Una startup desarrolló un nuevo método para reciclar poliéster con hasta 80% menos de energía, ¿cómo funciona?

MacroCycle desarrolló un método más eficiente para reciclar plásticos difíciles de reutilizar, como el PET de baja calidad. Su tecnología permite procesar los residuos sin necesidad de clasificarlos previamente, lo que reduce tanto los costos como la complejidad del proceso.

Una startup recicla poliéster con hasta 80% menos de energía

A pesar de décadas de esfuerzos y promesas, el reciclaje de plásticos sigue siendo un desafío global: solo alrededor del 9% del total producido llega realmente a reciclarse. Pero la situación es aún más crítica en la industria textil: apenas un 0,5% de las prendas logra tener una segunda vida. El resto termina en vertederos, se incinera o acaba contaminando ríos y océanos.

El problema no radica únicamente en la falta de infraestructura, sino también en la composición misma de las prendas modernas. La mayoría son auténticos “Frankenstein textiles”, combinaciones de poliéster con algodón, elastano con nylon y una variedad de accesorios como cremalleras, botones o etiquetas, que dificultan enormemente el reciclaje. Separar estos componentes es tan complejo como intentar rehacer un huevo crudo después de cocinarlo: posible en teoría, pero prácticamente inviable.

En este escenario surge MacroCycle, una startup que busca revolucionar el reciclaje y ofrecer una solución real a uno de los problemas más persistentes de la industria: cómo recuperar materiales mezclados de forma eficiente, económica y sostenible.

Un proceso más limpio y eficiente

Lo que propone MacroCycle es tan ambicioso como ingenioso: recuperar los polímeros valiosos de los residuos textiles sin descomponerlos por completo, evitando así los procesos químicos tradicionales que los reducen a sus moléculas base. En lugar de destruir las cadenas, la empresa las transforma temporalmente en estructuras circulares llamadas macrociclos, que pueden separarse fácilmente de los contaminantes. Luego, estos anillos se abren y se ensamblan nuevamente para formar polímeros de alta pureza, listos para convertirse en poliéster reciclado de calidad superior.

Este método ahorra hasta un 80% de la energía que se requiere para producir poliéster virgen a partir del petróleo, y supera con creces la eficiencia de los sistemas de reciclaje químico convencionales, que apenas logran entre un 20% y un 30% de ahorro energético.

Su tecnología permite procesar los residuos sin necesidad de clasificarlos previamente

Tecnología con impacto real

La propuesta de MacroCycle ya dejó de ser un experimento. Desarrollada originalmente en el MIT, la tecnología permitió a la compañía obtener una Breakthrough Energy Fellowship y escalar rápidamente. En 2025, la startup está construyendo un reactor 2.000 veces mayor que el de sus primeras pruebas y produce lotes de hasta 100 kilos para que grandes marcas de moda los testeen. Lo más relevante: ya están generando ingresos.

Las marcas no se suman por compromiso ambiental, sino por conveniencia económica. Si MacroCycle logra mantener su promesa -que el material reciclado cueste lo mismo que el plástico virgen-, el modelo de negocio textil podría transformarse por completo. En un sector donde los márgenes determinan cada decisión, la sostenibilidad solo prospera cuando no implica un sobrecosto.

Su CEO, Peña Feliz, lo resume sin rodeos: “El cambio no vendrá de dentro de las petroleras. Hay que hacer que les salga caro no cambiar”.

Es una visión pragmática: usar las reglas del mercado para acelerar la transición ecológica.

Un cambio con potencial global

Si la tecnología logra escalar, las implicaciones serían enormes:

  • Moda verdaderamente circular: las prendas podrían reciclarse múltiples veces sin perder calidad, reduciendo la necesidad de fabricar más poliéster virgen.
  • Menor huella de carbono: el bajo consumo energético del proceso permitiría una reducción sustancial de emisiones de CO2.
  • Menos residuos: el sistema puede procesar mezclas de fibras complejas, evitando que toneladas de ropa terminen en vertederos o incineradas.
  • Impulso a la innovación: si el costo deja de ser un obstáculo, otras industrias, como la del packaging o la automotriz, podrían adoptar este enfoque para sus propios residuos sintéticos.
  • Desarrollo local: la creación de plantas de reciclaje químico regionales podría generar empleo y disminuir la dependencia de materias primas importadas.

En un momento en que cada décima de grado y cada año cuentan, tecnologías como la de MacroCycle no son solo una promesa: son una herramienta concreta para cambiar cómo producimos, consumimos y reciclamos. No resolverán el problema por sí solas, pero ya están demostrando que otra forma de hacerlo es posible. Y funciona.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.