Una especie hallada en el Río de la Plata develó un impacto ambiental inesperado

En julio de 2024, un pescador capturó en el Río de la Plata un esturión -un pez prehistórico, de aspecto similar a un tiburón, que puede alcanzar hasta cuatro metros de longitud- y lo donó a la UNLP. Nadie sabe con certeza cómo llegó a la Argentina, pero se lo considera una especie invasora con capacidad de alterar el equilibrio ecológico.

Hallaron un esturión y reveló una información clave

Un año después del hallazgo, investigadores analizaron el contenido de su estómago y revelaron una conclusión alarmante: todas las especies del río están amenazadas, no tanto por el esturión, sino por la enorme cantidad de plásticos dispersos en sus aguas.

El estudio está a cargo del Instituto de Limnología (ILPLA) de la UNLP y el Conicet La Plata. Su objetivo es evaluar qué impacto tendría la invasión de este pez en el Río de la Plata. No es tarea sencilla: el esturión es difícil de capturar y los ejemplares son escasos.

Aunque todavía es temprano para prever los daños, el antecedente de la carpa común (Cyprinus carpio) resulta inevitable. Introducida hace un siglo por acuicultores, hoy se expandió de forma imparable por lagos, ríos, arroyos y lagunas de toda la provincia de Buenos Aires.

El esturión, considerado un fósil viviente, apareció hace más de 200 millones de años, incluso antes que los dinosaurios. Sobrevivió a extinciones masivas y cambios climáticos conservando sus rasgos primitivos. El registro más grande data de 1827, en Rusia: un ejemplar de 7,2 metros y 1.571 kilos, equivalente al peso de un automóvil. En sus hábitats originales -América del Norte, Europa, África y Asia- está en peligro de extinción, principalmente por la explotación para producir caviar, cuyo kilo puede alcanzar los 35 mil dólares en el mercado internacional.

En la Argentina, el primer registro de un esturión se remonta a 1999. La principal hipótesis es que provino de una granja ictícola uruguaya, Black River Caviar, ubicada en Baygorria, sobre el Río Negro. Allí se los cría para extraer sus huevos y elaborar caviar. Se presume que, tras una inundación, algunos ejemplares escaparon y llegaron al Río de la Plata.

El esturión fue hallado por un pescador, quien lo donó a la UNLP

Primeros indicios del esturión en el Río de la Plata

El equipo a cargo de la investigación está integrado por Darío Colautti, Tomás Maiztegui y Vivian Yorojo Moreno, junto a las estudiantes de zoología Eliana Agrelo y Milagros Gómez. En el Laboratorio de Ecología de Peces del ILPLA conservan congelados en perfecto estado tres ejemplares de esturión, pertenecientes a las especies Acipenser baerii y Acipenser gueldenstati. Todos son juveniles de unos 70 centímetros, inmaduros sexualmente.

Lo primero que observaron los investigadores fue que estos peces estaban flacos y desnutridos. Sus estómagos contenían pocos restos de alimento, pero abundantes plásticos. Según los especialistas, el Río de la Plata resultó demasiado hostil para ellos.

“El río está extremadamente contaminado. El esturión tenía gran cantidad de plásticos y, lamentablemente, es algo bastante común. La aparición de microplásticos afecta no solo a esta especie, sino también a las nativas: generan sensación de saciedad y los peces terminan muriendo”, explica Tomás Maiztegui, docente de Anatomía Comparada en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP.

Maiztegui no oculta su fascinación por el hallazgo. Con entusiasmo describe al esturión como un pez singular, de rasgos prehistóricos: “Es un bichazo. Su esqueleto es en gran parte cartilaginoso y su cola recuerda más a la de un tiburón que a la de un pez óseo, aunque evolutivamente está más emparentado con especies como la boga o el sábalo”.

Aunque todavía no hay evidencias de que se haya establecido una población silvestre en el Río de la Plata, los especialistas advierten que, de asentarse, el esturión podría crecer sin control, ya que carecería de depredadores naturales. Su dieta, centrada en invertebrados del fondo, podría alterar el equilibrio bentónico del ecosistema.

En su ambiente nativo, el esturión puede vivir entre 40 y 100 años y cumple un complejo ciclo vital: nace en aguas profundas, migra a zonas más tranquilas y, al alcanzar la madurez sexual -entre los 8 y 20 años- regresa al río para desovar.

Colautti recuerda el caso de un ejemplar capturado en San Clemente del Tuyú, de gran tamaño, que probablemente había llegado al mar y encontrado un ambiente más favorable: “Podemos estar asistiendo al inicio de una invasión. Cuando una especie invasora se establece, frenarla es casi imposible”.

El rol clave de los pescadores

El trabajo científico se enfrenta a serias dificultades debido al desfinanciamiento del sistema de investigación nacional. Los recursos escasean y, muchas veces, los biólogos deben costear de su propio bolsillo insumos básicos. En este contexto, el aporte de los pescadores resulta vital.

Un esturión es un hallazgo excepcional y su captura suele llegar por azar. En 2023, Claudio Velardo, abogado y egresado de la UNLP, pescó un ejemplar en Punta Lara y lo donó al ILPLA. Poco después se supo que un comercio de Berisso, Mantungo Pesca, había ofrecido un premio para quienes entregaran un esturión a los investigadores, iniciativa impulsada por su dueño, Osvaldo Barreiro.

“En este proyecto, los protagonistas son los pescadores, tanto deportivos como artesanales. La pasión que despierta la pesca es enorme y el esturión generó un entusiasmo muy lindo”, afirma Maiztegui.

Actualmente, los científicos planean relanzar la campaña de difusión para que más pescadores colaboren. Hasta ahora cuentan con tres ejemplares y pronto podrían sumar un cuarto, gracias a un pescador de San Clemente del Tuyú.

La búsqueda continúa: cada nuevo esturión es una oportunidad para comprender cómo interactúa esta especie con el ecosistema del Río de la Plata.

“El problema central no es tanto la aparición del esturión, sino el estado de nuestros ríos. La contaminación, con descargas cloacales e industriales, es lo que debería hacernos reflexionar de verdad”, concluye Maiztegui.

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