Creó una marca disruptiva de helados 100% plant based y reveló cuál es la clave de su éxito
Victoria Torterola fundó Haulani, marca que ya tiene 10 años en el mercado argentino y se comercializa en supermercados del país. Cuánto invirtió
Hace 10 años, Victoria Torterola empezaba su emprendimiento y sabía que iba a llegar lejos. “Desde el primer momento me imaginé una marca enorme. Soy muy sagitariana, tiro la flecha bien alto”, confiesa. Hoy Haulani, marca de helados plant based y sin azúcar, yogures, chocolates y dulce de leche, elabora y comercializa unas 30.000 paletas de cada sabor, 8.000 potes y 13.000 bombones y se comercializa en los principales supermercados del país.
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Torterola explica que apuntan a elaborar más que un helado rico. “Creemos profundamente que si hay diversidad en la oferta, habrá diversidad en el consumo, y que esto tiene un impacto positivo en el medio ambiente y en los consumidores”, sostiene en diálogo con Economía Sustentable.
¿Cuál es el la clave del éxito de esta marca que arrancó en una casa, fue mutando, hoy ya emplea a más de siete personas y está presente en las principales cadenas de supermercados del país?
-Comenzaste a darle forma a la marca en 2014 con una máquina de hacer helados que compraste en Mercado Libre, ¿qué cambió en el proceso de producción en estos 10 años y qué tecnología incorporaron?
-De todo. En un principio hacía yo misma la leche de coco hidratándolo con agua caliente, y luego licuaba y pasaba por bolsa de leches. Por otro lado, no pasteurizaba la mezcla y las máquina que usaba no tenían mucha potencia por lo cual el helado se hacía más lento y con menor incorporación de aire y cremosidad. Las paletas las hacía una por una, a mano, con helado ya hecho. Rellenarlas era un gran desafío, pero me gustaba hacerlo así porque quedaban más cremosas y las empaquetaba a mano. Luego evolucionamos a una palitera, que significó hacer 30.000 de un sabor. Ahora estamos por lanzar paletas hechas con la tecnología que permite que sean cremosas y livianas, ¡y van a ser un éxito!
Lo mismo con los potes, primero los llenábamos a mano, y de ahí llegamos a lo que se llama una continua que tira helado constantemente y se colocan los potes debajo y se llenan directo de la máquina. Ahora estamos sumando un “túnel frío” luego del envasado para impedir que se derrita el helado y mantenga toda la cremosidad. Esto último que estamos incorporando es lo que va a mejorar sustancialmente la experiencia de los consumidores, aunque no cambien mucho los ingredientes el producto mejora muchísimo.
-¿Qué inversión inicial tuviste que hacer para empezar a agrandar el negocio?
-La primera inversión que hicimos fue de u$s 60.000 cuando ya tenía casi dos años en el mercado y se sumaron tres socios. Con eso me mudé de mi casa a una planta, la habilitamos y compramos la máquina de 60lt/h para los potes. Las paletas seguían siendo manuales.
-¿Pensaste que ibas a llegar a las góndolas de grandes cadenas de supermercados?
Si desde el primer momento me imagine una marca enorme, soy muy sagitariana, tiro la flecha bien alto (se ríe).
-¿Cuál fue tu primera creación? ¿Y el producto que dijiste, ‘sí, con esto seguro crecemos’?
-El primer helado en el que pensé cuando se me ocurrió la idea del proyecto fue uno con cúrcuma y coco, simulando la leche dorada de la ayurveda. Al día de hoy tenemos una paleta de maracuyá y cúrcuma a pesar de que todo fue y sigue cambiando mucho, y es mi preferida.
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-¿Qué cantidad producen hoy? ¿Qué líneas son las que más se piden? ¿Cuál es el gusto que más se vende?
En este momento estamos en un impasse de producción, aprovechando la temporada baja y la caída del consumo, para cambiar de planta y avanzar hacia esta tecnología nueva que te comentaba y mejorar de paso las recetas para seguir evolucionando. La nueva planta produce 30.000 paletas de cada sabor, 8.000 potes y 13.000 bombones. Lo más vendido va cambiando y también depende de qué productos elijen comprar por temporada los jugadores que mueven la aguja. Quizás en un canal se venden muy bien las paletas y en otro los potes y en otro los vasitos o bombones. Como también en temporada se venden más paletas y en invierno más potes y bombones por las apps. El gusto más vendido siempre fue el chocolate pero ahora el pistacho lo pelea de cerca. Está muy de moda.
