PUBLICIDAD
Ciencia

Este es el síntoma del estrés hídrico global que pone en jaque a la Tierra

Un estudio nuevo afirma que el planeta se movió unos 80 centímetros en los últimos casi 30 años debido al bombeo de agua subterránea.

Los científicos planean estudiar datos históricos del movimiento polar -registros disponibles desde finales del siglo XIX- para reconstruir cómo varió las reservas de agua continental durante el último siglo.

Este es el síntoma del estrés hídrico global que pone en jaque a la Tierra

La comunidad científica sospechaba desde hace años que la extracción masiva de agua subterránea no solo altera acuíferos, ríos y ecosistemas, sino también algo que parecía inalterable: la forma en que gira el planeta. Ahora, un estudio publicado en Geophysical Research Letters confirma con datos lo que antes eran estimaciones. Entre 1993 y 2010, el bombeo de agua desplazó el eje de rotación terrestre unos 0,80 metros hacia el este. Es un valor pequeño para una esfera de más de 12.700 km de diámetro, pero enorme considerando que el único responsable es el cambio en la distribución del agua.

El agua en movimiento cambia cómo rota el planeta

Los modelos climáticos ya sugerían que, en ese mismo período, se extrajeron unas 2.150 gigatoneladas de agua del subsuelo, lo que equivaldría a sumar 6 mm al nivel del mar. Pero faltaba un método independiente para comprobarlo, ya que medir con precisión la pérdida de agua en los acuíferos es técnicamente complejo.

Una vía alternativa está en el movimiento polar, un desplazamiento natural del polo de rotación que depende de cómo se distribuye la masa del planeta. Si cambia la distribución del agua, cambia la rotación. Es el mismo principio que permite a un patinador acelerar o frenar su giro al abrir o cerrar los brazos.

En esta investigación, el equipo liderado por Ki-Weon Seo, de la Universidad Nacional de Seúl, probó distintos escenarios de redistribución de masa: primero considerando solo el hielo y los glaciares, y luego sumando la extracción de agua subterránea. La coincidencia con los datos reales solo apareció cuando se incluyó el bombeo humano. Sin ese componente, los modelos diferían más de 78 centímetros respecto a las mediciones.

Un estudio nuevo afirma que el planeta se movió unos 80 centímetros en los últimos casi 30 años debido al bombeo de agua subterránea

La huella invisible de los acuíferos

Aunque se descubrió en 2016 que el agua podía modificar la rotación terrestre, la contribución específica del bombeo no había sido cuantificada con claridad. Este nuevo trabajo muestra que, entre los factores climáticos analizados, la redistribución del agua subterránea es el que más influye en la deriva del polo.

Además, la ubicación del bombeo tiene tanto peso como su volumen. Las distorsiones más marcadas se producen cuando el agua extraída proviene de latitudes medias, donde su efecto sobre el eje es mayor. Y justamente ahí se identificaron dos focos críticos durante el período estudiado: el oeste de Norteamérica y el noroeste de India. Son regiones donde la presión sobre los acuíferos es estructural y sostenida.

¿Puede revertirse este desplazamiento?

Según Seo, una reducción sostenida de la extracción en las zonas más sensibles podría modificar la tendencia, aunque no de inmediato: harían falta décadas de gestión responsable para que el movimiento polar empiece a reflejar ese cambio.

Aun así, este fenómeno no implica un riesgo inmediato para las estaciones o el clima a corto plazo. El movimiento polar tiene oscilaciones naturales de varios metros cada año. Más que una amenaza directa, funciona como una señal geofísica: evidencia que el agua dulce está cambiando de lugar en cantidades suficientes como para influir en la mecánica terrestre.

Mirar al pasado para entender el presente

El equipo propone ahora analizar los registros históricos del movimiento polar -que empiezan a finales del siglo XIX- para reconstruir la evolución de las reservas de agua en grandes regiones del planeta durante más de un siglo. Ese enfoque podría revelar cuándo comenzaron ciertos cambios hidrológicos vinculados al calentamiento global y a la expansión agrícola moderna.

Es posible que esos datos escondan patrones que ayuden a explicar sequías recurrentes, el agotamiento progresivo de acuíferos o cambios en grandes cuencas. La ciencia, a veces, encuentra respuestas en señales diminutas: en este caso, en el vaivén casi imperceptible del eje terrestre.

Un síntoma del estrés hídrico global

La extracción continua de agua subterránea no solo altera la rotación del planeta. También ejerce una presión enorme sobre los ecosistemas: los acuíferos se recargan lentamente y, cuando se bombean más rápido de lo que se regeneran, se desencadenan impactos visibles en la superficie. Humedales que se reducen, ríos con menos caudal, hundimientos en áreas agrícolas y urbanas. Además, el mar absorbe el agua transferida desde tierra firme, lo que modifica su dinámica.

El desplazamiento del eje no provoca daños directos, pero sí es una señal de un desequilibrio global. Una advertencia de que el planeta está redistribuyendo agua dulce a gran escala, en paralelo con el deterioro de acuíferos esenciales para la agricultura, la biodiversidad y la estabilidad territorial.

Fecha de publicación: 19/11, 9:30 am