El proyecto de llevar humanos a Marte avanza con una determinación inédita. Estados Unidos y China ya proyectan misiones tripuladas al planeta rojo para la década de 2030. Pero vivir en Marte plantea desafíos muy distintos a los de la exploración lunar: las distancias son mayores, los viajes se extienden por meses y cada kilogramo transportado desde la Tierra incrementa de forma exponencial los costos y la complejidad logística.
Por eso, los primeros asentamientos no se construirán trasladando todo desde nuestro planeta. La estrategia pasa por aprovechar los recursos disponibles en Marte y reducir al mínimo la dependencia de suministros terrestres. En ese marco, el hielo dejó de ser visto como un obstáculo para convertirse en un recurso clave.
A lo largo de los años se evaluaron distintas alternativas. Desde el uso de cuevas naturales como refugio frente a la radiación, hasta la utilización del regolito marciano como materia prima para imprimir estructuras en 3D. Más recientemente, un equipo de científicos propuso una solución tan sencilla como disruptiva: levantar cúpulas hechas de hielo marciano, inspiradas en los iglús tradicionales.
Por qué el hielo sería un gran material para construir en Marte
El hielo ofrece ventajas singulares en el entorno marciano. Es abundante en determinadas regiones, soporta la presión estructural y funciona como un escudo eficaz frente a la radiación solar y cósmica. A diferencia de otros materiales, además, permite el paso de la luz visible, un aspecto fundamental tanto para el cultivo de plantas como para el bienestar psicológico de los astronautas tras largos períodos de aislamiento.
Durante la reunión anual de la Unión Estadounidense de Geofísica (AGU25), los investigadores presentaron modelos detallados de estos domos congelados. Las estructuras podrían cubrir superficies de hasta una hectárea y organizarse en distintos compartimentos destinados a áreas habitables, experimentos científicos y espacios de cultivo.
Las simulaciones ofrecieron resultados prometedores. Los domos de hielo permitirían elevar y estabilizar la temperatura interior en torno a los –20 °C. En un planeta donde la media ronda los –120 °C, esa diferencia resulta decisiva. Además, el hielo bloquea de manera eficaz la radiación ultravioleta dañina para el ADN, al tiempo que deja pasar la radiación visible e infrarroja, indispensable para la fotosíntesis.
Cuál sería la contra de construir con hielo
No todo es tan simple. Levantar grandes asentamientos a partir de hielo implica procesar volúmenes enormes de material. Si bien Marte posee reservas abundantes, especialmente en las regiones polares, convertir ese hielo en bloques estructurales demandará tiempo y una cantidad significativa de energía. De acuerdo con las estimaciones de los investigadores, aun contando con una fuente energética comparable a la de la Estación Espacial Internacional, solo sería posible construir alrededor de 15 metros cuadrados de estructura por día.
Este ritmo obliga a pensar los asentamientos basados en domos de hielo como proyectos de mediano y largo plazo. A ello se suma otro desafío clave: el traslado del hielo desde los polos hasta áreas más favorables para la permanencia humana.
El equipo científico -que incluye especialistas de la Universidad de Harvard- plantea realizar ensayos preliminares en la Antártida y en entornos de baja presión, como ciertas zonas del Himalaya. Estos escenarios permitirían poner a prueba la resistencia estructural y el comportamiento térmico de las cúpulas antes de avanzar con su aplicación en Marte.
Los edificios de hielo no sustituirían por completo a los hábitats presurizados convencionales. Más bien, funcionarían como envolturas protectoras externas, con estructuras presurizadas contenidas dentro de las cúpulas. En Marte, salir al exterior sin protección sigue siendo inviable: la ausencia de oxígeno y la baja presión harían que la sangre hierva casi de inmediato.