Científicos hallaron algo inesperado en la Tierra y resalta la necesidad del tratamiento de los residuos
En paisajes donde alguna vez predominó la actividad industrial, lo que parecía parte del entorno contaminado empieza a adquirir una nueva forma. Restos urbanos y escoria de fábricas comenzaron a consolidarse en estructuras que simulan formaciones rocosas, lo que sugiere que ciertos desechos ya están siendo incorporados a los procesos físicos del planeta.
Estos hallazgos indican que la Tierra no solo produce rocas a partir de sedimentos naturales: ahora, también genera nuevos tipos de materiales geológicos a partir de residuos humanos. La actividad industrial y sus desechos están dando lugar a una geología híbrida, impulsada por la intervención humana.
El estudio, publicado en la revista Geology, se llevó a cabo en Derwent Howe, una colina artificial en la costa del mar de Irlanda, formada por décadas de acumulación de residuos siderúrgicos. A simple vista, el terreno parecía un simple depósito de restos industriales. Pero al examinarlo en detalle, los investigadores hallaron formaciones con capas, fracturas y vetas propias de las rocas consolidadas.
Cómo puede la basura transformarse en roca
Gracias a herramientas como la microscopía electrónica y la difracción de rayos X, se comprobó que estos materiales habían comenzado un proceso real de litificación. Entre los fragmentos solidificados se encontraron objetos típicos del siglo XX, como una anilla de lata posterior a 1989 y una moneda de 1934. Estos elementos permitieron fechar el proceso de litificación en menos de 35 años.
La litificación -el paso de sedimentos sueltos a roca sólida- normalmente requiere millones de años, condiciones de presión, temperatura y la acción de minerales. Sin embargo, en este caso, se produjo cerca de la superficie y en apenas unas décadas.
La clave está en la composición de los residuos industriales, ricos en calcio, hierro, magnesio y manganeso. Al reaccionar con el aire marino, estos elementos forman minerales como calcita, goethita y brucita, que funcionan como cemento natural, rellenando los espacios entre fragmentos y dando lugar a una masa compacta. La humedad, la salinidad y el viento del entorno costero aceleran aún más este proceso. Así, materiales que alguna vez fueron escoria se transforman en roca sólida y estable.
Rocas antropoclásticas: el nuevo registro geológico de la Tierra
Las formaciones halladas fueron clasificadas como rocas antropoclásticas, una categoría geológica emergente que define a aquellas rocas cuya existencia depende directamente de la intervención humana. Se caracterizan por incorporar fragmentos manufacturados y residuos artificiales dentro de su estructura.
Este tipo de rocas surge en entornos vinculados al desecho industrial y se consolida con una rapidez inusual en términos geológicos. Además, no se trata de un fenómeno aislado: hay evidencia de procesos similares en distintas partes del mundo.
En la costa vasca, por ejemplo, se observaron formaciones comparables en la zona de Gorrondatxe. Sin embargo, en ese caso no fue posible establecer una fecha precisa para su origen. Lo que hace único al caso de Derwent Howe es justamente la posibilidad de datación clara, gracias a los objetos modernos encapsulados en el material rocoso.
Todo indica que la Tierra ya comenzó a integrar de forma tangible elementos de origen humano en su registro geológico. Plásticos, metales procesados y fragmentos cerámicos están quedando atrapados dentro de formaciones sólidas, lo que marca una transformación profunda en la forma en que entendemos los ciclos naturales de la materia.
El hecho de que materiales artificiales puedan litificarse en tan poco tiempo obliga a replantear nuestras ideas sobre la durabilidad del impacto humano. Estas rocas no solo sellan residuos, sino que también tienen el potencial de encapsular contaminantes como microplásticos y metales pesados, generando interrogantes sobre su comportamiento químico a largo plazo.
Las implicancias de este fenómeno son múltiples. Entre ellas:
- Incorporación de contaminantes al sustrato geológico.
- Formación artificial de suelos, con potencial para alterar ecosistemas.
- Transformaciones del paisaje costero a partir de estructuras no naturales.
Este escenario resalta la urgencia de repensar la gestión de residuos industriales, especialmente en zonas cercanas al mar, donde las condiciones ambientales aceleran estos procesos de litificación.