Fabricarán paneles solares en órbita a través de impresión 3D
El objetivo de este nuevo método para 2027 es reducir el peso y la complejidad estructural.
La construcción de estructuras solares en órbita está dejando de ser un concepto de ciencia ficción para transformarse en un paso natural dentro de la creciente economía espacial. El flujo comercial se acelera, las constelaciones de satélites se expanden y la necesidad de energía confiable en el espacio está superando la capacidad de los sistemas actuales.

En este escenario surge ARAQYS, el sistema desarrollado por Dcubed, que introduce un avance técnico y ambiental significativo: fabricar paneles solares directamente en microgravedad, prescindiendo de los armazones pesados y los mecanismos complejos que tradicionalmente aumentan el costo de los lanzamientos.
ARAQYS y la impresión 3D de paneles solares en órbita
La lógica detrás de ARAQYS es sencilla de describir, aunque su implementación tecnológica es altamente sofisticada. En vez de enviar paneles rígidos o módulos plegables dentro del cohete, la misión transporta una membrana solar ultraligera, flexible y tan delgada que se asemeja a un tejido.
Una vez en el espacio, esta lámina se despliega con suavidad y un sistema de impresión 3D comienza a construir capa por capa la estructura rígida que le da soporte. El material se endurece gracias a la radiación ultravioleta del entorno espacial, lo que evita el uso de hornos industriales o consumos energéticos adicionales.

Más que una solución ingeniosa, es una manera completamente nueva de pensar la ingeniería espacial: reduce masa, volumen y, sobre todo, complica menos la logística. Hoy, cada kilogramo enviado al espacio cuesta entre 3.000 y 5.000 euros en los lanzadores más eficientes. Reducir peso ya no es una ventaja competitiva; es un requisito económico.
La propuesta encaja con el ritmo actual de la industria. Las empresas de telecomunicaciones, observación terrestre y navegación están incrementando la cantidad de satélites pequeños en órbita, y todos dependen de un suministro energético estable. Los paneles plegables eran vulnerables a vibraciones, impactos acústicos y aceleraciones del despegue. ARAQYS elimina el despliegue mecánico, uno de los pasos con mayor índice de fallos, y abre la puerta a misiones más robustas y eficientes.
Un entorno que impulsa la innovación
El espacio ofrece dos recursos que en la Tierra son difíciles y costosos de replicar: un vacío casi absoluto y luz solar constante. Dcubed aprovecha estas condiciones únicas para simplificar la fabricación en órbita. La resina se solidifica sin necesidad de maquinaria pesada y la microgravedad permite crear estructuras ultralivianas que en el suelo serían inviables.
A esto se suma un marco político favorable. Durante la última década, programas europeos como Cassini y las iniciativas de la ESA enfocadas en la fabricación en órbita convirtieron a Europa en terreno fértil para tecnologías de este tipo. El mercado está preparado para adoptarlas.
Primeras pruebas en el espacio
Dcubed ya tiene en marcha varias misiones de demostración. La primera consistirá en construir un brazo de 0,60 m para comprobar la fiabilidad del sistema. Luego llegará una versión de 1 m y, antes de 2027, se planea validar un demostrador operativo de 2 kW. Aunque la potencia sea modesta, será suficiente para confirmar un proceso que, bien escalado, podría abastecer constelaciones completas o futuras infraestructuras orbitales.
Nuevas aplicaciones en el horizonte
Con la técnica dominada, la empresa proyecta múltiples usos potenciales:
- Grandes paneles solares para constelaciones de datos.
- Remolcadores espaciales capaces de reposicionar satélites.
- Sistemas de power-beaming, una tecnología emergente que permite transferir energía entre satélites mediante microondas o láser.
- Infraestructuras para energía solar espacial, una línea de trabajo que Japón y el Reino Unido ya analizan seriamente para 2035–2040.
La visión de Dcubed es concreta: el futuro energético en órbita dependerá de fabricar allí lo que hoy enviamos desde la Tierra.
Potencial transformador
ARAQYS abre una posibilidad que hasta hace poco parecía propia de la ciencia ficción: producir componentes directamente en el espacio, justo donde serán utilizados. Esto no solo mejora la eficiencia económica del sector, sino que también reduce la huella ambiental vinculada a la fabricación y lanzamiento de satélites.
Si la tecnología avanza, podría habilitar:
- Infraestructuras orbitales más grandes con menor impacto climático.
- Sistemas energéticos que respalden misiones científicas o de emergencia.
- Constelaciones más duraderas y sostenibles, con menos reemplazos.
- Un cambio cultural en la industria espacial, que deje de asumir que todo debe construirse en la Tierra.














