Las finanzas verdes en América latina: ¿moda pasajera o revolución financiera?
Con una creciente emisión de bonos verdes y el impulso de empresas con propósito, América Latina avanza en un nuevo modelo financiero que combina rentabilidad con impacto ambiental y social.
En medio de una creciente preocupación global por el cambio climático y la sostenibilidad, América Latina comienza a dar pasos firmes hacia una transformación financiera que pone al medio ambiente en el centro de las decisiones de inversión. Los bonos verdes, los fondos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y los proyectos sostenibles están ganando protagonismo en la región. Pero, ¿se trata de una tendencia de corto plazo o de un verdadero cambio estructural?
El crecimiento de los bonos verdes
En los últimos cinco años, América Latina vio un crecimiento exponencial en la emisión de bonos verdes, instrumentos financieros destinados a financiar proyectos con beneficios ambientales. Según datos del Climate Bonds Initiative, en 2023 la región emitió más de 30 mil millones de dólares en este tipo de bonos, liderada por países como Chile, Brasil y México.
Chile, por ejemplo, se posicionó como un referente. Fue el primer país de la región en emitir un bono soberano verde en 2019 y desde entonces desarrolló una estrategia de finanzas sostenibles que abarca también bonos sociales y sostenibles. El Ministerio de Hacienda chileno indicó que estos instrumentos permiten no solo financiar infraestructura verde, sino también atraer inversionistas comprometidos con criterios ESG.
Argentina: un ejemplo de compromiso verde
En Argentina, el mercado de bonos verdes mostró un crecimiento significativo. Según datos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), el país ya emitió bonos verdes por un monto considerable, destacándose en la región. Estos instrumentos fueron utilizados para financiar proyectos en sectores como energía renovable, transporte sostenible y eficiencia energética
Un claro ejemplo de empresa B que avanza en esta línea es Trasa, quien explica que: “Las finanzas verdes son una oportunidad que encontramos para invertir de manera consciente, haciendo un buen uso del dinero, haciéndonos responsables del impacto ambiental o social que genera nuestra inversión. Lo hacemos como inversores con muchas organizaciones, pero también lo hemos hecho para captar fondos del mercado de capitales para cumplir con nuestro propósito. Así fue el caso en 2023, cuando emitimos una ON (Obligación Negociable) PYME de etiquetado social, a través de la cual refinanciamos la instalación de 3 UMIF (Unidades Modulares de Inclusión Financiera) y 12 cajeros automáticos en barrios populares del país”, comenta Ricky Minicucci, socio fundador de Trasa, en diálogo con Economía Sustentable.
Sobre qué los llevó a invertir en este sentido, responde: “Principalmente el motivo fue la transformación de Trasa en una empresa de triple impacto. Lo primero que hicimos fue entender nuestro modelo de negocio y modificarlo para que sea un modelo de negocios de impacto, luego construimos un propósito que es ‘llevar inclusión financiera a todas las personas’. Esto marcó nuestro norte”.
“Desde Trasa entendemos que estamos llegando a un sector de la sociedad, un sector vulnerado, al que otras empresas financieras no están llegando. Nuestro modelo de negocios de impacto prioriza como grupo de interés a las personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica que viven en barrios populares (villas y asentamientos). Mientras la mayoría del sistema financiero se encuentra construyendo soluciones más cercanas a la inclusión financiera digital, nosotros creemos que tenemos la posibilidad de realizar un trabajo más territorial y acercar no solo la parte digital, sino que también brindar las soluciones financieras físicas (como pueden ser la instalación de centros de servicio o cajeros automáticos) en estas comunidades vulneradas, donde existe una gran brecha digital que imposibilita el uso de productos digitales”, refuerza.
Economistas opinan
“Lo que vemos en América Latina es un despertar financiero verde que está alineado con los compromisos internacionales, como el Acuerdo de París”, señala Mariana Escobar, economista ambiental y asesora de políticas climáticas del BID. “Pero aún hay desafíos: marcos regulatorios insuficientes, poca estandarización y un mercado que necesita mayor profundidad”, agrega.
Para Lucas Andrade, analista financiero en Sao Paulo, “las finanzas verdes no son una moda, sino una necesidad estratégica. Las empresas y los gobiernos que no se adapten quedarán fuera de los mercados de capital más exigentes”.
Inversiones sostenibles: más allá del marketing
Otro de los motores del auge verde fue el apetito creciente de los fondos de inversión por activos sostenibles. Firmas como BlackRock y Vanguard están redirigiendo carteras hacia instrumentos con bajo impacto ambiental. Esta tendencia también está siendo impulsada por las propias bolsas de valores. En Colombia, por ejemplo, la Bolsa de Valores desarrolló un segmento específico para emisiones sostenibles, y en Perú se trabaja en la creación de un estándar de taxonomía verde.
No obstante, algunos críticos alertan sobre el riesgo del greenwashing, es decir, la práctica de etiquetar como “verde” productos financieros que en realidad no tienen un impacto ambiental significativo. Esto llevó a que organismos multilaterales promuevan mecanismos de verificación y transparencia.
Casos emblemáticos
- Brasil lanzó iniciativas desde el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para financiar proyectos de energía renovable y restauración forestal.
- Uruguay debutó en 2022 con un bono soberano vinculado a indicadores ambientales, cuya tasa de interés varía según el cumplimiento de metas climáticas.
- México, a través del desarrollo de su hoja de ruta de finanzas sostenibles, movilizó inversiones privadas hacia infraestructura resiliente y transporte limpio.
¿Y el futuro?
A medida que los efectos del cambio climático se sienten con mayor intensidad, la presión sobre gobiernos y empresas para transformar sus modelos económicos será mayor. Las finanzas verdes ofrecen una vía concreta para canalizar capital hacia un desarrollo más justo y sostenible.
“El cambio está ocurriendo, pero su consolidación dependerá de políticas públicas claras, incentivos adecuados y una ciudadanía que exija responsabilidad ambiental”, concluye Escobar.
¿Moda pasajera o revolución? En América Latina, las finanzas verdes aún están escribiendo su historia, pero todo indica que ya no hay marcha atrás.