Opinión: Innovar para salvar al mundo
Por Estevão Braga, gerente de Sustentabilidad para Ball Sudamérica, quien analiza la importancia de los procesos creativos y disruptivos.
Celebrado este 21 de abril, el Día de la Creatividad y la Innovación tiene el objetivo de poner en agenda la importancia de los procesos creativos y disruptivos en todos los ámbitos de la vida. Ya sea para realizar manifestaciones artísticas o resolver problemas socioeconómicos, la capacidad del ser humano de encontrar nuevas soluciones a viejos problemas es una de nuestras más valiosas herramientas.
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Ahora, como humanidad, enfrentamos un reto sin precedentes: salvar al mundo de una catástrofe ambiental. Y la única forma de hacerlo es a través de nuevas ideas, de nuevas formas de producir y de consumir, que permitan no solo un futuro sostenible, sino también un presente en el que la humanidad pueda vivir en armonía con la naturaleza. Por eso, todos los actores -gobiernos, empresas y consumidores- estamos llamados a innovar para salvar al mundo.
En este contexto, las acciones realizadas en conjunto, que implican a diferentes actores de la sociedad, diferentes perspectivas y experiencias, logran sin dudas un mayor impacto y alcance que la suma de iniciativas individuales. No es casualidad que uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible planteados por la ONU sea “Generar alianzas para lograr objetivos”.
Con este fin, el año pasado Ball anunció el primer Laboratorio de Economía Circular de la región en asociación con la Administración de Fernando de Noronha y el Consorcio Noronha Por el Planeta. Esta isla ubicada en Brasil es un gran atractivo turístico y ha comenzado un camino para convertirse un destino sustentable.
En este contexto, el laboratorio impulsado por Ball centraliza la recolección de latas de aluminio en un edificio elaborado en base a los conceptos más actualizados de arquitectura sostenible. Además del procesamiento de las latas usadas (post consumo) para su reciclaje, las instalaciones se utilizarán para realizar actividades socioeducativas, con especial foco en problemáticas ambientales, y servirán como base para demostrar nuevas tecnologías que respalden la transición hacia una economía sostenible y con bajas emisiones de carbono.
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El proyecto involucra puntos de entrega voluntaria disponibles en lugares como bares u hoteles, recogida programada a través de una aplicación móvil, carga de latas en ecobags retornables y vehículos eléctricos. Luego, la venta de chatarra se invierte para financiar la recolección, generando una rueda perfecta que permite que los residuos de aluminio se conviertan en una nueva lata en el transcurso de 60 días. Innovación por donde se lo mire: nuevas formas de recolectar, de procesar, de financiar y de educar.
Pequeñas acciones, grandes cambios
Pero también podemos innovar con acciones mucho más pequeñas que, aunque no lo parezca, tienen un impacto enorme. Una de ellas consiste en reemplazar los tradicionales vasos descartables en eventos y espectáculos por otros hechos de aluminio 100% e infinitamente reciclable, como lo están haciendo importantes establecimientos deportivos y de entretenimiento a nivel global, es una forma diferente de vender que puede reducir la contaminación a niveles impresionantes.
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En este sentido, en 2021 Ball lanzó en Estados Unidos el primer vaso de aluminio de Ball (Ball Aluminum Cup), que no solo ofrece a las personas una mejor experiencia de consumo, sino que también ayuda a los espacios a alcanzar objetivos de sostenibilidad. Gracias a la gran adopción que tuvo el año pasado, Arena Ball logró eliminar 271.000 vasos y botellas de plástico. El vaso de aluminio también fue utilizado en la final del SuperBowl, confirmando la tendencia de que deportes y sustentabilidad caminan cada vez más juntos.
Muchos de nuestros clientes eligen estar del lado de la innovación para salvar al mundo cuando prefieren la lata de aluminio para envasar bebidas que tradicionalmente vienen en otros formatos, como cervezas, vinos, otras bebidas con alcohol o incluso agua. Se animan a ofrecerle a los consumidores algo que, tal vez, nunca vieron, un producto tradicional en un envase más sustentable, que requiere menos energía y tiene menores huellas hídricas y de carbono, altamente reciclable y efectivamente reciclado.
La lata de aluminio es el envase más reciclado del mundo, con una tasa de reciclaje promedio de 71%. En Argentina, este número se acerca al 80%.
Desde nuestro lugar, también podemos cambiar nuestros hábitos de consumo por otros que permitan un futuro más sustentable. Conocer los productos que compramos y las empresas detrás de ellos, considerar sus procesos de producción a la hora de elegirlos, separar nuestros residuos y reciclarlos, reducir nuestra huella de carbono personal ahorrando energía, son algunas pequeñas acciones que podemos hacer para subirnos a la ola del cambio y salvar al mundo.
*El autor es Gerente de Sustentabilidad para Ball Sudamérica.