“Imanes” de talento en Latinoamérica: cuáles son las mejores cinco ciudades para emprender
Según el estudio The Global Startup Ecosystem Report 2020, publicado el pasado 25 junio por la empresa de investigación Startup Genome, cinco ciudades latinoamericanas se destacan por albergar a algunos de los ecosistemas startup con el mayor potencial a nivel mundial.
Las mejores
Entre otras 270 urbes de 100 mercados emergentes, la Ciudad de México y Bogotá cuentan con la mayor puntuación de las ciudades de Latinoamérica incluidas en este ranking, aunque cada una descolla en áreas específicas. La capital mexicana obtuvo la mejor puntuación de la región en cuanto a talento humano, con una nota de 9 sobre 10. En esta categoría, se evalúa la calidad y el acceso a recursos humanos calificados en programación de software, ciencia y tecnología.
En comparación con otros centros emergentes de startups en el mundo, las plazas latinoamericanas tienen una baja puntuación en alcance de mercado, donde únicamente sobresale Bogotá, con 9 puntos. Un buen desempeño en esta área implica que las startups con sede en esta ciudad se benefician por un amplio acceso a clientes, lo que les permite conquistar un segmento relativamente rápido y, así, internacionalizarse.
Curitiba, la única metrópolis de las incluidas en este gráfico que no es capital nacional, es la que ha obtenido la mejor nota en desempeño general del ecosistema startup, con una puntuación de 7 sobre 10. La ciudad brasileña que vio nacer a la fintech Ebanx, una de las últimas startups latinoamericanas en alcanzar el estatus de unicornio, obtuvo la nota más alta por el valor total del ecosistema y el nivel general de éxito de las startups que la eligen como sede, según informó el World Economic Forum.
Rescate tras la crisis
Desde Estados Unidos a Corea del Sur, las inversiones de los últimos años en start-ups son fabulosas: los fondos de capital riesgo apostaron en 2019 121.000 millones en el país que antes fue cuna de los llamados FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google), los abuelos de toda esa camada tecnológica. En su lucha por ser el motor del mundo, China ha colocado cuatro empresas entre las 10 primeras start-ups más prometedoras: la mencionada Toutiao, Didi (de transporte), la teleco Kuaishou y DJI, de software.
Pero la crisis de la covid ha hecho bajar la marea rápidamente. Wirecard, la fintech que fue una de las joyas tecnológicas alemanas, se ha declarado en suspensión de pagos y su primer ejecutivo ha sido arrestado por un supuesto fraude de 1.900 millones. Firmas aparentemente robustas como Lime (de monopatines eléctricos), Uber (transporte) o Airbnb (turismo) han caído en sectores condenados a pasar por el purgatorio de la distancia social. Otras, en cambio, han salido muy beneficiadas, como la española Glovo.
Su modelo de crecimiento basado en un consumo de capital intenso que a menudo no va acompañado de un retorno en ingresos hará que esta crisis se convierta en una prueba de fuego para todas ellas. Porque esos modelos de negocio escalables —y quizá algún día rentables— se enfrentan ahora con la realidad de unos mercados en recesión que van a pinchar más de una burbuja.
Los países se están moviendo para poner a salvo su talento. Alemania ha anunciado 2.000 millones de euros en inyecciones para reflotar negocios tecnológicos, y Francia, otro tanto, con 1.300 millones. La Asociación Española de Startups ha reclamado ayudas urgentes apelando a que crean valor y generan competitividad.
Francisco de Paula Polo, alto comisionado del Gobierno para España Nación Emprendedora, ve en ello la oportunidad para reconstruir el tejido productivo a través de alianzas entre empresas innovadoras y grandes compañías tractoras. “Así podemos solventar uno de los grandes problemas: el de la escala”. Su departamento diseña una hoja de ruta que el país debería tomar con una visión a 10 años y que será transversal, con medidas en varios ministerios.
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