El agua como bien financiero: ¿cómo sería la aplicación de este modelo en la Argentina?
Si bien por el momento parece una posibilidad lejana para nuestro país, hay regiones preparadas para pensar en modelos similares al californiano.
La noticia sobre el inicio de la cotización del agua en la bolsa de Estados Unidos generó temor en la mayoría de las personas. La posibilidad de que el sector financiero se apropie de un recurso tan elemental para la vida suena terrorífica, pero no es realmente así.
Lo que se comenzó a transaccionar en la bolsa son los derechos de uso de ese elemento natural y la emisión se circunscribe solamente al agua de la cuenca acuífera de California, la zona de viñedos por antonomasia del país del norte.
“Por el momento, es un tema muy específico de California porque, dado el nivel de sofisticación que tiene allí el mercado financiero, arman un bono de cualquier cosa”, dice a iProfesional uno de los principales especialistas en finanzas sustentables del país. No obstante, el anuncio puede ser interpretado como el inicio de una tendencia que puede traer cola a nivel mundial.
¿Cómo se bajaría al mercado local?
Argentina tiene una capacidad de extracción de agua de 994 km³ de agua al año y se utiliza en alrededor de un 70% para agricultura, en un 13% para consumo residencial 13%, casi un 10% va a la ganadería y el resto a la industria 7%.
Uno de los principales especialistas en finanzas sustentables del país anticipa a iProfesional que Mendoza y San Juan parecen los mercados más factibles para la aplicación de un modelo similar a futuro al californiano, porque son territorios en los que para el riego de viñas se implementa, en la actualidad, el pago de un canon. “No se paga el valor del agua en sí mismo, sino el de llevarla al lugar que se necesita”, sintetiza la fuente.
Sin embargo, advierte que hay un largo trecho entre esta realidad actual en la que el agua de riego es un bien administrado por autoridades provinciales o municipales y emitir un bono que se transaccione en los mercados locales.
En primer lugar, esto se debe a que aún hay un fuerte desconocimiento sobre qué son las inversiones verdes, que es donde se podrían encasillar estos bonos.
“Bajar el modelo californiano a nuestro mercado local es una misión imposible en este momento. La gente todavía no entiende, en muchos casos, lo que es un bono verde y se trata nada más que de un título de crédito destinado a financiar proyectos medioambientales emitidos por una institución pública o privada”, dice el especialista en finanzas sustentables.
Si bien varios bancos ya otorgan la posibilidad de recurrir a este tipo de bonos para concretar proyectos con impronta social o ecológica. Sin embargo, es aún un mercado incipiente. En 2019, se emitieron en el mundo u$s247.000 millones, de los cuales un 12% correspondieron a América Latina y Argentina se ubicó apenas en el 6° puesto por monto emitido.
Por otro lado, el hecho de hablar del agua, que es un bien común, lo hace mucho más inimaginable aún. Pensemos, por ejemplo, en acuíferos como el Guaraní (el tercero en importancia del mundo con 1.190.000 kilómetros cuadrados de superficie y 40.000 km³ de volumen) o el Puelche (de 240.000 km2 en las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires y con alrededor de 40.000 km³), que son reservorios hídricos importantísimos.
Si el Estado nacional o provincial decidiera registrar ese agua en el sistema financiero, implicaría que cada uno que quisiera utilizarla debería pagar un canon por esos litros que se tranzaron en el mercado.
Muchos interrogantes y poca factibilidad
Tal como lo explican desde una entidad local especializada en la preservación del medioambiente, pensar en la transaccionalidad del agua es algo muy difícil.
“Lo que llueve en un lugar determinado es producto de un sistema meteorológico global y lo que generó esa nube que precipita acá tiene que ver con cosas que hicieron muchos en otros lugares, por lo tanto, yo no podría vender acciones por esa agua de lluvia en Wall Street, lo que sí puedo transaccionar es su distribución“, ejemplifican.
Queda a la vista que la noticia que trascendió deja muchas aristas abiertas sobre lo que sucederá en el mundo después de esto. “Un riesgo importante que aparece con todo esto es la especulación financiera con un bien que es escaso y cada vez lo será más y que es elemental para la vida”, advierten desde la entidad consultada. Así, una persona a la que le sobre varios miles de pesos, en lugar de ponerlos en dólares, podría invertirlos en acciones del agua y, dentro de varios años, vivir de las regalías que dan esas acciones.
No obstante, si estas inversiones se utilizaran para asegurar que las fuentes de agua se mantengan serían de mucha utilidad. Pero hay que pensar que, si con estos aportes se garantizara una mayor calidad y cantidad de agua en el futuro, el precio de estos bonos tendería a la baja.
“Entonces, este sistema de la única forma que funciona desde el punto de vista financiero es en la medida que haya menos agua y mayor necesidad“, alertan los expertos.
Y otro tema a tener en cuenta es que la mayoría de los países que hoy tienen reservorios de agua dulce son los que están en vías de desarrollo y lo que necesitan es administrarla de manera eficiente para mantener su sistema productivo, pero corren el riesgo de terminar siendo entregadores de agua de calidad y cantidad para que otros países puedan hacer con su agua lo que quieran.
Sin dudas, tal como lo advierten los especialistas en finanzas verdes, este es un primer paso para que el mundo empiece a plantearse cómo administrará la economía del agua en el futuro. Es posible que, de acá a algunos años vista, un modelo similar al californiano llegue a la Argentina y el principal interrogante en este sentido será el rol que tendrá la especulación en la administración de un recurso tan elemental para la vida como el agua.
Por el momento, lo que se va a transaccionar es el derecho a su uso para riego, no el agua como elemento esencial para sobrevivir.