Alerta global por los desastres naturales: “El cambio climático los está fortaleciendo”
La física y distintos estudios sugieren que a medida que el mundo se calienta, los huracanes y otros ciclones tropicales se fortalecen .
Los huracanes se están haciendo más poderosos en todo el mundo, según muestra un análisis de datos de observación que respalda lo que la teoría y los modelos informáticos han sugerido durante al menos cuatro décadas: el cambio climático está haciendo que las tormentas sean más intensas y destructivas.
El análisis de imágenes satelitales que datan de 1979, muestra que el calentamiento aumentó la probabilidad de que un huracán llegue a la categoría 3 o superior, con vientos sostenidos de más de 110 millas por hora.
“La tendencia está ahí y es real”, dijo un investigador de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, y autor principal del estudio, publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Kerry Emanuel, un experto en huracanes del Instituto de Tecnología de Massachusetts que no participó en el estudio, dijo que los hallazgos estaban “muy en línea con lo que se esperaba”.
La física sugiere que a medida que el mundo se calienta, los huracanes y otros ciclones tropicales se fortalecen porque a mayor temperatura, el agua proporciona más energía que alimenta estas tormentas.
Y las simulaciones climáticas han mostrado durante mucho tiempo un aumento de huracanes más fuertes a medida que continúa el calentamiento.
Soberanía y seguridad alimentaria
En abril pasado, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, en la sesión virtual del Consejo de Seguridad sobre el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad Internacional: Protección de los civiles afectados por el hambre provocada por conflictos, advertía que la población mundial afronta ahora la pandemia de la COVID-19 y la del hambre.
En este momento, “millones de civiles que viven en naciones afectadas por conflictos se enfrentan al hambre”.
Según estimaciones de la FAO, en 2011 “aproximadamente 1/3 de los alimentos del mundo se perdían o desperdiciaban cada año”, sin embargo, aseguró Beasley, “821 millones de personas se acuestan con hambre en todo el mundo, con hambre crónica”.
Lo muestra el Informe global sobre crisis alimentarias 2020, según Beasley, que señaló que además a finales de año con la COVID-19 se podrían sumar 265 millones de personas por un análisis del Programa Mundial de Alimentos.
El responsable de soberanía alimentaria de la organización Amigos de la Tierra, Andrés Muñoz Rico, señala en entrevista a EFE que “la actividad humana ha propiciado esta crisis climática”, pero, además, viene propiciado también por una “pérdida de biodiversidad, de semillas, de plantas y de animales que criamos”.
Pérdida de biodiversidad y cambio climático
“Los efectos meteorológicos como los propios ciclos productivos alteran las producciones y las cosechas, lo cual dificulta la garantía de abastecimiento alimentario a muchas poblaciones del mundo”, asegura.
“Cada vez hay menos diversidad en esas especies que se producen y eso también genera un riesgo desde el punto de vista de la soberanía y seguridad alimentaria”.
En el mundo más del 60 % de las semillas, por tanto la producción agroalimentaria y agroquímica están controladas por tres grandes grupos empresariales, Bayer–Monsanto, Singenta y Dupont.
Advierte Muñoz Rico, que, además, “la ganadería industrial está provocando que cada vez se críen menos especies en cuanto a diversidad”.
Monocultivos y agroindustria
Desde Amigos de la Tierra “nos preocupan mucho la proliferación de los monocultivos, uno de los más preocupantes es el cultivo de la soja, que es de origen transgénico, utiliza gran abundancia de agrotóxicos” y está directamente relacionado “con la deforestación de enormes bosques como en América del Sur, sobre todo en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay”.
Este monocultivo, además, está propiciado por una “producción industrial de carne que demanda esa enorme producción de soja”.
Al final, es todo una “fotografía de conjunto del sistema alimentario” y, sobre todo, del modelo de ganadería y agricultura industriales “que es uno de los orígenes del cambio climático, y, a la vez, causa de esta crisis social y ambiental que va a derivar en este contexto de la COVID-19 en un problema de soberanía y seguridad alimentaria”.
Otros problemas que plantean los monocultivos “son la acaparación de tierras, que en muchas ocasiones conlleva el empobrecimiento de la población local“, como sucede en el sur global “con el gran negocio de la agroindustria en Africa y América del Sur, pero también en Europa”.
En Europa “hay cada vez menos población rural que pueda vivir de su actividad y no son capaces de vivir de su propia renta agraria”.