Encontraron 1300 círculos con forma de “huevo frito” en el fondo del mar, ¿a qué corresponden?
Estas formaciones de 20 metros de diámetro se descubrieron bajo el Mediterráneo cerca de Córcega en 2013. Detalles.
En las profundidades del mar Mediterráneo, a unos 12 kilómetros de la costa de Córcega, un enigma arqueológico y natural comenzó a desvelarse en 2013. Durante una expedición liderada por la bióloga marina Christine Pergent-Martini, un sonar de última tecnología captó imágenes sorprendentes: una serie de círculos perfectos, cada uno con un diámetro de 20 metros, dispuestos de manera simétrica sobre el lecho marino. Estos patrones tan inusuales fueron descritos por los investigadores como «huevos fritos» debido a su forma: círculos claros con un centro oscuro.
Este descubrimiento, a 120 metros de profundidad, dio lugar a un sinfín de preguntas. «No teníamos idea de qué era eso», admitió Pergent-Martini tras analizar las imágenes. Las primeras teorías iban desde formaciones naturales hasta estructuras humanas antiguas, pero la falta de información limitaba las conclusiones. Así comenzó un largo proceso científico que combinaría avances tecnológicos, inmersiones extremas y la colaboración de expertos internacionales.
Aunque al principio los recursos para continuar la investigación eran limitados, un antiguo alumno de los Pergent, el explorador Laurent Ballesta, se unió al esfuerzo. Su pasión por los misterios del océano y su habilidad para operar en condiciones extremas llevaron la investigación a un nivel completamente nuevo, revelando que el mar todavía guarda secretos por descubrir.
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El Mediterráneo, con más de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, fue testigo de civilizaciones milenarias. Sin embargo, sus profundidades permanecieron en gran parte inexploradas, sobre todo en áreas que se encuentran a una profundidad intermedia: demasiado profundas para los submarinos comerciales, pero inaccesibles para los buceadores convencionales. Este “territorio intermedio” fue el objetivo del equipo de Pergent-Martini, que lideraba un proyecto para mapear el fondo marino y estudiar la biodiversidad de los arrecifes profundos.
El día del hallazgo comenzó como cualquier otro, con el sonar proyectando imágenes de arenas y pequeñas rocas. Pero cuando los primeros círculos aparecieron en pantalla, el asombro se apoderó de los investigadores. Los círculos eran tan simétricos que parecían obras de ingeniería humana. Al investigar más, lograron identificar más de 1.300 de estas formaciones en un área de aproximadamente 15 kilómetros cuadrados.
Sin embargo, las limitaciones tecnológicas y la falta de claridad en las imágenes obtenidas generaron más preguntas que respuestas. El equipo utilizó vehículos operados remotamente (ROVs) para capturar videos de los círculos, pero la visibilidad no fue suficiente para determinar su origen. Además, la escasez de financiamiento obligó a los investigadores a suspender temporalmente sus estudios.
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La formación de los círculos está vinculada a la evolución del clima y las condiciones del mar en los últimos 21.000 años, desde la última glaciación. Según los estudios realizados por los equipos de Pergent y Ballesta, estos círculos son el resultado de una interacción natural entre algas calcáreas conocidas como ródolitos y los cambios en el nivel del mar.
Durante un período en que el Mediterráneo era más somero, las algas empezaron a crecer en forma de cúpulas debido a la exposición al sol. Con el derretimiento de los glaciares y el consecuente aumento del nivel del mar, las algas más antiguas murieron, dejando sus restos, que luego formaron los anillos. Las corrientes marinas jugaron un papel clave al empujar los fragmentos hacia los bordes, perfeccionando las formas circulares que hoy se observan.
“Todavía no tenemos todas las pruebas, pero no hay nada que contradiga nuestra teoría”, señaló Ballesta a National Geographic.
Además de su importancia geológica, la zona de los círculos alberga un ecosistema rico y frágil. Se encontraron especies raras como blenios de Zvonimir y corales amarillos, que solo prosperan en estas condiciones específicas. Parte del área ya está protegida por el Parque Marino Natural de Cap Corse y Agriate, pero aproximadamente dos tercios de los círculos permanecen fuera de los límites protegidos.