Transformó residuos en canilleras eco-friendly y su marca conquistó a clubes de Primera, ¿cuánto invirtió?
Tomás Machuca es rosarino, tiene 23 años y creó Fenikks. Produce canilleras con tapitas de plástico y por cada par vendido dona otro a las divisiones inferiores de los clubes. ¿Cómo arrancó? La historia.
Nacido y criado en “La Sexta”, un barrio popular de Rosario, provincia de Santa Fe golpeado por las sucesivas crisis económicas de la Argentina, Tomás Machuca soñaba, de chico, con ser jugador de fútbol. A los 14, vendía películas en la calle para pagarse la cuota del club, y a los 16, cuando se le rompieron las canilleras en un entrenamiento, se le ocurrió fabricarse otras cortando un balde de plástico.
Para que no se notara, decidió hacerle unos dibujos y cuando fue a entrenar, sus compañeros le preguntaban dónde las había comprado. “Como me daba vergüenza, les dije que me las había mandado un tío que vivía en Buenos Aires”, confiesa Tomás.
Canilleras eco-friendly, ¿un negocio sustentable?
Pronto le llegaron pedidos, y se puso a fabricarlas en su casa, con herramientas de su papá y el secador de pelo de su mamá. Convocó a un amigo, y salieron a juntar baldes y tubos de PVC por las obras en construcción y baldíos. Sin darse cuenta, estaban generando un negocio sustentable, al reciclar materiales que otros desechaban.
Luego crearon la marca Fenikks, con logo y todo. Subieron un video a las redes sociales, mostrando las canilleras y cómo las fabricaban. Y empezaron a llegar más pedidos, de todo el país. El negocio parecía un éxito.
Sin embargo, pronto encontraron un problema “de escala”. No alcanzaban los baldes y tubos recuperados de la calle, y en algunas obras se los empezaron a cobrar. Así Tomás vio en un video de YouTube que lo que necesitaban para producir más volumen era una fuente confiable de materia prima (por ejemplo, las tapitas de plástico de las botellas), matricería y un inyector.
Inversión con impacto social
Habían pasado más de 3 años desde que había inventado sus primeras canilleras de plástico reciclado y, finalizada la escuela secundaria, Tomás pensó que era momento de dedicarse de lleno a su emprendimiento. Entonces invirtió todos sus ahorros (unos u$d 2.500) en una matriz y un inyector.
Para hacerse de la cantidad de tapitas necesaria (se usan 20 tapitas para cada par de canilleras), empezó a recorrer clubes de barrio y proponerle a los profes y entrenadores de fútbol que los chicos junten tapitas en bidones de plástico que él mismo pasaría a buscar.
Hoy cuenta con convenios con cooperativas de recuperadores urbanos como RUO (Recuperadores Urbanos del Oeste), a quienes compra las tapitas, y más de 40 clubes (la mayoría barriales, pero también algunos de primera división como San Lorenzo, Argentinos Juniors, Talleres, Belgrano, Defensa y Justicia, Unión y Newell’s.
“Los clubes juntan las tapitas y venden las canilleras que nosotros producimos. Por cada par vendido (a un valor de entre $ 30.000 y $ 35.000), se dona otro para las divisiones inferiores. De este modo, generamos acciones de sustentabilidad y responsabilidad social, cuidamos el planeta y apoyamos que siga habiendo clubes de barrio donde los chicos puedan hacer deporte”, resume el emprendedor.
“La gente nos compra las canilleras porque tienen calidad, buen diseño, y además están contribuyendo con el ambiente y con la función social que tienen los clubes. Pero está claro que para pensar en esto, las familias tienen que tener primero sus necesidades básicas satisfechas”, reflexiona el joven emprendedor. Como estrategia de Marketing, Machuca le envió canilleras a algunos jugadores y ex jugadores de la Selección como Sergio “Kuhn” Agüero y Leandro Paredes, quienes difundieron la iniciativa en sus redes sociales.
Curva de aprendizaje
La firma pasó de fabricar 300 pares por mes, a más de 10 mil mensuales, reciclando (y evitando que se tiren a la basura) 900 kilos de plástico. En este camino de aprendizaje, todo se hizo a pulmón, y con mucho de prueba y error. “Cuando decidimos aumentar la producción, tuvimos que resignar la personalización. Ahora las canilleras no vienen con diseños exclusivos, pero tenemos distintos colores y diseños para los clubes”, explica Machuca.
Las primeras tandas de canilleras, que eran compactas y de una sola pieza, resultaron poco flexibles y quebradizas. Hubo que cambiar la matricería y el proceso, para hacer las nuevas canilleras articuladas, que se adaptan mejor y tienen mayor resistencia.
El año pasado, Tomás resultó finalista -entre más de 900 postulantes- en un concurso de jóvenes emprendedores organizado por Nestlé y auspiciado por la UNESCO. Esto le dió mayor visibilidad, y a partir de esto se enfocó en llevar su proyecto a otros clubes y países de la región.
Hacia el futuro, tiene pensado incursionar en la fabricación de botines de fútbol, también con materiales reciclados. Además, como referente y emprendedor sustentable, el fundador de Fenikks brinda charlas en escuelas y clubes, contando su iniciativa y animando a otros adolescentes y jóvenes a emprender cuidando el planeta.
“Creo que mi historia, viniendo de un barrio vulnerable y en un contexto complicado, muestra que siempre se puede hacer algo para mejorar la situación propia y de los demás”, afirma.