Por qué capturan animales en el fondo marino los investigadores del Conicet
Una científica reveló algunas de las preguntas que quedaron sin responder tras el éxito del streaming.
Concluyó la exitosa campaña submarina del CONICET y, tras 21 días a bordo del Falkor (too) -uno de los buques de investigación más avanzados del mundo-, los científicos ya regresaron a sus hogares. La expedición tuvo como objetivo explorar el cañón submarino de Mar del Plata, a 300 kilómetros de la costa, cuyo punto más profundo supera los 3.500 metros. Ahora comienza la etapa más intensa: el análisis de las muestras recolectadas.
En la misión participaron cerca de 30 investigadores de distintas disciplinas, especialistas en diversos grupos de animales marinos. “Ahora cada equipo debe estudiar sus propias muestras”, explicó a El Doce Carla de Aranzamendi, bióloga cordobesa que formó parte de la campaña.
Carla se graduó en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y es investigadora del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA), dependiente del CONICET y la UNC. Su área de estudio son las ascidias, invertebrados que habitan en los fondos marinos. Desde su regreso a la provincia, respondió algunas de las preguntas más frecuentes sobre la misión.
Un salto tecnológico sin precedentes en la expedición del Conicet
Aunque en 2012 y 2013 se realizaron campañas similares, ninguna alcanzó el nivel de esta última. La diferencia estuvo en la tecnología: antes se utilizaba pesca de arrastre, una técnica que arranca muestras del fondo marino con una red, generando un amontonamiento de animales que impedía comprender cómo vivían en su ambiente. Además, era imposible observar el sustrato donde se asentaban las especies.
Esta vez la experiencia fue distinta. “Fue increíble porque pudimos ver a cada animal en su lugar natural e incluso observar cómo interactúan entre ellos”, contó De Aranzamendi. Gracias a los equipos de exploración, los científicos pudieron registrar por primera vez a muchas de estas especies vivas en su hábitat, algo inédito dada la dificultad de acceso a profundidades extremas.
El dilema del estudio científico
Durante la campaña, algunos usuarios en redes sociales preguntaron por qué era necesario matar a los animales para investigarlos. La respuesta no es sencilla. Varios ejemplares lograron sobrevivir un tiempo en el barco, pero finalmente fallecieron para ser analizados.
“Me resulta muy duro, cada vez me gusta menos, pero no podemos estudiarlos a la distancia”, admitió De Aranzamendi. Una simple fotografía no basta para identificar a una especie. Para ello es necesario estudiar su morfología, lo que implica realizar disecciones, o analizar su material genético, lo que requiere obtener y secuenciar su ADN.
A diferencia de campañas anteriores, donde se recurría a la pesca de arrastre, en esta expedición se pudo seleccionar con precisión qué ejemplares extraer del fondo marino. “Si había especies ya identificadas no se sacaban”, explicó De Aranzamendi. El vehículo submarino ROV SuBastián, protagonista de las transmisiones en vivo, tiene la capacidad de recolectar muestras sin alterar el entorno, destacaron desde el CONICET.
De todos modos, la bióloga aclaró que no se trata de un territorio completamente virgen. “Los pescadores arrasan el fondo marino. Sería ideal que nadie toque estos ecosistemas, pero está pasando”, advirtió. Incluso durante la expedición se hallaron restos de basura a grandes profundidades.
¿Por qué estudiar especies de las profundidades?
“Si no sabemos qué vive en nuestro mar, tampoco sabemos qué perdemos ante un derrame de petróleo o frente a la pesca extrema”, señaló De Aranzamendi. Estos estudios permiten identificar áreas de conservación al demostrar su alta biodiversidad.
La investigadora remarcó que la pérdida de especies genera desequilibrios que afectan al ecosistema y, en consecuencia, a las personas. “Un ecosistema sano y equilibrado trae beneficios. El desequilibrio no es bueno para nadie”, afirmó.
La campaña que se volvió viral
El impacto de la expedición trascendió el ámbito científico. “Teníamos internet en el barco y pudimos ver cómo crecía la locura con este tema”, contó De Aranzamendi. Antes de que la campaña terminara ya circulaban galletas, peluches, bombillas y hasta canelones inspirados en la ‘estrella culona’, la especie que capturó la atención del público. En redes se viralizó desde el video de un niño imitando a los investigadores con una linterna, hasta memes sobre los espectadores de las transmisiones.
¿Por qué se habló tanto de esto, incluso entre quienes no siguen la ciencia? Para Carla, la clave estuvo en la combinación de factores: “Fue la posibilidad de descubrir animales increíbles y hermosos. Siempre tenemos tantas malas noticias y esto fue algo lindo”, reflexionó. Además, destacó que las transmisiones en vivo con interacción directa fueron determinantes para acercar la experiencia a la gente. “Y también tiene que ver con que somos un pueblo que le pone mucha pasión a todo”, agregó.
Lo que viene ahora para el Conicet
El Schmidt Ocean Institute, organización estadounidense que financió la campaña, ya tiene en agenda dos nuevas expediciones en aguas argentinas. La primera se desarrollará entre el 30 de septiembre y el 29 de octubre, con el foco en dos cañones de la Plataforma Patagónica. La segunda se realizará del 14 de diciembre al 10 de enero, para explorar otras zonas poco conocidas del mar argentino.
Todo esto ocurre en un contexto de recortes presupuestarios a la ciencia. En Córdoba, cada miércoles por la mañana, distintos institutos del CONICET instalan stands en la Plaza San Martín para mostrar su trabajo a la sociedad. Entre la comunidad científica existe la expectativa de que la enorme repercusión de esta campaña submarina también sirva para visibilizar la situación actual del sector.