La Antártida, el cuarto continente más extenso del planeta, sigue siendo el territorio más inhóspito e inexplorado para el ser humano. Con temperaturas medias extremadamente bajas, un nivel de humedad mínimo y una altitud promedio superior a los 2.000 metros, representa un desafío tanto científico como logístico. Allí habitan especies emblemáticas como pingüinos, cormoranes, ballenas y distintas focas.
Su superficie, de unos 4.500 kilómetros de diámetro, concentra cerca del 80% del agua dulce mundial, en su mayor parte congelada en una capa de hielo que constituye el 90% de la criosfera terrestre. El espesor medio de este casquete glaciar alcanza los 2.500 metros, aunque en zonas como la Tierra de Adelia llega a los 5 kilómetros. Pese a los avances tecnológicos, el subsuelo antártico aún guarda numerosos enigmas. Hasta hace poco, la herramienta principal para explorarlo era el radar aéreo, eficaz pero limitado en el caso de glaciares de rápido movimiento.
Para superar esas limitaciones, un equipo de glaciólogos liderado por Mathieu Morlighem, de la Universidad de California en Irvine, desarrolló la metodología BedMachine Antártica. Este enfoque combina datos de radar con nuevas mediciones de la velocidad del hielo superficial, logrando el mapa topográfico más exacto elaborado hasta la fecha.
El cañón Denman: el punto más profundo del planeta
El trabajo, publicado en Nature Geoscience bajo el título “Deep glacial troughs and stabilizing ridges unveiled beneath the margins of the Antarctic ice sheet”, detalla los hallazgos y su relevancia. El mapa se construyó a partir de datos recopilados desde 1967 por 19 institutos internacionales, que suman casi 1,5 millones de kilómetros de registros de radar. También incorpora información sísmica y mediciones batimétricas de las misiones Operation IceBridge de la NASA, ofreciendo la cartografía más completa del continente.
Entre los resultados más destacados figura la identificación del punto terrestre más profundo del mundo, localizado bajo el glaciar Denman, en el este de la Antártida. Gracias a la combinación de datos de radar y movimiento del hielo, se confirmó que este cañón alcanza los 3.500 metros por debajo del nivel del mar, superando ampliamente al Mar Muerto, que con 395 metros era hasta ahora el lugar más bajo en tierra firme.
Este cañón cumple un rol clave en el equilibrio del hielo oriental. Aunque la mayoría de las depresiones extremas del planeta se hallan bajo el océano, Denman ostenta el récord absoluto en tierra continental. “Como es relativamente angosto, tiene que ser profundo para permitir que tal masa de hielo llegue a la costa”, explicó Morlighem.
Implicancias para el clima y los océanos
Los nuevos mapas también revelaron la existencia de crestas estabilizadoras en la base antártica, que protegen parte del hielo que fluye a través de las montañas Transantárticas. Sin embargo, identificaron zonas vulnerables, como los glaciares Thwaites y Pine Island, donde la configuración del lecho aumenta el riesgo de un retiro acelerado del hielo.
Las simulaciones advierten que un aumento global de la temperatura podría desestabilizar sectores críticos de la Antártida. El glaciar Thwaites, de dimensiones comparables al Reino Unido, es uno de los más expuestos: su retroceso podría desencadenar un colapso de la Antártida Oriental, con impactos directos en el nivel del mar y en los patrones climáticos globales.
El mapa BedMachine no solo representa un avance en el conocimiento de la dinámica de la criosfera, sino que también será una herramienta clave para modelos climáticos futuros, investigaciones sobre el deshielo y su efecto en las corrientes oceánicas, así como en la distribución de la biodiversidad polar.