Un grupo de investigadores y expertos argentinos en buceo transforma barcos abandonados en arrecifes artificiales a partir de su hundimiento. Lo hacen en la ciudad de Mar del Plata y forman parte de la Asociación Civil Thalassa.
No están solos: trabajan en conjunto con la Universidad de Mar del Plata (UNMDP) en el marco del proyecto BiodA, el cual estudia la colonización biológica de los barcos hundidos desde 2014.
Por qué se hunden barcos para crear arrecifes
Carlos Brelles, referente de Thalassa, cuenta a Economía Sustentable que el hundimiento de barcos en desuso es una maniobra que también se realiza en otras partes de Argentina, como ocurre en Las Grutas (Río Negro) y en Puerto Madryn (Chubut), al igual que en otros países, como es el caso de Brasil y Estados Unidos. En nuestro país, esta práctica se realizó por primera vez en 1981 y también sucedió en la ciudad de Mar del Plata.
¿Qué objetivo persigue? Brelles explica que “con la creación de un arrecife artificial se busca desarrollar nuevos hábitats para albergar a diferentes especies marinas, brindar un lugar de encueve para los peces, un suelo donde fijarse para las esponjas y, en definitiva, un sitio propicio para que toda la cadena trófica se desarrolle”.
“Es una práctica común en muchos lugares en donde se realiza buceo ya que ofrece nuevas propuestas turísticas, además de posibilitar la realización de nuevas investigaciones científica debajo del mar”, agrega.
Cómo se crear vida en un barco en el fondo del mar
“Cuando un barco se hunde, ya sea por un accidente (naufragio) o por un hundimiento programado (parques submarinos), sus estructuras son colonizadas por comunidades biológicas”, explica a Economía Sustentable, Gabriel Genzano, investigador referente de BiodA (Biodiversidad de Arrecifes) de la UNMdP, el proyecto científico que tiene como objetivo estudiar la biodiversidad de los arrecifes naturales (fondos rocosos) y artificiales (en zonas portuarias con barcos hundidos).
“Nuestros estudios indican que el proceso de colonización comienza en forma temprana, a los pocos días del hundimiento, con la formación de una capa o biofilm compuesta de micro algas y protozoos, la cual facilita la fijación de organismos pioneros como son las colonias de hidrozoos y las galerías fangosas de micro crustáceos», dice el investigador.
Y detalla: «Al año, las estructuras del barco se encuentran casi totalmente colonizadas por nuevos organismos, entre los que destacan los hidrozoos, anémonas, mejillones, erizos y cangrejos. También se pueden observar especies de peces típicos de los arrecifes naturales como el cocherito, el turco y algunos blénidos”.
Cuando se cumplen los 2 años del hundimiento, asegura que “las comunidades son semejantes en diversidad a aquellas halladas en los fondos naturales aledaños”. Entre los peces, además de los mencionados, se encuentran meros y estacionalmente cardúmenes de sargos, castañetas y, en menor medida, besugos.
Convertir la chatarra en un activo ambiental
“Cuando un barco está en desuso es un pasivo económico y ambiental que, en la mayoría de los casos, tiene como destino ser convertido en chatarra. En cambio, con su hundimiento y posterior creación de parque submarino puede convertirse en un activo ambiental”, destaca Genzano.
En números, se necesitan unos 300 mil dólares para llevar adelante todo el proceso de hundimiento: “La embarcación debe estar libre de todo tipo de contaminante, además de tener los papeles en regla”, asegura Brelles, y puntualiza que “son los mismos dueños de los barcos quienes financian la acción”.
Para hacer efectivo el hundimiento también se requiere la intervención de la Prefectura Naval Argentina (PNA), del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible y del Consorcio Regional Portuario de Mar del Plata. “Por reglamentación, para que toda esta actividad se pueda realizar siguiendo la normativa vigente, se necesita de una asociación civil que reciba la donación de esos buques y por eso nos sumamos nosotros”, agrega el referente de Thalassa.
Cuando se cumplen todos esos requisitos, se inicia la limpieza del barco con la que se quita cualquier sustancia que pueda ser contaminante y se acondiciona de acuerdo a un estricto protocolo para que el buceo resulte seguro.
En tanto, el primer hundimiento en el país –que también ocurrió en Mar del Plata-, sucedió en 1981 con el “Cristo Rey”, un barreminas de madera que dio lugar al parque submarino de nombre homónimo. Más tarde, con el hundimiento de los barcos Khronometer (2014), el Simbad (2022), el Sirius (2023) y el Ribazzone Dorine (2024), “se pudieron hacer estudios de colonización a profundidades nunca estudiadas (22 – 24m)”, aclara el investigador.
Y suma: “Todos estos barcos están constantemente monitoreados por nuestro proyecto de investigación con la colaboración de los buzos de la escuela de buceo Thalassa”.
Con los datos obtenidos, cuenta que brindan información sobre las comunidades de los arrecifes y, a su vez, consiguen líneas de base para brindar asesoramiento científico para su cuidado y conservación.