El fenómeno meteorológico que golpeó la cúpula del Vaticano el día que renunció el Papa
El 11 de febrero de 2013 tuvo lugar un acontecimiento histórico, con la primera renuncia de un Papa en muchos siglos. Qué pasó.
El 11 de febrero de 2013 el mundo fue testigo de un hecho sin precedentes en siglos: el Papa, líder máximo de la Iglesia católica y jefe de Estado del Vaticano, anunciaba su renuncia. Se trataba del alemán Joseph Aloisius Ratzinger, quien había asumido el papado en 2005 bajo el nombre de Benedicto XVI.
Por primera vez en mucho tiempo, la transición hacia un nuevo Papa ocurriría mientras el anterior seguía con vida. A diferencia de lo que sucede tradicionalmente -como será el caso en esta primavera de 2025, marcada por el fallecimiento del Papa Francisco-, la elección de un nuevo pontífice no fue provocada por una muerte, sino por una decisión sin precedentes: Ratzinger optó por renunciar, algo prácticamente inédito en la historia moderna del Vaticano.
Ese mismo día, mientras Roma aún digería la magnitud de la noticia, una tormenta atravesó la ciudad. Lo que era un fenómeno meteorológico habitual en una capital mediterránea, se convirtió en un símbolo poderoso gracias al ojo oportuno de un fotógrafo italiano, que logró captar una imagen que quedaría grabada en la memoria colectiva.
Un rayo impactó la cúpula de San Pedro el 11 de febrero de 2013
El mismo día en que el Papa anunció su renuncia al trono del Vaticano, una tormenta se desató sobre Roma y un rayo cayó repentinamente sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro. La imagen, captada en el instante exacto del impacto, recorrió el mundo con fuerza simbólica. Para muchos, ese destello en el cielo parecía más que una simple coincidencia. El simbolismo fue tan potente que algunos llegaron a poner en duda la autenticidad de la fotografía, sugiriendo que podría haber sido manipulada digitalmente.
Pero la imagen era real. Fue tomada por Alessandro Di Meo, fotógrafo de la agencia italiana ANSA, quien logró capturar el momento con precisión.
«La tormenta se acercaba», relató Di Meo. «Cuando vi el primer relámpago, supe que podía ser una gran oportunidad. Me moví rápidamente bajo la columnata de la plaza y pasé casi cuarenta minutos luchando con la lluvia y la cámara, esperando capturar justo lo que imaginaba», dijo.
El primer intento no tuvo éxito. Mientras limpiaba la lente, un rayo impactó la cúpula y él no alcanzó a disparar. «Lo vi caer y solo pude quedarme mirando, frustrado», confesó. Pero lejos de rendirse, persistió.
«Seguí intentándolo -añadió- y finalmente, otro rayo golpeó la cúpula justo cuando presioné el obturador». Fue el disparo perfecto: una combinación de paciencia, intuición y determinación que convirtió una escena meteorológica en un poderoso símbolo histórico.
Los secretos de la fotografía que dio la vuelta al mundo
Para quienes valoran los aspectos técnicos de la fotografía, Alessandro Di Meo también compartió los detalles de cómo logró la icónica toma: «La cámara estaba apoyada sobre una barrera, no usé trípode. El tiempo de exposición fue de ocho segundos, con una apertura de diafragma f/9 y una sensibilidad ISO de 50».
Además, explicó que trabajó en modo manual y utilizó una lente gran angular, lo que le permitió capturar toda la majestuosidad de la Basílica de San Pedro dentro del encuadre.
La imagen no tardó en desatar una ola de reacciones, especialmente en internet y redes sociales. Muchos usuarios cuestionaron su autenticidad, sugiriendo que podría tratarse de un montaje digital o una imagen retocada.
Ante estas dudas, Di Meo fue tajante: «Entiendo que la foto pueda parecer increíble, pero fotos de rayos se han tomado desde siempre», respondió con firmeza. «La diferencia aquí es que fue el rayo exacto, en el lugar preciso y en el instante justo. Lo conseguí por pura determinación… y, por qué no, también con un poco de suerte».