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Para el 2025

Las bodegas argentinas preparan una “eco-etiqueta” para identificar la huella ambiental

Se trata de una medida de comportamiento ambiental que posibilitará identificar y cuantificar la huella ambiental de una botella de vino o espumante y, a la vez, mejorar su nivel de competitividad.

En la actualidad, la Argentina es el quinto productor mundial de vino y el principal exportador de mosto a nivel mundial, concentrando su producción en las provincias del oeste, abarcando más de 230.000 ha cultivadas, predominando las uvas aptas para la elaboración de vino y mosto (92,2 %), con un bajo porcentaje de uvas para consumo en fresco (5,7 %) y para pasas (1,9%).

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La cantidad de bodegas llega a las 884, de las cuales 634 están en Mendoza, 121 en San Juan y 129 en las otras provincias vitivinícolas, con una superficie cultivada que, si se considera que a nivel mundial ronda los 7,6 millones de ha, en el país ocupa cerca del 3,03 %.

Argentina es el quinto productor mundial de vino.

La estructura productiva se caracteriza por pequeñas y medianas propiedades distribuidas en los valles irrigados de las provincias vitivinícolas en convivencia con emprendimientos de grandes escalas y altos niveles tecnológicos en las zonas sin derecho de riego. De hecho, se estima que hay aproximadamente 25.000 viñedos y 17.600 productores y que el destino principal del vino elaborado es el mercado interno, en cambio el mosto se elabora para exportación principalmente.

Trabas y oportunidades

En ese contexto, un informe de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación señala que las principales amenazas que enfrenta la vitivinicultura es la reducción de los caudales de riego derivada de la disminución de las nevadas en la cordillera de Los Andes y la retracción de los glaciares provocada por el cambio climático, lo que obliga a preservar y optimizar el uso del agua en los oasis.

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“Para enfrentar esta amenaza se deben reducir las pérdidas por infiltración en las redes de riego y, por otro lado, mejorar la eficiencia en el viñedo. Los sistemas tradicionales (riego superficial ya sea por surco o por manto) deben ser progresivamente reemplazados por sistemas de riego presurizado”, señala el documento.

Las bodegas argentinas preparan una “eco-etiqueta” para identificar la huella ambiental.

Otra amenaza derivada del cambio climático son las modificaciones en el patrón de clima: menores precipitaciones de nieve en la cordillera, más lluvias en el llano (de 200 a 250-300 mm) y cambios del patrón de lluvias (más copiosas).

El documento explica que las distintas variedades de vid requieren condiciones ambientales muy específicas para alcanzar su potencial, y los cambios en el clima pueden afectar la producción, la sanidad y la calidad de uvas y vino.

En este marco, el panorama presentado proyecta la necesidad de aumentar las investigaciones en la temática, así como disponer la mente abierta al cambio para facilitar la adaptación al nuevo escenario.

El cambio climático a su vez brinda oportunidades de desarrollo de vides en nuevas zonas de mayor altitud y latitud más austral. Por ejemplo, actualmente se están desarrollando cultivos de vid en valles cordilleranos como en Calingasta, en la provincia de San Juan, o como en la provincia de Chubut.

Sustentabilidad y ciclo de vida

En el paper se advierte sobre la preocupación por la sustentabilidad de los procesos que derivan en un producto y la reducción de los impactos ambientales asociados, teniendo en cuenta que son cuestiones explícitas en los mercados del vino ya que la sustentabilidad se introduce de forma creciente y transversal porque los consumidores exigen productos con menor impacto ambiental, así como también información más cuantificada y rigurosa, temas que a su vez las bodegas exigen a sus proveedores.

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El cambio climático a su vez brinda oportunidades de desarrollo de vides en nuevas zonas de mayor altitud y latitud más austral.

Por eso, el grupo Bodegas de Argentina, que agrupa a la mayoría de los jugadores de este sector, se encuentra llevando a cabo un plan sustentable para llegar al 2025 con la puesta en marcha de las llamadas “eco etiquetas”, en base a la experiencia que se está llevando a cabo en el marco de la Unión Europea (UE), donde los diferentes gobiernos están introduciendo el concepto de contabilidad ambiental en sus legislaciones como herramienta de proteccionismo del mercado.

Y lo hacen ante la gran cantidad de estándares, normas y protocolos sobre Sustentabilidad y Reportes de Sustentabilidad, que presentan situaciones en las que consumidores y clientes de productos y servicios están confundidos por las comunicaciones e informaciones que se aportan.

En ese sentido, el reporte de Bodegas de Argentina identifica más de 560 logos reconocidos en el mundo sobre atributos ambientales, de sustentabilidad y de responsabilidad social, por lo que la situación es todavía más compleja.

Normas homogéneas

“Las métricas e indicadores utilizados en informes y reportes ambientales y de sustentabilidad, tienen una gran variedad de fuentes y son cada vez más las organizaciones que presentan marcos de referencia o estándares que ellos mismos certifican”, detalla el trabajo en el cual se sostiene también que dichas situaciones “han motivado que se comience a trabajar en forma integrada entre organizaciones reconocidas y con trayectoria en los temas de triple impacto y se definan modelos de los futuros Reportes de Sustentabilidad”.

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El objetivo es el de homogenizar las presentaciones de los resultados de sustentabilidad y permitir al consumidor una información más clara y comparable entre organizaciones o entre distintos períodos de una misma organización.

Por eso el informe anticipa que, a partir de 2024, todas las grandes compañías de la Unión Europea tendrán que divulgar datos sobre el impacto de sus actividades en las personas y el planeta y los riesgos de sostenibilidad a los que están expuestas.

