La misteriosa “depresión magnética” que crece en el Atlántico que intriga a los científicos

Las décadas de 1950 y 1960 fueron clave para el estudio del campo magnético terrestre. Este fenómeno no solo actúa como escudo frente a la radiación solar y los rayos cósmicos, sino que también guía a las aves migratorias y evita que la atmósfera de nuestro planeta se disipe hacia el espacio.

La misteriosa “depresión magnética” que crece entre África y América que intriga a la ciencia

La misteriosa “depresión magnética” que crece en el Atlántico

Durante esos años, los científicos descubrieron que en el Atlántico Sur -entre África y América del Sur- existe una zona peculiar del campo magnético: una especie de depresión o debilitamiento conocido como la Anomalía del Atlántico Sur. Hoy, gracias a un trío de satélites lanzados por la Agencia Espacial Europea en 2013, llamados Swarm (“Enjambre”), esta región puede estudiarse con precisión desde el espacio.

Pero, ¿qué causa esta anomalía y por qué el campo magnético no es tan uniforme como se pensaba?

El magnetismo terrestre se origina en el núcleo del planeta, donde el hierro fundido se mueve de forma turbulenta. Esos flujos, al conducir electricidad, generan corrientes que producen un campo magnético, en un proceso conocido como “efecto dínamo”. En síntesis: el movimiento del hierro líquido convierte la energía del movimiento en magnetismo.

A lo largo de millones de años, el campo magnético varió en intensidad e incluso llegó a invertirse por completo, intercambiando los polos norte y sur. Estas irregularidades se deben justamente al movimiento caótico del hierro fundido en el núcleo.

Podría pensarse que ese caos explica la anomalía, pero los científicos aún se sorprenden no solo por su existencia, sino porque creció con el tiempo. Actualmente, abarca un área equivalente a la mitad del continente europeo, aunque su intensidad magnética disminuyó. Tras más de una década de observaciones, los expertos confirmaron que entre 2014 y 2025 la anomalía siguió expandiéndose y podría ser un indicio de una futura inversión de los polos terrestres.

No obstante, nadie puede predecir cuándo ocurrirá tal cambio -que suele desarrollarse de manera gradual- ni qué consecuencias exactas tendría. Algunas hipótesis sugieren que, durante el proceso, el campo magnético se debilitaría, reduciendo la protección contra la radiación solar. Esto no significaría la desaparición de la vida, pero sí podría afectar a los satélites, a los astronautas y a las aves migratorias que dependen del magnetismo para orientarse. Incluso, un debilitamiento severo podría alterar redes eléctricas y sistemas tecnológicos.

Lo cierto es que el campo magnético de la Tierra no se comporta como se esperaba en esa región del Atlántico Sur. Aunque suele describirse como un campo dipolar -con líneas magnéticas que emergen del polo sur y regresan por el polo norte-, en la zona anómala el patrón se invierte: las líneas, en lugar de salir del núcleo, parecen regresar a él.

En palabras de Chris Finlay, investigador de la Universidad Técnica de Dinamarca y miembro del equipo que analiza los datos de las naves Swarm, “normalmente esperaríamos ver líneas de campo magnético saliendo del núcleo en el hemisferio sur. Pero bajo la anomalía del Atlántico Sur observamos áreas inesperadas donde, en lugar de salir, el campo magnético vuelve a ingresar al núcleo”.

Un análisis de los datos obtenidos sugiere que existe una anomalía que podría ser un síntoma de que los polos se inviertan

A partir de ahora, el desafío científico será entender no solo por qué surge esta anomalía, sino también hacia dónde se está desplazando y qué podría revelar sobre el futuro magnético de nuestro planeta.

El investigador también señaló que “la anomalía del Atlántico Sur no constituye un bloque uniforme, sino que está evolucionando de manera distinta hacia África que en la zona cercana a Sudamérica”. Además, subrayó que “algo particular está ocurriendo en esta región, y ese fenómeno está provocando un debilitamiento más marcado del campo magnético”.

El hecho de que la ciencia aún no logre comprender completamente los procesos internos de la Tierra invita a reflexionar sobre la enorme complejidad necesaria para que surja la vida en el Universo. Las condiciones que lo hacen posible dependen de una serie de factores sumamente precisos y delicadamente equilibrados, lo que quizá explique por qué aún no hemos encontrado señales de vida en otros lugares, y mucho menos vida inteligente.

Mientras tanto, los investigadores deberán profundizar en cómo los cambios del campo magnético podrían afectar a nuestro planeta si los polos llegaran a invertirse en el futuro. Aún queda un largo camino por recorrer para entender las implicancias de este fenómeno y el papel que juega en la estabilidad de la vida en la Tierra.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.