Expertos afirman que la Antártida se está derritiendo y podrían activarse volcanes ocultos
Bajo la aparente calma del continente helado se esconde una amenaza latente: varios volcanes que podrían alterar el equilibrio climático.
Bajo la vasta y tranquila capa de hielo de la Antártida se oculta una amenaza creciente: enormes volcanes inactivos, sepultados bajo varios kilómetros de hielo. Si alguna de estas grietas volcánicas llegara a activarse, el impacto no sería solo por la erupción de lava, sino por un efecto en cadena que podría acelerar el derretimiento del hielo y agravar aún más la crisis del cambio climático.
Cada año, la Antártida pierde alrededor de 150.000 millones de toneladas de hielo. Este proceso no solo contribuye al aumento del nivel del mar, sino que también altera el equilibrio de presiones en la corteza terrestre. Al desaparecer el hielo, la capa que «presiona» las cámaras de magma debajo del suelo se aligera, lo que facilita la expansión del magma. Es como si levantáramos la tapa de una olla a presión. El resultado es una mayor probabilidad de erupciones volcánicas.
Pero no se trata de cualquier tipo de erupción. A diferencia de los volcanes visibles en la superficie, las erupciones subglaciales quedan atrapadas bajo el hielo. Su calor erosiona la capa desde abajo, derritiéndola de manera gradual y acelerando el proceso de pérdida de hielo. Este ciclo de retroalimentación actúa como un reloj, una vez en marcha, imposible de detener.
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Nuestro planeta ya dio señales claras de que esta grieta podría convertirse en un problema grave. Los estudios sobre deglaciación pasada, es decir, la pérdida de hielo y glaciares, demostraron que, a medida que el hielo se derrite, la actividad volcánica aumenta. Los investigadores señalan que esta relación no es casual: la pérdida de hielo parece ser el factor desencadenante de la mayor actividad volcánica.
El hielo antártico no solo mantiene la estabilidad de la región, sino que también regula el nivel del mar. La capa de hielo de la Antártida Occidental, más vulnerable debido a su tamaño, es la más expuesta al riesgo. Aunque solemos prever su futuro considerando el cambio climático, rara vez incluimos el factor volcánico en nuestros análisis.
Un equipo de investigadores liderado por la geoquímica Allie Coonin, de la Universidad de Brown, realizó miles de simulaciones para estudiar qué sucedería si el hielo sigue derritiéndose. Los resultados no son prometedores. Las erupciones causadas por este proceso liberarían más calor, acelerando aún más la pérdida de hielo.
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Además, cuando el magma se enfría, el dióxido de carbono y el agua atrapados en su interior pueden formar burbujas de gas, generando presión y aumentando las posibilidades de nuevas erupciones. En resumen, este fenómeno no solo es plausible, sino que podría intensificarse con el tiempo.
Una vez que este ciclo se active, será imposible detenerlo. Funciona como una máquina autosostenible, intensificando sus efectos a medida que avanza. Las erupciones podrían mantenerse activas durante siglos, liberando calor que desgasta el hielo de manera continua desde abajo.
Aunque las erupciones subglaciales no tendrían el mismo impacto visual que las volcánicas convencionales, sus consecuencias serían igualmente graves. Más pérdida de hielo, mayor aumento del nivel del mar y un ecosistema global aún más desestabilizado.
Los científicos coinciden en la necesidad urgente de obtener más información. Esta investigación, publicada en noviembre de 2024 en Geoquímica, Geofísica, Geosistemas, subraya la importancia de incorporar estos procesos en los modelos climáticos actuales.
Por el momento, la grieta volcánica bajo la Antártida sigue en silencio, pero el futuro de la Tierra depende de comprender mejor estos mecanismos subestimados y cómo podrían agravar los desafíos del cambio climático.