Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge revela una relación significativa entre la exposición a ciertos contaminantes atmosféricos y el aumento del riesgo de desarrollar demencia.
La demencia, que actualmente afecta a unos 57 millones de personas en todo el mundo, podría triplicar esa cifra y superar los 150 millones de casos para 2050, según estimaciones.
Qué dice el estudio sobre contaminación y demencia
El trabajo, publicado en The Lancet Planetary Health, analizó datos de más de 29 millones de participantes expuestos a contaminantes del aire durante al menos un año, a través de la revisión sistemática de 51 estudios previos.
El estudio identificó tres tipos principales de contaminantes vinculados al incremento del riesgo de demencia: partículas finas PM2.5 (provenientes de emisiones vehiculares, plantas de energía y estufas de leña), dióxido de nitrógeno (producto de la quema de combustibles fósiles) y hollín (de emisiones de vehículos y quema de madera).
Al respecto, los investigadores encontraron que por cada aumento de 10 microgramos por metro cúbico de PM2.5, el riesgo relativo de desarrollar demencia crece un 17%. En el caso del hollín, el incremento fue del 13%. Niveles cercanos o superiores a estos valores se registraron en 2023 en zonas céntricas de Londres, Birmingham y Glasgow.
Cómo impacta en la salud
La causa más común de demencia es la enfermedad de Alzheimer, que afecta en el Reino Unido a cerca de 982.000 personas. Entre sus síntomas se incluyen pérdida de memoria, dificultad para concentrarse y cambios en el estado de ánimo.
La doctora Haneen Khreis, autora principal del estudio, señaló que esta investigación aporta “evidencia adicional que respalda la observación de que la exposición prolongada a la contaminación del aire exterior es un factor de riesgo para la aparición de demencia en adultos previamente sanos”.
Además, enfatizó que “combatir la contaminación del aire puede generar beneficios a largo plazo en salud, sociedad, clima y economía. Puede aliviar la inmensa carga sobre pacientes, familias y cuidadores, además de reducir la presión sobre los sistemas de salud saturados”.
El mecanismo por el cual la contaminación podría causar demencia estaría relacionado con la inflamación cerebral y el estrés oxidativo, procesos que dañan células, proteínas y ADN.
Sin embargo, los autores reconocen una limitación: la mayoría de los estudios revisados incluyen participantes blancos de países con altos ingresos, por lo que recomendaron que futuras investigaciones incorporen a poblaciones marginadas.
Por su parte, la doctora Isolde Radford, gerente sénior de políticas en Alzheimer’s Research UK, afirmó: “Esta rigurosa revisión suma evidencia a la creciente preocupación de que la exposición a la contaminación del aire – desde humos vehiculares hasta estufas de leña – aumenta el riesgo de desarrollar demencia”.
Radford agregó: “La contaminación del aire es uno de los principales factores modificables de riesgo para la demencia, pero no es algo que los individuos puedan resolver solos. Por eso es fundamental el liderazgo gubernamental”.
Finalmente, destacó que “aunque el plan de salud a diez años reconoce los daños a la salud que causa la contaminación del aire, es necesario hacer mucho más para enfrentar esta amenaza invisible” y llamó a una “estrategia audaz y transversal que involucre a varios ministerios, no solo salud, para tomar acciones coordinadas frente a los factores de riesgo de demencia”.