Los temporales en la ciudad de Buenos Aires provocan algo más que complicaciones de tránsito e inundaciones. Luego de observar con atención lo que sucedía en las calles porteñas después de algunas horas (y días) de lluvia, la diseñadora sustentable Romina Palma se encontró con que cientos de paraguas morían desechados en alcantarillas, esquinas y cerca de vertederos, tapando desagües y contaminando la ciudad.
Inspirada por los principios de la biomimética (disciplina que nos enseña a mirar el entorno para tomar aquello que está disponible y encontrar nuevas soluciones), decidió actuar.
Cómo surgió el emprendimiento que recicla paraguas
En 2020 impulsó un ambicioso proyecto de reutilización creativa de material de desecho al que llamó Cazaparaguas y desde entonces se dedica a diseñar pilotos, camperas y ponchos a partir de la reutilización de paraguas que ya nadie quiere. Al día de hoy se encuentra reciclando unos 72 paraguas al mes y produciendo una decena de prendas únicas con la firme convicción de seguir expandiéndose. Un dato: para crear una prenda se necesita la tela de tres paraguas.
“Desde hace más de 20 años trabajo en proyectos de triple impacto, algo que comencé con Fauna Brava, mi marca de juguetes textiles y después continué con Cazaparaguas, que fue el punto de fusión entre muchas búsquedas: lo ambiental, lo social y lo artístico”, cuenta a Economía Sustentable la diseñadora sustentable y fundadora de Cazaparaguas.
También explica que “el motor inicial” de su marca fue “la misma urgencia de actuar frente a la crisis ambiental”, y que la inspiración llegó del propio residuo: “El paraguas, ese objeto descartado que muchas veces no tiene segunda vida, se volvió para mí un símbolo de posibilidad de diseñar con lo que abunda. Cada pieza es única y se construye a partir de la combinación de tres paraguas; son piezas de arte donde el diseño se pone a disposición de la integración de materiales no convencionales”, considera.
En estos cinco años de vida, en Cazaparaguas se recicló más de 1000 paraguas y se evitó que unos 110 kilos de tela plástica y 250 kilos de otros materiales se conviertan en desechos. “No solo creamos prendas de calidad, sino que originamos impacto en la sociedad y en el ambiente, creando empleo y apoyando la economía local”.
A su vez, Cazaparaguas nace a partir de la experiencia de la comunidad del Club Social de Costura también fundado por Palma en 2015: se trata de un espacio de Costura y Reciclaje dedicado a la educación ambiental comunitaria a través del oficio textil, el cual tomó fuerza como emprendimiento de moda sostenible en pandemia luego de un camino largo de exploración en diseño sustentable, revalorización de residuos y oficios textiles.
“Nuestro proceso inicia con la recopilación de paraguas desechados. Una vez recibidos los materiales, los lavamos y acondicionamos para su uso en la confección de las prendas, y las partes no utilizadas se las entregamos a los recuperadores urbanos”, precisa.
A prueba y error, ¿cuánto invirtió en Cazaparaguas?
Trabajar con lo que había, con lo que estaba a mano, fue el principal capital inicial junto al tiempo de experimentación y muchas horas de prueba y error.
Recuerda con emoción su primera venta, una campera hecha 100% con telas de paraguas, realizada a una persona que estaba vinculada con la Comisión de Recursos Naturales del Congreso de la Nación. Lo que se reveló en aquella primera experiencia fue que atrás de la venta había “una historia de transformación y de gestión integrada que conectó con el propósito de la persona: Ahí vi algo importante para desarrollar”.
Ahora Cazaparaguas está en proceso de expansión y, recién este año, Palma sostiene que alcanzó su punto de equilibrio; también asegura que tras obtener una franquicia cultural terminaron de desarrollar una metodología replicable.
“Actualmente estamos vendiendo entre 6 y 12 prendas por mes principalmente camperas y accesorios impermeables. La inversión inicial fue mínima, pero fuimos creciendo gracias al trabajo colaborativo, alianzas con otras marcas y participación en ferias como Bioferia y Puro Diseño”, precisa.
En su equipo trabaja junto a dos colaboradoras, Gina y Mercedes, y distintas costureras aliadas. Si bien tiene crecimiento sostenido, con impacto y visión de largo plazo, asegura que se necesita de “inversión y estrategias de venta”. “La gestión de los materiales y el espacio de acopio es un cuello de botella en el modelo de negocio”, admite.
Cómo llegan los paraguas
¿Cómo llegan los paraguas a sus manos? Son mayormente recolectados en los Puntos Verdes Móviles de la Ciudad de Buenos Aires, y luego son gestionados por el Club Social de Costura, donde ocurrió aquella “prueba piloto fundamental para el nacimiento de mi marca”, recuerda.
También se recolectan paraguas rotos a través de campañas de acopio que promovemos en redes, ferias y con aliados institucionales y se promueven convenios con organizaciones para que actúen como puntos fijos de recolección. “Todo el material es acopiado, desarmado, lavado y planchado en nuestro taller en Cazaparaguas, donde también realizamos parte del corte”, puntualiza.
Asimismo, la diseñadora resalta la importancia de trabajar en alianza con otros emprendedores similares: “Ahora estamos trabajando con Segundas Oportunidades, un proyecto que articula los descartes de la industria textil y a través del cual acceden a insumos para la creación de sus productos. También suprarreciclamos acrílico de lentes Vulk para nuestros avíos y usamos envoltorios de Compostame, empresa de biomateriales de origen nacional. Como parte de nuestra labor de impacto, trabajamos con la activista ambiental Dafna Nudelman en campañas de comunicación promoviendo la sustentabilidad y la economía circular”, detalla.
En relación a las virtudes de trabajar con materiales reciclables, dice que son muchas: “Reducís el impacto ambiental, promover una economía circular local y contar historias que movilizan. Pero también hay desafíos: la logística es compleja, el trabajo manual es intensivo y no siempre es fácil explicar el valor detrás del producto, sobre todo cuando el insumo tiene origen en el descarte”, las detalla.
Cuando analiza el futuro, se anima a decir que van “por buen camino”, mientras destaca como valor agregado para todo emprendedor sustentable la posibilidad de trabajar en sinergia con marcas aliadas. “Nos encanta colaborar con otras marcas de descarte textil y proyectos de triple impacto porque así generamos una sinergia real entre diseño, sustentabilidad y comunidad”.