Créditos de carbono, ¿herramienta para la transición energética o “lavado” verde?

Señalado como uno de los mayores emisores de carbono del mundo, con cerca del 15% del total global, el sector Oil & Gas enfrenta un dilema cuyo recorrido hacia las respuestas no se presenta de manera simple.

La demanda energética creciente, impulsada por el desarrollo industrial y las necesidades de las economías emergentes, al mismo tiempo enfrenta una demanda por asumir compromisos cada vez más exigentes en materia de reducción de emisiones y transición energética.

Argentina tiene un aporte de energías limpias todavía incipiente y con un camino largo todavía por recorrer.

Si este escenario se traslada a la Argentina, la ecuación suma incertidumbre debido al contexto del país, con costos de producción y financiamiento elevados, y con el aporte de las energías limpias todavía incipiente y con un camino largo todavía por recorrer.

En este contexto, las estrategias de compensación de carbono de la mayoría de las empresas se muestran como una herramienta para la transición energética mientras se avanza hacia el horizonte de largo plazo, como es el de la descarbonización estructural.

Es más, el país está incluido en un informe general en el cual se asegura que cerca de dos tercios de las compañías más grandes, con metas de emisión cero, usan esta alternativa, que según datos del Banco Mundial, cuenta con un mercado que mueve alrededor de u$s100.000 millones anuales.

Se sostiene que los créditos de carbono permiten a las empresas de Oil & Gas financiar proyectos de descarbonización y compensar sus propias emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), actuando como una herramienta estratégica de transición hacia el cero neto.

Crédito de carbono, ¿herramienta cuestionada?

Sin embargo, también se advierte que la herramienta enfrenta desafíos de credibilidad y eficacia por cuestiones como el «lavado verde» y la falta de permanencia en las reducciones.

El impacto positivo se resume en:

  • Canalizan capital hacia proyectos sostenibles, como reforestación o captura de carbono, que reducen las emisiones.
  • Ayudan a las empresas a alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones, especialmente aquellas más difíciles de eliminar internamente.
  • Facilitan una transición más rápida hacia la descarbonización al permitir la compensación mientras se desarrollan alternativas estructurales.
  • Fomentan la inversión en I+D para nuevas estrategias de reducción de emisiones y tecnologías de captura de carbono.
  • Generan beneficios sociales y ambientales, como la protección de ecosistemas y la creación de empleo.

En cuanto a las críticas pasan por:

  • El riesgo de que las empresas utilicen los créditos para «lavar» su imagen sin hacer reducciones reales en sus propias operaciones.
  • Algunos créditos pueden no representar reducciones reales o permanentes de emisiones, lo que disminuye su valor.
  • La duración de la compensación es un factor crítico; la reducción de emisiones debe ser duradera y no reversible.
  • A pesar de los avances regulatorios, todavía hay detalles por resolver en el funcionamiento de los mercados de carbono.

Cómo funcionan en Argentina

En el 2023, el Gobierno nacional elaboró una estrategia para el uso de los mercados de carbono en Argentina con la finalidad de propiciar el desarrollo de proyectos que contribuyan a la mitigación y adaptación al cambio climático.

Lo hizo teniendo en cuenta el contexto de transición, desarrollo sostenible, erradicación de la pobreza e integridad ambiental y para poder crear un marco común para su implementación con enfoque federal.

*Crean un fondo de u$s1.000 millones para impulsar el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe

En especial, al sostenerse que el crecimiento que ha experimentado en los últimos años la industria hidrocarburífera a partir de la expansión que viene mostrando Vaca Muerta, zona que no sólo le permite al país y a las provincias dondes se ubica esta zona monetizar el subsuelo, sino también trabajar para que esa premisa se logre con cero emisiones de carbono.

Se trata de la necesidad de lograr un diferencial en la producción de hidrocarburos del país, para posicionarse mejor en mercados como el europeo a partir de poder monetizar el ahorro de carbono.

