“Ojo que gira en el Delta del Paraná”: está a 80 kilómetros de CABA y atrae a los turistas, ¿qué es?
Ubicado en el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, es un islote flotante circular que gira lentamente sobre una laguna.
A poco más de una hora en auto desde la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra uno de los fenómenos naturales más enigmáticos del país. En pleno corazón del Delta del Paraná, y dentro del Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, yace “El Ojo”: un islote flotante perfectamente circular que gira lentamente sobre una laguna, como si siguiera su propio compás.
Su forma geométrica y su movimiento constante llamaron la atención del mundo en 2016, cuando un documentalista argentino lo descubrió por accidente usando un dron. Desde entonces, este alimentó todo tipo de teorías, que van desde rarezas naturales hasta explicaciones que rozan la ciencia ficción. Pero más allá del misterio, “El Ojo” abrió la puerta a uno de los ecosistemas más ricos y poco explorados de la provincia.
El “ojo que gira en el Delta del Paraná” está a 80 kilómetros de CABA
Ubicado en el partido de Campana, el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos protege 5.200 hectáreas de una biodiversidad tan sorprendente como poco conocida. Declarado parque en 2018, aunque con raíces en la antigua Reserva Natural Otamendi, forma parte de la red internacional de humedales Ramsar y es considerado un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA), lo que lo posiciona como un verdadero refugio natural a solo un viaje corto de la capital.
El paisaje del parque está marcado por vastos pajonales donde prosperan especies como cortaderas, flechillas, espartillos, totoras y pajas bravas. En ese laberinto vegetal habitan animales emblemáticos como el cuis, el hurón común y aves muy buscadas por los observadores, como la tacuarita azul, zorzales y pepiteros. En las zonas bajas e inundables, donde lagunas y esteros se entremezclan, reina el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), el cérvido más grande de Sudamérica y símbolo del parque.
Esta especie, cuya presencia en el Delta del Paraná representa la población más austral de su tipo, destaca la importancia de conservar este ecosistema. A su alrededor, peces como la tararira, el bagre y la mojarra comparten hábitat con aves amenazadas como la pajonalera de pico recto y el espartillero enano.
Pero el valor del parque no es solo natural. También guarda una rica historia. En el siglo XIX, esta zona formaba parte de la Estancia Otamendi, clave para el desarrollo económico de la región. Desde allí salían productos agrícolas, ganaderos y ladrillos que viajaban en tren, dejando una huella que aún perdura en la vecina ciudad de Campana. Ese cruce entre naturaleza viva y memoria histórica le da al parque una identidad tan singular como fascinante.
Quienes se aventuran por sus senderos, surcan sus arroyos o sobrevuelan la zona en busca del misterioso “Ojo”, descubren un lugar que parece haberse detenido en el tiempo. Un refugio natural donde la biodiversidad late con fuerza y donde cada visita despierta nuevas razones para regresar.
Cómo llegar y qué tener en cuenta para la visita
Desde la Ciudad de Buenos Aires, la forma más directa de llegar al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos es tomando la autopista Panamericana (Ruta Nacional 9) hasta la localidad de Otamendi, ubicada a apenas 80 kilómetros de la capital. El acceso principal está claramente señalizado y cuenta con estacionamiento gratuito.
Tips para prestar atención y pasar un día espléndido en Delta Paraná
El ingreso es libre y gratuito, y el parque abre todos los días de 9 a 18 hs. Se recomienda llevar calzado cómodo, protector solar, repelente y agua, ya que no hay opciones gastronómicas dentro del área protegida. Los senderos autoguiados facilitan el avistaje de fauna silvestre, especialmente durante las primeras horas del día o al caer la tarde.
Para una experiencia más completa, prestadores turísticos locales ofrecen excursiones guiadas por el Delta y paseos en kayak en busca del esquivo “Ojo”. Una escapada perfecta para el fin de semana o una inmersión en la naturaleza, a tan solo un paso de la ciudad.