Cuál es la relación entre DANA, el cambio climático y el actual modelo económico
El término se refiere a las depresiones que quedan atrapadas a gran altura en la atmósfera durante el desplazamiento de la corriente polar.
Las devastadoras inundaciones que azotaron España, consideradas las peores de su historia y asociadas a una Dana, suscitaron interrogantes sobre la magnitud de este fenómeno recurrente. ¿Por qué causó tanto daño?
Los análisis iniciales sugieren que detrás de estas preguntas se encuentran factores como el cambio climático, la inadecuada planificación urbana y la falta de adaptación a los fenómenos adversos provocados por el calentamiento global, específicamente las lluvias torrenciales. El término «dana» se refiere a las depresiones o borrascas que quedan atrapadas a gran altura en la atmósfera, alrededor de 5000 metros, durante el desplazamiento de la corriente polar en el hemisferio norte.
Cuál es la relación entre DANA, el cambio climático y el actual modelo económico
Para que un temporal de lluvias como el que devastó el Levante y el sur de España se produzca, deben converger varios factores: la inestabilidad atmosférica, impulsada principalmente por las diferencias de temperatura; un alto nivel de humedad, relacionado con el calentamiento del Mediterráneo; y condiciones que faciliten el ascenso del aire, como las montañas de Valencia.
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Si bien las danas pueden ocurrir en cualquier momento del año, es en septiembre y octubre cuando se vuelven más destructivas, ya que se reúnen todas estas condiciones climáticas. Aunque no se puede atribuir el origen de las danas al calentamiento global, los expertos coinciden en que el aumento de la temperatura, tanto del aire como del agua, incrementará su potencial destructivo y su frecuencia.
Un equipo de científicos de ClimaMeter señaló que las intensas lluvias que golpearon el Levante y el sur de España se deben a una dana generada por condiciones meteorológicas excepcionales: un 15 % más de humedad en la costa mediterránea y temperaturas hasta 4 °C más altas que en la era preindustrial.
Asimismo, un análisis preliminar de World Weather Attribution reveló que las lluvias que afectaron a España fueron aproximadamente un 12% más intensas en comparación con las de la época preindustrial, cuando las temperaturas eran 1,3 °C más bajas, y que su ocurrencia es el doble de probable. Además de considerar los efectos del cambio climático, hay muchas voces que insisten en la necesidad de abordar los factores «sociales» que contribuyó a que este episodio resulte tan mortal y destructivo, a pesar de ser un fenómeno recurrente en el país, como lo demostraron las inundaciones de 1957 y 1982 en Valencia, y de 1962 en Cataluña.
El primer factor a considerar es el aumento de la exposición de la población a estos fenómenos, resultado de un crecimiento inmobiliario desmedido que llevó a construir en zonas propensas a inundaciones. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, aproximadamente 2,7 millones de personas en España residen en terrenos inundables, de las cuales 473 mil se encuentran en áreas que experimentan inundaciones, en promedio, una vez cada diez años.
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También es crucial abordar la falta de cultura en España respecto a los sistemas de alerta temprana y los errores en su gestión, ya que son vitales para informar a la población, salvar vidas y reducir los daños materiales. Según el científico climático y divulgador Fernando Valladares, tanto el Mediterráneo como sus ciudades no están preparadas para enfrentar situaciones cada vez más similares a las que vive Florida, en Estados Unidos, que anualmente es golpeada por huracanes.
Según su perspectiva, adaptarse al nuevo clima que impera en el Mediterráneo representa un gran desafío, ya que es un reflejo del modelo de civilización en el que vivimos y de la falta de una planificación territorial centrada en las personas.
Valladares lamentó que «las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de una economía que nadie detiene», lo que llevó a construir en zonas inundables y a ignorar las advertencias científicas, como la alerta roja del 29. Aunque la ciencia y la tecnología pueden contribuir a mitigar la situación, el verdadero cambio debe ser social y político, ya que, como señala el experto, el problema fundamental radica en «la infinita codicia de un sistema socioeconómico que prioriza el producto interior bruto por encima de los derechos humanos».
«Espero, como científico, que esta crueldad con la que el desastre de Valencia ha golpeado a la sociedad sirva de reflexión y para poner patas arriba un sistema que nos pone en riesgo de manera innecesaria: no era necesario que los trabajadores fueran a trabajar ese día ni era necesario construir polígonos y centros comerciales en zona inundable», sentenció.
Fuente: EFE