En ese sentido, los expertos locales coinciden en que el país enfrenta desafíos significativos en la implementación de un mercado de carbono sólido y efectivo como la necesidad de mejorar la infraestructura de monitoreo y verificación de emisiones; la transparencia en la asignación y negociación de derechos de emisión y asegurar la inclusión equitativa de todos los sectores económicos en el sistema de fijación de precios.

Los mercados de carbono representan una herramienta esencial para la mitigación del cambio climático y la transición hacia una economía baja en carbono.

Resultados «pobres»

De hecho, a nivel global, los principales productores de combustibles fósiles, fabricantes de automóviles y empresas tecnológicas usan decenas de millones de créditos de carbono para afirmar que han “compensado” gran parte de sus emisiones en los últimos años.

Pero un documento de Carbon Brief revela que sólo 34 empresas de esta magnitud usaron créditos para compensar 38 millones de toneladas de dióxido de carbono (MtCO2) entre el 2020 y el 2022, lo que equivale a las emisiones anuales combinadas de Etiopía y Kenia.

Sólo 34 empresas de esta magnitud usaron créditos para compensar 38 millones de toneladas de dióxido de carbono.

El informe está elaborado por la consultora que tiene sede en el Reino Unido y que ofrece análisis, información y verificación de datos sobre ciencia climática, política energética y política climática,

De acuerdo al trabajo, los créditos representan ahorros de emisiones realizados en nombre del comprador, normalmente mediante el apoyo a las energías renovables.

Pero, en la práctica, una gran cantidad de estos proyectos no han dado los resultados esperados y algunos expertos advierten que se trata de una “alternativa barata” a las reducciones reales de carbono que otorga a los mayores emisores una “licencia para contaminar”.

En el caso del análisis de Carbon Brief, muestra que las empresas de combustibles fósiles y los fabricantes de automóviles fueron responsables de más de las tres cuartas partes de las compensaciones utilizadas por las 50 empresas más importantes.

También evidencia que solo el 8% de las compensaciones utilizadas procedían de proyectos que eliminaban CO2 de la atmósfera, principalmente plantaciones de árboles.

Del mismo modo, destaca que las empresas utilizan esos créditos para “compensar” sus emisiones mientras trabajan para alcanzar los objetivos climáticos que ellas mismas se han fijado, por ejemplo, convertirse en “ cero emisiones netas” o “ neutro en carbono”.

De hecho, el trabajo muestra que en los últimos años se ha producido un aumento considerable en las compras voluntarias de compensaciones de carbono, coincidiendo con la presión social y política sobre las empresas para que descarbonicen sus operaciones.

Canalizar la financiación climática

Para comprender cómo las grandes empresas están utilizando la compensación de emisiones, Carbon Brief empleó Net Zero Tracker para identificar las 50 principales empresas que cotizan en bolsa, por ingresos, que se han fijado objetivos de cero emisiones netas o similares, de las cuales 28 han declarado su intención de utilizar compensaciones de emisiones.

En total, Carbon Brief identificó 37,8 millones de compensaciones de carbono que fueron utilizadas por 34 de las 50 empresas más importantes para alcanzar sus objetivos climáticos, lo cual equivale al 5 % de los créditos disponibles en el mercado voluntario que se utilizaron durante este período de tres años.

Carbon Brief identificó 37,8 millones de compensaciones de carbono que fueron utilizadas por 34 de las 50 empresas más importantes para alcanzar sus objetivos climáticos.

La mitad de las compensaciones identificadas en este análisis fueron utilizadas por empresas de combustibles fósiles, principalmente Shell y Chevron, y el 28% por automotrices, en particular Volkswagen.

Además, el reporte considera que quienes defienden el mecanismo de compensación de carbono aseguran que se trata de una forma de canalizar la financiación climática privada hacia estos países.

Sin embargo, otros analistas advierten que la compensación de carbono es una iniciativa perjudicial e incluso “neocolonial”.

Al respecto, Pedro Chaves Venzon , asesor de política internacional de la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA), reconoce que el seguimiento del uso de compensaciones es un problema.

En declaraciones a Carbon Brief, sostiene que “las empresas deben registrar sus compras y bajas de carbono como base para que funcionen los registros del mercado”.

