Este es el país del desierto sin ríos que logró abastecer a millones de personas con agua potable
Con decenas de plantas en operación y una millonaria inversión, Arabia Saudita se transformó en el mayor productor mundial de agua potable.
En medio de uno de los desiertos más extensos del planeta se encuentra un país sin ríos ni fuentes naturales de agua dulce, pero que aun así logró garantizar agua potable para millones de personas e incluso exportarla. Lejos de verse limitado por su geografía árida, supo adaptarse con soluciones innovadoras. Ese país es Arabia Saudita.
Transformar agua de mar en potable para el consumo humano
Con una superficie de aproximadamente 2,15 millones de kilómetros cuadrados, el Reino no cuenta con ríos permanentes debido a su clima predominantemente desértico. Sin embargo, esto no le impidió convertirse en el principal productor mundial de agua desalada. La clave: transformar el agua de mar en agua apta para el consumo humano.
Arabia Saudita opera actualmente 31 plantas desalinizadoras distribuidas en 17 puntos estratégicos del país, con una fuerza laboral de más de 10.000 personas. Además, tiene varias nuevas plantas en construcción, en un ambicioso plan de expansión que ya suma más de 24 mil millones de dólares en inversiones.
Desalinización: tecnología vital en una región sedienta
La producción de agua desalada permite al país hacer frente al histórico déficit hídrico y satisfacer la creciente demanda de agua en hogares, agricultura e industria. La primera planta fue inaugurada en 1907, marcando el inicio de una estrategia de largo plazo sin la cual el país no podría haber prosperado como lo hizo.
Arabia Saudita no está sola en esta apuesta. En Medio Oriente, una de las regiones más áridas del mundo, la desalinización se convirtió en una necesidad urgente. Climas extremos, lluvias escasas y suelos áridos contrastan con economías fuertes impulsadas por los recursos petroleros, lo que permite invertir en soluciones tecnológicas a gran escala.
Hoy, más de 150 países y regiones en todo el mundo utilizan plantas y dispositivos de desalinización como respuesta a la escasez de agua, demostrando que la tecnología puede revertir incluso las condiciones más hostiles.
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