Líderes mundiales apuestan a estas tres claves “verdes” para recuperar la económica post pandemia
Los Gobiernos gastan millones para crear empleos y estimular la recuperación económica, pero algunos referentes y economistas apuntan para otro lado
A raíz del histórico cierre económico global en respuesta a la pandemia de COVID-19, los Gobiernos están soltando billones de dólares en un intento por crear empleos y estimular la recuperación económica.
La escala de este estímulo no tiene precedentes, en algunos casos asciende a más de 10% del producto interno bruto de los países.
Al mismo tiempo, un número abrumador de economistas, ministros de Hacienda y líderes empresariales dicen que gran parte de ese dinero debe ayudar, y ciertamente no obstaculizar, la capacidad para reducir las emisiones.
Autos eléctricos, mayor cantidad de kilómetros de ciclovías, uso de aparatos de energía solar en los domicilios, lucha contra la deforestación y cambio climático son algunas de las proposiciones de los países pioneros.
De tener en cuenta ese consejo, estos fondos se destinarán a tecnologías emergentes que, hasta hace poco, habrían parecido ciencia ficción. Ahora su ambición es ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a escala industrial.
Movimiento global
Liderando el camino está la Unión Europea, que estaba planeando una transformación verde incluso antes de que comenzara el brote.
Su meta es que el bloque de 27 miembros se convierta en el primer continente neutral en carbono para 2050, y la pandemia del COVID 19 no ha logrado cambiar esta visión.
Hoy, miércoles 27 de mayo, la Comisión Europea dará a conocer los detalles de un probable plan multimillonario para impulsar la recuperación.
Un borrador de dicho documento sugiere que los sectores de la economía con bajas emisiones de carbono se beneficiarán, con cientos de miles de millones invertidos en promover:
- Las ventas de vehículos eléctricos.
- Proyectos de energía renovable.
- Hacer que las nuevas tecnologías ecológicas sean económicamente viables.
Pero la UE no es la única interesada en este proceso sino que hay otros países que también tienen en mente el clima.
El Reino Unido invertirá US$2.400 millones para promover que las personas caminen y usen más las bicicletas.
En el otro extremo del mundo, Corea del Sur planea duplicar los incentivos solares para promover sistemas de techos en casas y edificios comerciales.
Mientras tanto, China construirá más de 78.000 estaciones de carga de vehículos eléctricos.
En una carta enviada a los líderes del G20 el martes, profesionales de la salud fueron el grupo más reciente en solicitar una recuperación que también aborde la contaminación del aire, la deforestación y el cambio climático.
El “rinoceronte gris”
En el sector privado se suele hablar de ESG (Environmental, Social & Governance) cuando se analiza la información ambiental, social y de gobernanza que una empresa brinda a los inversionistas y al mercado en general.
Es un parámetro de sostenibilidad que hace años crece en importancia como métrica corporativa clave (sumada a las clásicas métricas financieras) para evaluar la salud de una compañía sobre todo a mediano y largo plazo.
Estas variables dejaron de pertenecer al ámbito de la responsabilidad social empresaria y en la última conferencia global sobre ESG que realizó el gigante financiero J.P. Morgan reveló algunas novedades interesantes.
Con la crisis del COVID-19 como escenario predominante, la reunión se realizó virtualmente y el fondo de inversión más importante a nivel global, BlackRock, volvió a robarse la atención con declaraciones contundentes de su vicepresidente, el suizo Philipp Hildebrand.
Hildebrand resaltó que el coronavirus representa una crisis de sostenibilidad. Pero lejos de ser un evento estilo “cisne negro”, se trata de lo que la experta en riesgo Michele Wucker llama un “Rinoceronte gris”: un peligro altamente obvio, altamente probable pero aun así descuidado. Para BlackRock, el cambio climático es otro “rinoceronte gris” obvio.
Y además, la relación entre ambos rinocerontes (cambio climático y enfermedades globales) está perfectamente probada y sigue creciendo.
El directivo dejó un mensaje final positivo, asegurando que el COVID-19 y la recesión que traerá no significarán el fin de la transición necesaria hacia una economía y un sistema financiero más sostenible. BlackRock espera que esa transición impulse la “mayor reasignación de capital del siglo XXI”.
Esta visión de BlackRock no es nueva (en enero su CEO había asegurado que la sostenibilidad es su nuevo pilar de inversión), pero sirve para reafirmar un mensaje que podía tambalearse ante esta nueva crisis global.
Lo propio hicieron las aseguradoras y gestoras de activos más grandes del mundo: a través de la Net-Zero Asset Owner Alliance reclamaron que la crisis del coronavirus no debe frenar la acción climática.
“Observamos consenso de tomar medidas drásticas para proteger a los más vulnerables. Las sociedades pueden aplanar la curva de coronavirus al unísono. Tomemos esto como un aprendizaje para aplanar también la curva de emisiones de carbono”, recomendaron. Que estos gigantes corporativos apoyen una recuperación verde para la post-pandemia parece, en principio, una buena señal.