Inauguran el primer centro de datos submarino impulsado por eólica, ¿cuánta ahorro energético genera?
En un mundo donde el agua potable es cada vez más escasa, esta innovación tiene un valor ambiental significativo.
China puso en marcha el primer centro de datos submarino alimentado por energía eólica, una combinación inédita a escala comercial. Ubicado frente a la costa de la zona especial Lin-gang, en Shanghái, este proyecto -valorado en unos 1.600 millones de yuanes (aproximadamente 214 millones de euros)- representa un salto tecnológico y ambiental en la forma de concebir las infraestructuras digitales.

Mientras los centros de datos tradicionales se multiplican en tierra firme, ocupando espacio y consumiendo enormes cantidades de energía y agua, este nuevo modelo mira al mar como aliado estratégico. No solo aprovecha el espacio submarino, sino que reduce el consumo energético total en más de un 22% y elimina por completo el uso de agua dulce para refrigeración. En un mundo donde el agua potable es cada vez más escasa, esta innovación tiene un valor ambiental significativo.
Eficiencia energética gracias al mar
Uno de los mayores desafíos de los centros de datos es el enfriamiento constante de los servidores, que puede representar hasta el 50% del consumo eléctrico total en instalaciones terrestres. Algunos recurren al agua dulce, con un gasto que puede superar los 18 millones de litros diarios, equivalente al consumo de una ciudad mediana.
El proyecto de Lin-gang reduce drásticamente esa dependencia. Al aprovechar la temperatura constante del fondo marino, los servidores se mantienen en condiciones óptimas con un consumo energético para refrigeración inferior al 10% del total.
El nuevo centro de datos submarino de Shanghái no es un simple “disco duro gigante” bajo el mar. Se trata de una infraestructura estratégica para la economía digital, capaz de soportar aplicaciones que van desde la inteligencia artificial y las redes 5G hasta el Internet industrial de las cosas (IIoT) y plataformas de comercio electrónico.
En su fase inicial, el proyecto opera con 2,3 MW de potencia, pero la visión apunta mucho más alto: se proyecta una expansión futura hasta los 24 MW, aunque aún no hay un calendario definido. Mientras tanto, el centro ya forma parte de la estrategia de computación inteligente de Shanghái, que busca alcanzar una capacidad de 200 EFLOPS antes de 2027. Para ponerlo en perspectiva, esta potencia permitiría ejecutar simultáneamente simulaciones climáticas, predicciones de pandemias y entrenamientos de modelos avanzados de IA, con un impacto ambiental mucho menor que en instalaciones terrestres.

A pesar de su potencial, operar bajo el mar presenta retos importantes: corrosión de materiales, logística de mantenimiento, riesgos para los ecosistemas y la necesidad de garantizar funcionamiento seguro a largo plazo. Wang Shifeng, presidente de la Tercera División de Ingeniería del Puerto de China Communications Construction Company, reconoce que aún queda un camino largo para que estos prototipos evolucionen hacia modelos escalables, rentables y maduros, pero asegura que las lecciones aprendidas acelerarán la transición hacia la próxima generación de centros de datos.
A diferencia del primer centro de datos submarino comercial del mundo en Hainan, el de Shanghái integra energía renovable proveniente de parques eólicos marinos, convirtiéndolo en un proyecto pionero y replicable en otras costas.
Potencial de transformación
Los centros de datos submarinos impulsados por energía limpia podrían cambiar radicalmente la manera en que la era digital consume recursos:
- Reducción del impacto hídrico: eliminan la necesidad de agua dulce para refrigeración, liberando recursos para comunidades y ecosistemas.
- Uso de energía limpia en sitio: la integración con parques eólicos marinos disminuye la dependencia de costosas infraestructuras de transmisión.
- Optimización del espacio urbano: liberan suelo en zonas densamente pobladas para otros usos sostenibles.
- Disminución de la huella de carbono digital: su escalabilidad puede reducir significativamente las emisiones del sector TIC, uno de los más contaminantes.
- Impulso a la innovación en materiales resistentes al mar: generando transferencia tecnológica a otros sectores como la construcción naval o la oceanografía.
El futuro de la computación podría no estar atado a edificios que consumen enormes recursos y contaminan: podría estar bajo el mar, impulsado por el viento, con mínima huella ambiental y un impacto positivo, siempre que se construya con tecnología avanzada y respeto por los océanos. La sostenibilidad no es solo lo que se ve: es también lo que se elige construir desde ahora.















