Parque Nacional Copo: así es el tesoro natural oculto del norte santiagueño
Esta reserva nacional ofrece recorridos por senderos poco transitados, permite avistar especies amenazadas y promueve una experiencia sustentable.
A 250 kilómetros de la capital de Santiago del Estero, en las cercanías del pequeño pueblo de Icaño, se encuentra uno de los secretos mejor guardados del norte argentino: el Parque Nacional Copo. En pleno Chaco Semiárido, esta reserva ofrece una de las experiencias más auténticas del turismo de naturaleza, con una biodiversidad excepcional y paisajes prácticamente intactos.

Sin ríos ni lagunas permanentes, Copo es un refugio único para especies amenazadas y un escenario ideal para quienes buscan adentrarse en un ambiente natural sin intervenciones humanas. Su territorio combina bosques de quebracho blanco y colorado, pastizales y antiguos cauces secos que sostienen una riqueza biológica sorprendente.
Entre sus habitantes más emblemáticos se encuentran el yaguareté, en peligro crítico de extinción, el tatú carreta, el chancho quimilero, el oso hormiguero grande, el águila coronada y la boa de las vizcacheras. Cada una de estas especies representa el valor ecológico del monte chaqueño y la importancia de su conservación.
Naturaleza pura y turismo responsable
El Parque Nacional Copo se consolida como un santuario para el turismo de naturaleza y las actividades al aire libre. Quienes lo visitan pueden recorrer un sendero interpretativo de 1,5 kilómetros, perfecto para el senderismo y la observación de fauna en su hábitat natural. También se habilitan circuitos en bicicleta, que permiten descubrir rincones inaccesibles en vehículo y disfrutar del contacto directo con la flora chaqueña.
La mejor época para visitar el parque se extiende de abril a noviembre, ya que las lluvias estivales pueden volver intransitables los caminos de acceso. Por eso, los guardaparques recomiendan consultar a guías locales y registrar el ingreso, una medida que garantiza seguridad y preserva el entorno.
El aislamiento geográfico y la baja intervención humana convierten a Copo en una experiencia diferente: silenciosa, introspectiva y profundamente educativa. Aquí, cada visitante se convierte en testigo de un ecosistema que aún conserva su equilibrio original.
Icaño y la identidad chaqueña
El vínculo entre Icaño y el Parque Nacional Copo es estrecho. Este pueblo de poco más de 3.500 habitantes conserva tradiciones criollas, hospitalidad chaqueña y una gastronomía típica, donde destacan el asado de cabrito y los mates con hierbas locales. El camino hacia el parque atraviesa llanuras de quebrachos y palmeras caranday, que conforman un paisaje de contrastes intensos y colores terrosos.
Esta alianza entre comunidad y conservación impulsa un modelo alternativo de turismo: sostenible, participativo y respetuoso del entorno. Copo e Icaño ofrecen una experiencia de conexión genuina con la naturaleza, alejada de los circuitos turísticos tradicionales.

Un santuario para la biodiversidad del Chaco argentino
Creado para preservar los últimos bosques secos del Chaco, el Parque Nacional Copo cumple un papel clave en la protección de especies y procesos ecológicos esenciales. La presencia del yaguareté y de otras especies en riesgo evidencia su valor dentro de las estrategias nacionales de conservación.
Visitarlo exige preparación: llevar agua, protección solar, ropa liviana y respetar las normas de bioseguridad. El acceso controlado y la baja densidad de visitantes permiten mantener el equilibrio ecológico y asegurar que cada paso contribuya a la preservación del monte. Icaño, el Parque Nacional Copo y los quebrachos del Chaco conforman los pilares de una experiencia distinta, donde naturaleza, cultura y conservación se entrelazan. En este rincón del norte santiagueño, un pequeño pueblo custodia uno de los tesoros naturales más valiosos de la Argentina.















