Nike invierte más de 400 millones de dólares en mejorar su “huella verde”: ¿cómo impacta en su negocio?
Solo en el último año destinó u$s 81 millones a acciones de RSC y sostenibilidad, que incluyen el uso de materiales reciclados y energías renovables.
La responsabilidad social corporativa se ha convertido en uno de los grandes retos de las grandes empresas. También para Nike, que en 2019 destinó 81 millones de dólares a este tipo de acciones, equivalente al 1,9% de su facturación. Desde la igualdad de género a la lucha contra la desigualdad, pasando por la transformación de parte de sus procesos para que el Swoosh sea más sostenible.
En total, la multinacional estadounidense ha destinado 417 millones de dólares desde 2013 a proyectos que impacten en la ciudadanía. “Nuestro foco particular está en aumentar el número de entrenadoras, porque sabemos que son el catalizador para inspirar a más chicas a llevar una vida activa”, explica John Donahoe, consejero delegado de Nike, en su memoria de impacto.
Uno de los cambios más destacados se deriva de la transformación de toda su red de producción y distribución. Se trata de un proceso especialmente complejo para una multinacional que cerró 2019 con una facturación de 39.100 millones de dólares y emplea de forma directa a más de un millón de personas en 41 países. Estos cambios se están realizando sobre dos vértices: los materiales y la energía utilizada en sus centros.
“Nos marcamos como objetivo que para 2025 todas nuestras sedes utilizaran energía 100% renovable, algo que ya hemos conseguido en Norteamérica”, afirma Nike al sitio palco23.com, que contrató a la española Iberdrola parra este plan. A nivel global ese porcentaje se sitúa en el 75% de todo su consumo.
Por otro lado, Nike sostiene que el 76% de su calzado deportivo incluye una parte de materiales reciclados en su fabricación. Eso sí, la mayoría no procede de materiales ya usados como tal, sino de productos que presentan taras y no pueden salir al mercado.
En lugar de incinerarlos o apilarlos en un vertedero, tal y como asegura Nike que sucedía años atrás, ahora se les da una segunda vida como prendas textiles. Lo mismo sucedió con más de 30 millones de zapatillas, que se reutilizaron para construir pistas de atletismo y parques infantiles, entre otros.
En total, Nike tiene firmados contratos con 525 fábricas, aunque no especifica las principales localizaciones, ni tampoco el volumen total de producción de zapatillas y otros artículos.
Según uno de los informes de la compañía, de algunos de sus modelos más populares, como Flyknit, que ya ha sido reemplazado por la gama React, se produjeron más de 23 millones de unidades aprovechando el reciclaje de plástico equivalente a 31 millones de botellas.
La compañía ahonda en este concepto del reciclaje, con 7.500 millones de botellas de plástico procedentes de vertederos y vías fluviales que se han transformado en poliéster para calzado y ropa desde 2010. En este periodo, también ahorraron 53.500 millones de litros de agua y dejaron de usarse 200.000 kilos de pesticidas al cambiar a algodón sostenible.
Lo que sí se indica es la huella de carbono que tiene producir cada sneaker, que emite 7,33 kilos de CO2 por unidad. Si bien es un registro ligeramente mejor que el del año anterior, es treinta décimas peor que hace tres años y ha regresado a niveles de 2015.
Según las últimas estimaciones, Nike vendió más de 800 millones de pares de calzado en todo el mundo el año pasado, lo que elevaría la huella de carbono de esta categoría de producto a casi seis toneladas. Es el impacto derivado de calzar a cuatro de cada diez personas en el mundo.