-Trabajan mucho en el desarrollo del producto, ¿qué tienen en cuenta a la hora de elegir la materia prima?
El desarrollo de producto es medio torpe, porque si bien lo trabajamos mucho, siempre estamos por algún motivo apurados (generalmente porque están marcados por cambios de planta y eso nos corre porque implica nuevas máquinas, envases, ingredientes, etc). Entonces vamos haciendo cambios y los vamos lanzando, lo cual hace que el producto cambie mucho en la góndola. Ahora estamos con el cambio más significativo: llegamos a la mejor tecnología y queremos acompañarla con la mejor receta. El helado es muy sensible, tiene muchos parámetros que lo definen y a veces eso es un desafío grande cuando querés tener una etiqueta limpia. Entonces esa “danza” entre lo que necesita el helado para estar cremoso, el sabor que queremos que tenga y las posibilidades de ingredientes es el desafío más grande. Tratamos de buscar el equilibrio entre un producto rico y a la altura de un producto lácteo con ingredientes lo más amigables posible.
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-¿Está instalado el concepto plant based en el consumidor o aún falta? ¿Qué perfil de consumidor tiene la marca? ¿Qué les demandan?
Inicialmente estuvimos muy enfocados en hacer un producto super clean label, cuando hacía los productos tenían muy pocos ingredientes y un proceso mega artesanal y mucho foco en superalimentos. Luego la normativa que regula este tipo de productos (ANMAT) no incluía mucho de lo que usábamos como por ejemplo la espirulina o la maca, entonces tuvimos que ir sacando mucho de la esencia. Y los consumidores además ponían más el foco en lo vegano y lo tradicional como chocolate o dulce de leche. Por eso fuimos mutando bastante tratando de acompañar la demanda del target sin perder la esencia de la marca. Hoy apuntamos a tener un helado rico, que presente una alternativa a base de plantas no solo para veganos o intolerantes a la lactosa sino para la gente que quiere probar algo distinto. Creemos profundamente que si hay diversidad en la oferta, habrá diversidad en el consumo, y que esto tiene un impacto positivo en el medio ambiente y en los consumidores.
-Hacen mucho hincapié en el tema de empoderar y educar a sus seguidores, ¿es clave para cambiar hábitos?
Justamente a esto me refiero con el impacto positivo en los consumidores. Si empezamos a elegir lo que nos hace bien porque nos escuchamos a nosotros mismos y a nuestro cuerpo en lugar de seguir tendencias, cultivamos algo que es muy valioso, no solo para la alimentación y la salud sino para la vida en general. Hace poco leí una frase de una referente de la medicina funcional que decía que demonizar alimentos es el nuevo black, y me encantó, porque eso es un poco lo que queremos comunicar nosotros. Cada uno tiene necesidades diferentes en momentos diferentes de la vida, y poder ir afinando la escucha para saber que necesitamos a cada momento es la clave para la salud, al menos eso creemos nosotros.
-¿A qué le atribuís el éxito de la marca?
Creo que es una combinación de factores. A la cabeza está el hecho de que fuimos precursores en helados a base de plantas en Argentina y siempre mantuvimos una coherencia con lo que queríamos hacer. No pretendimos ser nunca partidarios de tendencias sino creadores de cosas ricas que promuevan mayor diversidad de consumo y pensamiento. Por otro lado, tuvimos momentos muy experimentales y disruptivos, ya que yo iba viviendo mi proceso creativo en vivo con los productos ahí en góndola, eso suele llamar la atención, guste o no guste!
También atendimos un público al inicio de varias tendencias de alimentación alternativa, independientemente si veganos, celíacos, intolerantes a lactosa o foodies.
-¿Qué gusto o producto jamás sacarías y por qué?
Maracuyá y cúrcuma, porque es el lingote dorado de Haulani.