Así es el desierto de plásticos más grande del planeta que afecta a la vida animal y humana
Algunos estudios indican que se necesitarían al menos 67 barcos trabajando durante un año entero para limpiar menos del 1% del área afectada.
Cuando se piensa en desiertos, lo primero que se viene a la mente es el Sahara, con sus vastas dunas y su clima inhóspito. Sin embargo, el desierto más extenso del mundo no se encuentra en tierra firme ni está hecho de arena, sino de plásticos y desechos que flotan en el océano. Se trata de la Gran Mancha de Basura del Pacífico, una amplia área en el Océano Pacífico que se transformó en un auténtico vertedero flotante, superando en tamaño incluso al desierto del Sahara.
Desde su descubrimiento a finales de los años 90, este fenómeno llamó la atención de científicos y activistas ambientales. No se trata solo de un problema estético o de contaminación visual; la enorme cantidad de plástico y residuos que conforman esta mancha tiene un impacto devastador en los ecosistemas marinos y puede repercutir a largo plazo en toda la cadena alimentaria, afectando también a los seres humanos.
La Gran Mancha de Basura del Pacífico se localiza en el giro del Pacífico Norte, una corriente oceánica que actúa como un gigantesco remolino, atrapando desechos que se acumulan en la superficie del mar. Se estima que alrededor del 80% de estos residuos proviene de fuentes terrestres, como plásticos desechados, mientras que el 20% restante es resultado de actividades en alta mar, como redes de pesca abandonadas, según la National Geographic Society.
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Este giro oceánico funciona como una trampa natural, donde millones de toneladas de basura son atraídas hacia su centro. Esta “isla” de desechos, a menudo comparada en tamaño con Texas, no se presenta como una masa continua, sino que está compuesta por microplásticos que flotan justo debajo de la superficie. Estos pequeños fragmentos de plástico son extremadamente difíciles de limpiar y suponen una amenaza considerable para la vida marina.
La contaminación por plásticos tiene un impacto devastador en la fauna marina. Muchos animales, como tortugas, aves y peces, confunden estos plásticos con alimentos. Por ejemplo, las tortugas marinas a menudo confunden las bolsas de plástico con medusas, un alimento habitual en su dieta, lo que puede resultar en su asfixia o obstrucción intestinal. Además, las redes de pesca abandonadas, conocidas como “redes fantasmas”, pueden atrapar y ahogar a mamíferos marinos como focas y ballenas.
Además, los microplásticos no solo flotan en la superficie, sino que también interfieren con la cadena alimentaria al bloquear la luz solar necesaria para que organismos como el plancton y las algas realicen la fotosíntesis. Estos organismos son esenciales para la supervivencia de muchas especies, y su reducción puede provocar un efecto dominó en todo el ecosistema.
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¿Es posible limpiar este desierto de plástico?
La magnitud del problema hace que encontrar soluciones sea complejo. Limpiar la Gran Mancha de Basura del Pacífico es una tarea monumental. Algunos estudios indican que se necesitarían al menos 67 barcos trabajando durante un año entero para limpiar menos del 1% del área afectada. Además, el desafío de los microplásticos radica en su tamaño; las redes de limpieza podrían capturar también organismos marinos, lo que complicaría aún más la situación.
No obstante, iniciativas como The Ocean Cleanup están intentando enfrentar este reto mediante tecnologías innovadoras que capturan plásticos más grandes antes de que se descompongan en microplásticos. Aunque estas acciones son valiosas, los expertos coinciden en que la solución más efectiva es prevenir que más plástico llegue a los océanos, lo que implica un esfuerzo global para reducir el uso de plásticos de un solo uso y mejorar la gestión de residuos.