Sin embargo, destaca que como el mercado voluntario de carbono se basa en múltiples estándares privados, “cada uno con sus propios registros que funcionan independientemente unos de otros, es difícil rastrear dicha información”.

Jugador relevante

Al respecto, Lucas Peverelli, director de Nullaexitus, aclara que una empresa que no puede reducir completamente sus emisiones puede compensarlas invirtiendo en proyectos que capturan la emisión de gases de efecto invernadero.

“Detrás de ese mecanismo operan los llamados créditos de carbono, cada uno equivalente a una tonelada de CO2 absorbida” señala el ejecutivo de esta consultora que tiene como misión acelerar la acción climática con soluciones basadas en la naturaleza, desarrollando proyectos de forestación en Argentina que generan créditos de carbono certificados (VCUs) y contribuyen al equilibrio ambiental.

Lucas Peverelli, director de Nullaexitus, aclara que una empresa que no puede reducir completamente sus emisiones puede compensarlas invirtiendo en proyectos que capturan la emisión de gases de efecto invernadero.

En el mismo sentido, un reciente informe de la firma Sylvera, asegura que el mercado de carbono en Argentina podría generar ingresos por más de u$s9.000 millones, posicionando al país como un jugador relevante en el mercado global.

En ese sentido, el trabajo asegura que “la oferta de proyectos con potencial de generación de créditos es creciente y diversa en nuestro país”.

Para Peverelli, ese logro se debe “a nuestras ventajas comparativas como la biodiversidad y la extensión de nuestros ecosistemas naturales, particularmente el forestal, que nos posiciona como uno de los pocos países con balance positivo de carbono, es decir, que se capta más carbono del que se emite”.

El experto agrega que, a su vez, emergen mecanismos de verificación y validación a nivel local, como la iniciativa lanzada el año pasado por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que certifica, audita y valida las mediciones de huella de carbono bajo estándares internacionales pero sin los altos costos usualmente asociados a las plataformas internacionales.

“Esto es determinante en el acceso para las pymes porque la transición energética no puede depender solo de las grandes multinacionales del sector, en torno a las cuales existe una red de pequeñas y medianas empresas proveedoras que forman parte de su cadena de valor, y que también enfrentan crecientes exigencias en materia ambiental y de cumplimiento ESG”, destaca Peverelli.

También hace mención a cómo las empresas líderes del Oil & Gas y de la minería trasladan sus estándares de sustentabilidad a sus contratistas. Esto implica desde la medición de huella de carbono hasta la adopción de protocolos de eficiencia energética, gestión de residuos y trazabilidad.

El uso de esta herramienta para financiar proyectos de descarbonización y compensar propias emisiones abrió una grieta entre defensores y críticos.

“Esto abre la puerta a que las cadenas de valor también participen de los esquemas de compensación como oferentes o beneficiarias, generando créditos propios a partir de proyectos locales”, asegura.

Explica además que la adopción de la neutralidad de carbono mejora el acceso a capital, ya que los inversores y las instituciones financieras priorizan cada vez más las credenciales ESG.

Además, abre nuevas oportunidades de negocio al impulsar la diversificación hacia energías renovables, biocombustibles y tecnologías de captura de carbono.

Estratégicamente, también permite anticiparse a regulaciones más estrictas y diferenciar la empresa en el mercado, atrayendo también talento joven y, a nivel de reputación, fortalece la imagen de marca y las relaciones con los grupos de interés.

Para Peverelli, “en última instancia, el dilema del carbono no se resuelve eligiendo entre producir o reducir, sino aprendiendo a hacer ambas cosas mejor porque la sustentabilidad no es un freno al desarrollo: es la única manera de garantizar que siga siendo posible”.

Por eso considera que, en lugar de objetivos estratégicos y de largo plazo, las empresas necesitan herramientas concretas, trazables y disponibles “para terminar con el momento de las declaraciones y las adhesiones y pasar a la acción”.

Andrés Sanguinetti: Periodista especializado en negocios