Cambia el planeta para siempre: un océano se achica y el otro se agranda, ¿cuál podría desaparecer?
El hallazgo desafía las teorías tradicionales sobre el movimiento de las placas tectónicas y anticipa un cambio en el mapa global.
La Tierra, tal como la conocemos hoy, podría transformarse de manera radical en el futuro. Un grupo de científicos de la Universidad de Southampton reveló en la revista Nature que uno de los océanos del planeta se está reduciendo unos 4 centímetros por año, lo que provoca que los continentes americanos se alejen poco a poco de África y Europa.
El hallazgo desafía las teorías tradicionales sobre el movimiento de las placas tectónicas y anticipa un cambio en el mapa global.
El Pacífico, actualmente el océano más extenso del planeta, estaría perdiendo terreno frente a su “competidor”: el Atlántico. Según Live Science, este proceso no es nuevo y tiene sus raíces en la formación de la Pangea. En aquel entonces, el superocéano Panthalassa comenzó a reducirse hasta dar origen al actual Pacífico.
Las huellas de ese proceso aún persisten en el fondo marino, donde se detectaron restos de tres antiguas placas tectónicas -Farallón, Izanagi y Fénix-, de las cuales solo queda un fragmento de la última entre Sudamérica y la Antártida.
Mientras el Pacífico se encoge, el Atlántico crece a razón de 4 centímetros por año. Esto genera que América y Europa se distancien cada vez más. El fenómeno se explica por la dorsal mesoatlántica, una cordillera submarina que atraviesa el océano de norte a sur y actúa como frontera entre dos placas que se mueven en direcciones opuestas.
En ese proceso, los sectores más densos de las placas se hunden en el manto y arrastran consigo al resto, como si se tirara del borde de un mantel y se desplazaran los platos. El magma, entonces, emerge y ocupa los espacios que dejan las plataformas en separación, alimentando la expansión constante del Atlántico.
Cómo se llevó a cabo el estudio
Para investigar este fenómeno, los científicos instalaron 39 sismómetros en el fondo marino y comprobaron que el proceso ocurre a 600 kilómetros de profundidad, mucho más abajo de lo que se pensaba hasta ahora (60 km).
Este descubrimiento no solo ayuda a explicar por qué América y Europa continúan separándose, sino que también aporta claves para comprender la evolución del clima y el funcionamiento de la tectónica de placas.
“Fue un hallazgo completamente inesperado, con implicaciones profundas para nuestra visión de la evolución y la habitabilidad del planeta”, señaló Kate Rychert, autora principal del estudio.