Dos gigantes de la industria automovilística sellan alianza para producir un motor más ecológico

BMW y Toyota forjaron una alianza innovadora, trabajando en un motor que promete ser aún más sorprendente que su combinación de electricidad e hidrógeno. De esta manera, el año 2025 marcará un hito significativo en esta evolución, anticipando la llegada de nuevas tecnologías automovilísticas. Con el aumento de regulaciones ambientales y la demanda de opciones más ecológicas, el mercado se verá inundado de alternativas que van más allá de simplemente reducir las emisiones de CO2.

Estas innovaciones también incluirán avances tecnológicos sin precedentes en el ámbito de la movilidad. Aunque el automóvil seguirá siendo el elemento central de los desplazamientos, la lucha contra el cambio climático requiere un giro en la dirección, y las nuevas soluciones están diseñadas para satisfacer esa necesidad. Los dos pilares fundamentales de esta transformación son el cuidado del medioambiente y la tecnología, acompañados por un cambio en los hábitos de consumo, donde los usuarios son cada vez más exigentes, conscientes del clima y con un alto uso de la digitalización en su vida diaria.

A diario, millones de desplazamientos tienen lugar en ciudades y áreas urbanas, donde circulan coches, autobuses, trenes, aviones y otros medios de transporte. Por ello, este sector se encuentra entre los más contaminantes y necesita una urgente transformación. En este contexto, BMW y Toyota unieron fuerzas para desarrollar un motor innovador que responda a la demanda de eficiencia de los usuarios y a las exigencias de sostenibilidad de las autoridades.

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Sellan alianza para producir un motor más ecológico

BMW comenzará la producción masiva de coches de hidrógeno en 2028 en colaboración con Toyota. Estas dos importantes empresas unieron esfuerzos para desarrollar componentes para sistemas de pilas de combustible de próxima generación. En los últimos años, ambas realizaron significativas inversiones en la tecnología de vehículos de hidrógeno, manifestando su interés por crear coches impulsados por este recurso, así como la infraestructura necesaria, incluyendo estaciones de recarga de hidrógeno.

A primera vista, esto podría parecer una estrategia para competir con los vehículos eléctricos, pero hay factores importantes a considerar para quienes se preocupan por la sostenibilidad y el impacto ambiental. Una de las principales barreras para el éxito de los vehículos de hidrógeno es su elevado costo de producción, que resulta mucho más alto en comparación con el de los vehículos eléctricos.

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Un desafío que tienen que enfrentar tanto fabricantes como consumidores, que terminan decantándose por otras piezas más asequibles. Toyota y BMW trabajan para bajar estos costes, pero la producción masiva de coches de hidrógeno continúa siendo un desafío. Por ejemplo, Toyota vende su modelo Mirai en precios que rondan los 19.000 euros en Estados Unidos, una cifra muy por debajo del coste de producción, que es entre dos y tres veces mayor.

Esta práctica muestra la necesidad de atraer la atención de los consumidores. Sin embargo, esta tecnología todavía no llega a ser tan competitiva como los vehículos de combustión.

Proyecciones de Toyota y BMW

BMW y Toyota revelaron sus planes para establecer una red de estaciones de hidrógeno, aunque aún falta determinar si esta infraestructura podrá expandirse al ritmo de la demanda. Hasta ahora, los consumidores muestran una mayor preferencia por los vehículos eléctricos, que pueden recargarse en casa o en una extensa red de estaciones de carga pública.

La visión de Toyota y BMW es que el hidrógeno se convierta en la principal fuente de energía para automóviles para 2040, superando a los vehículos eléctricos, híbridos enchufables e incluso a los de triple motor eléctrico.