Avanza la construcción del satélite argentino que estudiará los océanos a partir de 2025
Se ultiman detalles de los paneles solares de cara a su lanzamiento. Esta tecnología será clave para la misión, ya que provee la energía necesaria para su funcionamiento.
Con el objetivo de estudiar los océanos, se ultiman los detalles de los paneles solares del satélite argentino que se lanzará en 2025. Se trata de equipos con alta eficiencia y resistentes a la radiación solar.
La próxima misión satelital argentina, denominada SABIA-Mar, avanza en su fase de fabricación. En este sentido, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ya entregó a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) dos de los cuatro paneles solares que llevará a bordo el equipo.
Los paneles solares garantizan el funcionamiento de los instrumentos durante toda su vida útil; y además, el satélite cuenta con una batería que almacena energía para usarla cuando pasa por detrás de la sombra que proyecta la Tierra.
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“Los módulos fotovoltaicos de este satélite son el proyecto de mayor envergadura en el cual estamos trabajando”, afirma Hernán Socolovsky, jefe del Departamento Energía Solar de la CNEA.
La misión se enfoca en el estudio de los mares a nivel global, especialmente en las regiones costeras de Argentina y Sudamérica, y su lanzamiento está previsto para principios de 2025.
El nuevo sistema consta de cuatro paneles que miden 1,80 x 1,20 metros y pesan 12 kilos. En total cuenta con una superficie de 10 metros cuadrados y 2400 celdas que generarán una potencia de 2400 watts.
“Dos de estos paneles ya fueron finalizados y enviados al Centro Espacial de la CONAE en Córdoba para hacer los ensayos de ciclado térmico en vacío”, sostiene Socolovsky.
“Los otros paneles aún están en el laboratorio de la CNEA en una etapa muy avanzada. Sólo falta hacer la medición eléctrica para verificar que generan la potencia para los cuales fueron dimensionados. En uno o dos meses estarán siendo enviados a la CONAE”, agrega.
“Para las espaciales deben cumplir requisitos como la alta eficiencia, para proveer potencia a todos los instrumentos del satélite donde están instaladas, y resistencia al daño por radiación, dado que en el ambiente espacial hay partículas cargadas que pueden dañarlas. Además, no deben degradarse por otros factores y tienen que ser estables en el tiempo”, cuenta Marcela Barrera, física del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología que depende de la CNEA y el Conicet.
“Les hicimos mediciones eléctricas y funcionan, se comportan como una celda solar. Ahora buscamos introducir mejoras en el proceso de fabricación para optimizar sus parámetros eléctricos”, concluye Barrera.