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En plazas, escuelas y el agua que llega a las casas: cóctel de venenos en Lobos y otra prueba del desastre agrotóxico

Científicos del INTA constataron presencia de plaguicidas de uso agrícola en todos los ámbitos y espacios del distrito. Detalles y resultados.

Otra confirmación del desastre ambiental que viene consolidando un modelo de agricultura atado al uso irrestricto de plaguicidas de síntesis química. Un monitoreo llevado a cabo por científicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Balcarce reveló la presencia de agrotóxicos en todos los ámbitos urbanos y rurales de Lobos, en la provincia de Buenos Aires.

El trabajo, al que Economía Sustentable accedió en las últimas horas, resultó motorizado por Aporte Por el Ambiente de Lobos (APAL), organización que integra a colectivos locales y mantiene una férrea oposición al uso de venenos en el distrito. Y además, en simultáneo, fomentan la producción agroecológica de alimentos.

Entre las conclusiones más relevantes, el informe confirma que el monitoreo arrojó presencia de pesticidas en el aire de la ciudad, así como acumulación de residuos en plazas y jardines, y también vestigios de venenos en el agua de la reconocida laguna local.

Uno de los datos más preocupantes refiere a la detección de agrotóxicos cancerígenos como el herbicida 2,4-D en las aguas que nutren a la red que abastece a los hogares.

“Encontramos 11 plaguicidas en aguas subterráneas a diferentes profundidades, incluso las utilizadas por las estaciones de bombeo municipales (a 50 metros de profundidad)”, se indica en un documento difundido por APAL.

“Para que entendamos la gravedad de esta situación tomemos como ejemplo uno de los herbicidas encontrados, el 2,4-D. En la bomba 19, perteneciente a la red de agua corriente de Lobos encontramos niveles del herbicida 2,4-D, que están 45 veces por arriba de lo aceptado por la Unión Europea que es la referencia tomada por el INTA en estos casos”, añade la organización.

Inicio del documento que divulgó APAL.

Hay más: el equipo del INTA, encabezado por Virginia Aparicio, también constató contaminación con plaguicidas en muestras de agua de lluvia. “En el informe se registra el hallazgo de 10 plaguicidas en la muestra de agua de lluvia tomada en la plaza principal de Lobos el 8 de abril. Nos llueven en la cabeza herbicidas e insecticidas, las mayores concentraciones fueron de atrazina, fipronil y, otra vez, 2,4-D”, expone APAL.

“Se tomaron muestras, además, en los árboles cercanos para medir el impacto de estas aguas y vapores contaminados en el material vegetal. Nos encontramos para nuestra sorpresa con 6 plaguicidas a pesar de que esperábamos encontrar 1 o 2”, agrega el texto del colectivo.

La presencia de los venenos también se corroboró en los establecimientos educativos del distrito.

“Tomamos muestras en la Escuela N°3 de Chacras y en la plaza 1810. Allí también encontramos 5 plaguicidas. Debajo de los juegos de la Escuela N°3 registramos importantes cantidades de glifosato y también en la plaza principal de Lobos”, se comenta en el documento que refleja los hallazgos del INTA.

En cuanto a la situación específica de la laguna, el trabajo indica presencia de pesticidas en los arroyos y canales que abastecen de agua y sedimentos al espejo en cuestión.

En estos cursos de agua encontramos 12 plaguicidas debido posiblemente al lavado de los campos de cultivo durante los eventos de lluvia, y en los sedimentos también encontramos 7 plaguicidas mayormente glifosato, 2,4-D y clorpirifos”, resume el texto.

La pericia constató la presencia de plaguicidas en los afluentes de la laguna local.

Toxicidad de los venenos detectados

En marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), vinculada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró que existe evidencia suficiente para relacionar al glifosato con, precisamente, la proliferación del cáncer.

Un estudio local contundente en cuanto a demostrar la toxicidad del compuesto fue realizado por Andrés Carrasco, un científico que -fallecido en mayo de 2014- llegó a presidir el CONICET y probó que la sustancia produce desde muerte celular hasta malformaciones.

La investigación de Carrasco reportó estos daños, con el agravante de que la experiencia se llevó a cabo sobre concentraciones de glifosato mucho menores a las que hoy se aplican en los campos.

En la actualidad, los efectos nocivos sobre la salud humana y el medioambiente en general derivados de la aplicación de glifosato pueblan las páginas de más de 1.000 trabajos científicos independientes desarrollados alrededor del mundo.

Sobre el 2,4-D la bibliografía disponible también lo vincula con el cáncer, entre otros efectos nocivos, mientras que la atrazina es de uso prohibido en sitios como Europa desde 2004 por su toxicidad elevada. El insecticida finopril, en tanto, puede provocar daño hepático y renal en instancias de gran exposición al plaguicida.

Por último, el clorpirifos es un organofosforado que irrumpió en la escena del campo durante los años 60. Hoy por hoy, es pulverizado en casi 100 países sobre medio centenar de cultivos diferentes. El tenor de su toxicidad originó condenas legales en años recientes.

Dow, desarrolladora del veneno, fue multada en 1995 y 2003 por ocultar casi 250 casos de intoxicación con ese plaguicida sólo en los Estados Unidos.

Durante años, la empresa publicitó al insecticida como producto “seguro”. En la sumatoria de ambas sanciones, Dow culminó desembolsando a modo de pena más de 2,7 millones de dólares.

Ya en 2011, un estudio concretado por la universidad norteamericana de Columbia vinculó al insecticida con numerosos casos de niños afectados con retrasos mentales y físicos en zonas cercanas a Nueva York.

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Fecha de publicación: 20/05, 3:35 pm