Sólo el 41% de las empresas argentinas mide su huella de carbono
El dato se desprende un informe que realizó Pacto Global Argentina. ¿Hay conciencia ambiental en los procesos productivos en el país? Los resultados.
Sólo el 41% de las empresas argentinas mide su huella de carbono. El dato se desprende del primer estudio del sector elaborado por la red Pacto Global Argentina sobre las emisiones de gases de efecto invernadero y la descarbonización del modelo productivo.
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En total, participaron más de 220 organizaciones empresariales, muchas de ellas participantes del Pacto Global de Naciones Unidas en la Argentina, para conformar así muestra “bastante representativa” de la situación en la que se encuentra el sector privado del país.
“Sabemos que no se gestiona aquello que no se mide y que, empezar por la huella de carbono en particular, es el primer paso para tener una estrategia de reducción de las emisiones y hacia la descarbonización del modelo productivo“, afirmó Claudio Tomasi, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en la presentación del informe que se puede ver aquí.
En este sentido, desde la Red explicaron que “la medición de las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial para gestionar y poder reducir las emisiones de carbono y desempeñar un papel protagónico en el impacto positivo del cambio climático” y son “gases que atrapan el calor en la atmósfera e incluyen dióxido de carbono (CO₂), metano y óxido nitroso”.
Principales resultados
El “Estudio de Huella de Carbono en Empresas Argentinas” mostró cómo el cambio climático y la descarbonización son el principal desafío del modelo económico. “El estudio proporciona una visión detallada del panorama actual de las emisiones de carbono en las empresas participantes, en el que sólo el 41% de las empresas que respondieron miden su huella”, remarcaron.
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En tanto, y de acuerdo a las respuestas sólo el 33,5% de las organizaciones participan del Pacto Global de Naciones Unidas, pero del 41% que miden, el 22% son miembros del Pacto.
Las empresas reconocieron calcular las emisiones directas en un 45% y un 40% reconoce no hacerlas, consecuentemente, un 41% de las empresa reconoce calcular las emisiones indirectas relacionadas con el consumo de energía y en menor medida, solo un 23% calcula otras emisiones indirectas.
¿Qué pasa con la cadena de valor? Cuando se consultó si se integraba ambientalmente a la cadena de suministros capacitándolos para reducir su huella de carbono, “una amplia mayoría, el 71% aún no ha desarrollado acciones formativas, en tanto que un 20% ya ha realizado dichas capacitaciones”.
“Entendemos por los resultados expresados, que aún las empresas no observan a sus cadenas de valor como ámbito estratégico para trabajar activamente en la descarbonización de sus procesos productivos”, señalaron desde Pacto Global Argentina.
Largo camino por recorrer
El estudio incluye recomendaciones específicas para que las empresas adopten medidas efectivas en la reducción de emisiones y contribuyan de manera significativa a los objetivos climáticos globales. Entre ellas, la adopción del Acuerdo de Escazú como forma de implementación y la importancia de promover políticas públicas que alienten a asumir los desafíos de descarbonización de la economía como una oportunidad para construir un nuevo modelo económico, verde e inclusivo.
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A su vez, destaca ejemplos de empresas que han implementado medidas exitosas para reducir su huella de carbono, proporcionando inspiración y orientación a otras organizaciones: Grupo Andreani y Schneider Electric.
“Por los datos analizados entendemos que se hace imperioso fortalecer iniciativas formativas que inviten al empresariado argentino a involucrase con mayor fuerza en la lucha contra el cambio climático a través de la medición de huella de carbono y extender su responsabilidad ambiental a su cadena de suministro”, advirtieron.
Sin embargo reconocieron que para avanzar en este sentido “es importante poder contar con mayor certidumbre macroeconómica, ya que la inestabilidad desalienta las inversiones para incorporar tecnologías más limpias en los procesos productivos”.
“En un contexto con fuerte presión inflacionaria con tasas anuales superiores al 116%, conspira contra toda planificación que busque una mejora ambiental”, concluyeron.