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El grupo Bodegas de Argentina se encuentra llevando a cabo un plan sustentable para llegar al 2025 con la puesta en marcha de las llamadas “eco etiquetas”.

Se trata de una directiva sobre informes de sostenibilidad de las empresas que, según sus autores, “hará que las empresas rindan más cuentas públicamente al obligarlas a divulgar periódicamente información sobre su impacto social y medioambiental”.

En opinión de la CE, con este paso se reforzará la economía social de mercado y se sentarán las bases de las normas de información sobre sostenibilidad a nivel mundial.

Se trata de nuevos requisitos de información sobre sostenibilidad que se aplicarán a todas las grandes empresas, coticen o no en los mercados de valores. Se espera que el Consejo de la UE adopte la propuesta el 28 de noviembre, tras lo cual se firmará y publicará la norma que entrará en vigor 20 días después de su publicación, mientras que las normas tendrán efecto práctico entre 2024 y 2028.

Con este modelo de información sobre sostenibilidad, se espera que el vino aumente en cantidad y calidad, porque estará más sustentada en datos mediante indicadores con definiciones y métricas más claras.

Además, es esperable que la divulgación sea solo de los temas considerados materiales y que se reduzca el exceso documental de los reportes y centrará la atención en los impactos, riesgos, oportunidades, procesos o medidas realmente “importantes”.

Identificar los riesgos

A partir de este escenario que las bodegas locales analizan que sucederá en la UE, comenzaron a desarrollar la llamada “Huella Ambiental (HA)” como una medida multicriterio de comportamiento ambiental de un bien o servicio con la perspectiva de todo el ciclo de vida.

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Aseguran que se trata de una herramienta que posibilitará identificar los aspectos ambientales más significativos y valorar los impactos en las diferentes categorías en cada etapa del ciclo de vida.

Las bodegas locales comenzaron a desarrollar la llamada “Huella Ambiental (HA)” como una medida multicriterio de comportamiento ambiental de un bien o servicio con la perspectiva de todo el ciclo de vida.

El objetivo es lograr que para el 2025 los distintos actores que forman parte del sector vitivinícola logren tener conocimientos de las metodologías necesarias para cuantificar las huellas ambientales, al menos de los productos destinados a la exportación a la UE, como también mejorar su comportamiento ambiental y su nivel de competitividad.

“Se pretende mantener y/o conquistar nuevos mercados externos que permitan mayor rentabilidad y desarrollo al sector”, agrega el paper de Bodegas de Argentina, el cual también aclara que otros objetivos a corto plazo son los de desarrollar un modelo de análisis del ciclo de vida del vino y el espumante y modelar un formato que recopile los datos necesarios para poder cuantificar la huella ambiental estos productos.

Además, las bodegas locales podrán desarrollar la documentación y acordar la metodología para el cálculo de la Huella Ambiental siguiendo las posturas que países de otras regiones decidan junto con la OIV y el Grupo Mundial de Comercio del Vino.

También el de considerar a la Huella Ambiental, como una herramienta para identificar procesos ambientalmente intensivos y promover la reducción de impactos no deseados y el cuidado de los recursos, permitiendo, además, ahorros económicos para las bodegas.

Comportamiento ambiental

En dicho contexto, la idea de las empresas locales es la de contar con una eco-etiqueta que, en una escala determinada, indique el nivel de sustentabilidad de un producto o de una bodega, sabiendo que la Huella de Carbono o la Huella Hídrica se limitan a una evaluación monocriterio y definiendo una metodología y reglas específicas para el cálculo de la Huella Ambiental de productos y sectores.

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Del mismo modo se fomentará el uso de la Huella Ambiental para medir el comportamiento ambiental de los productos y las organizaciones; mitigar las emisiones de carbono para llegar al Net Zero; reducir la Huella Hídrica; ahorrar en eficiencia energética; desarrollar la economía circular; eliminar sustancias peligrosas; fomentar la agricultura orgánica y llevar a cabo controles ambientales efectivos.

El apuro de las bodegas locales por aplicar esta nueva metodología ambiental y generar la eco-etiqueta tiene que ver con la agenda de obligaciones que la UE le impone a los productores del exterior como solicitar los valores de huella de carbono de los productos que ingresan a su territorio; informar las emisiones implícitas en ciertos productos importados, sin necesidad de pagar un impuesto al carbono, medida que afectará en principio a la importación de hierro, acero, cemento y fertilizantes, para luego extenderse a maderas, papel y alimentos, entre otros.

A partir del 2028 las empresas ubicadas fuera de la UE, deben presentar reportes de sustentabilidad sobre las definiciones del modelo ESRS.

“Por eso es importante definir los objetivos de la organización y sus metas, para luego seleccionar el estándar/marco de referencia junto con las métricas específicas dentro de cada categoría seleccionada y asignarles el indicador ambiental y su unidad de medida” detalla el informe de Bodegas de Argentina.

El documento señala también que para seleccionar métricas, se pueden considerar las siguientes reglas:

  • Relevante e importante para las bodegas
  • Reflejar el impacto en el ambiente directa o indirectamente
  • Facilidad de implementación (es decir, datos disponibles, cálculos sencillos)
  • Facilidad de comunicación dentro de las organizaciones
  • Facilidad de evaluación comparativa entre diferentes organizaciones
  • Accionable (se puede traducir fácilmente en acciones para realizar mejoras)
  • Se aplica a todas las geografías (es decir, regiones, países, etc.)
  • Estandarizado y cuantificado

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Fecha de publicación: 24/11, 3:21 pm