasificado como cancerígeno.
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Oliva señala que la exposición de la población argentina al arsénico tiene más de 100 años de historia. El impacto en la salud más documentado es el Hidroarsenicismo Crónico Endémico Regional (HACRE), que se caracteriza por lesiones en la piel y alteraciones tanto cancerosas como no cancerosas a causa de la exposición prolongada a bajos niveles. En Argentina, este problema fue detectado en 1913, siendo el segundo país con mayor prevalencia de HACRE, después de Estados Unidos.
Sin embargo, hay más: investigaciones recientes han demostrado que la exposición constante al arsénico afecta a diversas enfermedades crónicas, desde malformaciones congénitas hasta trastornos neurodegenerativos, y también aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer.
En este contexto, la OMS estableció en sus “directrices para la calidad del agua potable” un límite de 10 microgramos de arsénico por litro. En Argentina, el Código Alimentario Argentino (CAA) fija un límite máximo de seguridad de 50 microgramos por litro.
“Gran parte de la evidencia científica ha demostrado que existe un riesgo significativo para la salud humana entre los límites establecidos por la OMS y el CAA”, señala Oliva. “Es decir, el consumo continuo de agua con arsénico que supere los 10 microgramos por litro ya tiene un impacto en el organismo”.
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Oliva también advierte que “a pesar de este límite, hay numerosas mediciones que han registrado niveles mucho más altos que el establecido por el CAA, alcanzando incluso los 200 microgramos por litro”.
“Hubo dos intentos previos de construcción de un mapa de la situación en Argentina pero encontramos que tenían algunas limitaciones en un caso por remitirse a valores aislados sin especificación de la población involucrada y en otro por hacerlo graficando una distribución general. Algo importante es que las informaciones preliminares a nuestro trabajo -con un valor límite de 50 microgramos por litro- mencionan un total de población expuesta de aproximadamente 4 millones de habitantes”, describe Oliva.
Con el objetivo de sistematizar esta información, el equipo del PROMAS -conformado por Leandro Duarte, Laura De Gracia, Sergio Montico, además de Oliva- buscó 569 publicaciones vinculadas a la temática de las cuales, luego de aplicar el filtro de duplicados o no relevantes por título o resumen, quedaron 315 para analizar.
“De esas más de 300 quedaron sólo 61 trabajos porque utilizamos criterios muy específicos para la selección: primero que fueran estudios que tuvieran el corte que la OMS estipula como máximo (10 microgramos por litro); y segundo que fueran representativos de la provincia y para eso consideramos que el análisis del agua cubriera a más del 30 por ciento de la población”, cuenta el investigador.
Con estas 61 investigaciones -que permitieron analizar la situación de las provincias de Santa Fe, La Pampa, Neuquén, Catamarca, Buenos Aires, Corrientes, Chaco, Córdoba, Entre Ríos, Tierra del Fuego, Jujuy y Santiago del Estero– conformaron el “Nuevo Mapa de la Población Argentina Expuesta al Arsénico en el Agua de Consumo”, donde está representado el 70% de los habitantes del país.
Para poder realizar un análisis comparativo entre los trabajos, los investigadores elaboraron un indicador al que denominaron “Porcentaje de Población Expuesta” (PEP) a altos niveles de arsénico.
“De una población total de aproximadamente 32 millones de habitantes, el 55% (alrededor de 17 millones) está expuesto a niveles de arsénico superiores a 10 microgramos por litro en el agua potable. Según nuestro indicador (PEP), la mayor exposición se encontró en La Pampa (87,98%), seguida de Catamarca (78,90%) y Buenos Aires (68,55%)”, detalla.
Quién controla el agua que tomamos
En Argentina, el control de la calidad del agua potable es un proceso complejo. En teoría, todas las empresas y cooperativas que brindan el servicio de agua potable deben realizar estudios donde se analizan bacterias (principalmente aquellas derivadas de efluentes cloacales como Escherichia coli), químicos inorgánicos (como arsénico, flúor, nitratos, nitritos, plomo, zinc, entre otros) y químicos orgánicos (como DDT, metoxicloro, 2.4.D, etc.).
En el caso del agua de pozo, corresponde a cada usuario realizar su propio control para verificar su potabilidad.
Sin embargo, según las conclusiones de este estudio, este control no se está llevando a cabo o, lo que es aún más grave, los resultados obtenidos no están generando las acciones de remediación necesarias.
“Esperamos que estas investigaciones contribuyan a crear conciencia. Por eso, es crucial que la población conozca la situación y exija estos controles. Para los gobiernos, estos datos deberían servir como base para implementar políticas públicas que garanticen una mejor calidad del agua. La vigilancia debería ser obligatoria y continua”, señala Oliva.
El Nuevo Mapa de la Población Argentina Expuesta al Arsénico en el Agua de Consumo se desarrolló en el marco de la Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro (REDINASCE), una iniciativa creada en 2016 a través de un acuerdo con el objetivo de “abordar las realidades de la interfase ambiente-salud en la región”, según explica Oliva.
En enero de 2023, el PROMAS publicó un estudio que mostró que la mortalidad por cáncer en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos está por encima de la media nacional, coincidiendo con el mapa de tierras cultivadas (y el uso de agroquímicos) y aguas con altas concentraciones de arsénico.
“Es importante señalar que estos estudios son ecológicos y no prueban causalidad, pero proporcionan una aproximación a los problemas y permiten formular diferentes hipótesis”, explica Oliva.
Qué alternativas hay para evitar consumir agua con arsénico
El consumo de agua con arsénico puede ser perjudicial para la salud, por lo que es importante buscar alternativas para evitar su ingestión.
- Filtración de agua: existen sistemas de filtración diseñados específicamente para eliminar el arsénico del agua, como los filtros de ósmosis inversa, que son altamente efectivos para reducir los niveles de arsénico. También hay filtros con resinas especializadas o unidades de destilación que pueden ser útiles para purificar el agua y asegurar que esté libre de este contaminante.
- Uso de agua embotellada o de fuentes seguras: en áreas donde el agua potable está contaminada con arsénico, es recomendable optar por agua embotellada certificada o buscar fuentes de agua alternativas que no presenten este riesgo. Asegúrate de verificar la calidad del agua embotellada y de elegir marcas que proporcionen información sobre los análisis realizados.
- Sistemas de tratamiento comunitarios o municipales: en regiones donde el arsénico es un problema común en el agua potable, los gobiernos y autoridades locales pueden implementar sistemas de tratamiento centralizados, como plantas de purificación de agua que eliminan este contaminante. Participar en programas comunitarios o utilizar el agua tratada por estos sistemas puede ser una solución segura.