Por qué la inteligencia artificial podría duplicar el consumo eléctrico de los centros de datos en 2030
El acelerado desarrollo de la infraestructura digital y servidores de alta densidad incrementa la presión del consumo eléctrico y los recursos.
La expansión vertiginosa de la inteligencia artificial (IA) está impulsando un crecimiento histórico en los centros de datos de Estados Unidos, elevando el consumo eléctrico nacional a niveles sin precedentes. Según datos del Pew Research Center, estas infraestructuras tecnológicas ya demandan más del 4% de la electricidad total del país, una proporción que podría duplicarse hacia 2030 impulsada por la digitalización y el desarrollo de la IA.

El fenómeno responde tanto al procesamiento masivo de información como a los incentivos estatales y federales que buscan atraer inversiones y fortalecer la economía digital. En la actualidad, existen más de 4.000 centros de datos en territorio estadounidense, con un tercio de ellos concentrados en Virginia, Texas y California.
Las regiones de mayor expansión incluyen el norte de Virginia, Dallas, Chicago y Phoenix, zonas que combinan infraestructura eléctrica sólida, disponibilidad de terrenos y acceso a redes de alta capacidad, condiciones ideales para instalar grandes complejos tecnológicos.
Centros de datos: los nuevos gigantes de la era digital
Existen distintos tipos de centros de datos. Los llamados hiperescala, con capacidad para más de 5.000 servidores y superficies que pueden superar los 100.000 metros cuadrados, lideran la expansión por su capacidad para procesar cargas masivas, especialmente en aplicaciones de IA y computación en la nube.
A ellos se suman los centros empresariales, orientados a las necesidades internas de grandes compañías, y los de colocación, que alquilan espacio y servicios a terceros. En este contexto, los estados compiten entre sí ofreciendo incentivos fiscales, permisos acelerados y beneficios energéticos para atraer proyectos que generen empleo, ingresos fiscales y nuevas oportunidades de negocio.
Un consumo energético en ascenso
El impacto en el consumo eléctrico es cada vez más evidente. De acuerdo con el Pew Research Center, basado en datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los centros de datos estadounidenses consumieron 183 teravatios-hora (TWh) de electricidad en 2024, una cifra equivalente al consumo anual de Pakistán.

Las proyecciones apuntan a que para 2030 esa demanda podría alcanzar los 426 TWh, un incremento del 133%. Solo un centro de hiperescala dedicado a IA puede consumir la misma cantidad de electricidad que 100.000 hogares en un año, y los proyectos en construcción podrían multiplicar por veinte esa demanda en los próximos años.
La huella energética de la IA: tensiones en las redes, alza de tarifas y debate ambiental
El crecimiento acelerado de los centros de datos en Estados Unidos está dejando una marca profunda en las redes eléctricas locales. En 2023, estas instalaciones absorbieron el 26% de la electricidad de Virginia, además de porcentajes significativos en Dakota del Norte (15%), Nebraska (12%), Iowa (11%) y Oregón (11%).
Casi el 60% de esa energía se destina a servidores optimizados para inteligencia artificial, cuyo consumo es entre dos y cuatro veces superior al de los equipos tradicionales. El resto se reparte principalmente entre los sistemas de refrigeración, que pueden representar desde el 7% hasta más del 30% del gasto energético en instalaciones menos eficientes.
Estos sistemas requieren enormes volúmenes de agua. Solo en 2023, los centros de datos estadounidenses utilizaron alrededor de 64.350 millones de litros, concentrados en un 84% dentro de complejos de hiperescala y colocación. Las proyecciones indican que para 2028 el consumo anual podría oscilar entre 60.500 y 125.000 millones de litros, únicamente en centros de hiperescala.
Fuentes energéticas y cambios en el mapa eléctrico
Según el Pew Research Center, en 2024 el gas natural aportó más del 40% de la electricidad usada por los centros de datos, seguido por las energías renovables (24%), la nuclear (20%) y el carbón (15%).
Aunque el gas natural seguirá siendo la principal fuente hasta 2030, la participación nuclear podría crecer. Varias compañías tecnológicas firmaron acuerdos con startups del sector y promueven la reactivación de centrales nucleares en Pensilvania e Iowa.
En paralelo, estados como California, Illinois, Minnesota, Nueva Jersey y Virginia debaten leyes que impulsen el uso de renovables y exijan mayor transparencia en el consumo de electricidad y agua.
Impacto en las tarifas eléctricas
El auge de los centros de datos no solo afecta al sistema eléctrico: también repercute en los bolsillos de los consumidores. Las empresas energéticas se ven obligadas a realizar costosas ampliaciones de red, cuyos costos suelen trasladarse a hogares y pequeñas empresas.
En el mercado eléctrico PJM -que abarca desde Illinois hasta Carolina del Norte-, el crecimiento de estas instalaciones generó un aumento estimado de USD 9.300 millones en el “mercado de capacidad” para 2025-2026. Esto se traducirá en incrementos mensuales de USD 18 en el oeste de Maryland y USD 16 en Ohio.
Un análisis de la Universidad Carnegie Mellon, citado por Pew Research Center, advierte que la expansión de los centros de datos y la minería de criptomonedas podría elevar la factura eléctrica promedio nacional un 8% para 2030, e incluso superar el 25% en zonas de alta demanda como el centro y norte de Virginia. En 2024, el costo residencial promedio en EE.UU. alcanzó los USD 142 mensuales, un 25% más que en 2014.
Una tensión entre innovación y sostenibilidad
El consumo intensivo de energía y agua, junto con la dependencia de fuentes fósiles y nucleares, encendió el debate ambiental en Estados Unidos. Si bien algunos estados impulsan regulaciones para fomentar energías limpias y mayor transparencia, la presión sobre las infraestructuras eléctricas y los ecosistemas locales sigue aumentando. De acuerdo con el Pew Research Center, la opinión pública permanece dividida: mientras un sector advierte sobre los riesgos ambientales del desarrollo de la IA, otros destacan sus beneficios tecnológicos o mantienen posturas ambivalentes frente a su impacto futuro.















