El cambio climático sigue avanzando, aun cuando la complejidad del contexto internacional desplaza la prioridad hacia otros conflictos y dificultan los consensos y la cooperación global.
Es más, con la vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la política climática de su país, y en consecuencia, la del mundo ha experimentado un giro significativo.
Su administración ha tomado medidas para revertir varias iniciativas implementadas durante el mandato de Joe Biden en favor de políticas que mejoren el cambio climático.
Una de ellas es el abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París, además de la promoción de la producción de combustibles fósiles mediante el lema «Drill Baby Drill» y la cancelación de programas de innovación en energías limpias.
Se trata de decisiones que pueden cambiar el rumbo global hacia la descarbonización y que han generado preocupación entre científicos y defensores del medio ambiente, quienes advierten sobre los riesgos de desmantelar políticas que buscan mitigar el cambio climático y proteger los ecosistemas.
De todos modos, hay países y empresas que continúan impulsando iniciativas sostenibles, más que nada teniendo en cuenta que el año pasado, la temperatura media global alcanzó por primera vez un incremento de 1,6°C y superó el umbral de 1,5°C establecido por el Acuerdo de París como límite para evitar los peores impactos del cambio climático.
Es más, el primer mes de este 2025 se convirtió en el enero más cálido registrado, con una anomalía de 1,75°C por encima de los niveles preindustriales, marcando el 18º mes de los últimos 19 en que las temperaturas globales superaron los 1,5°C .
Según un estudio publicado en febrero de 2025, haber registrado un año completo por encima de 1,5°C sugiere que la Tierra ha entrado en un período de 20 años en el que la temperatura media global alcanzará o superará este límite.+
Decisiones cotidianas
Este escenario puede acercar la mundo a diversos puntos de no retorno climáticos (climate tipping points), umbrales críticos a partir de los cuales ciertos sistemas naturales podrían cambiar de manera abrupta e irreversible.
Este aumento de la temperatura depende de las acciones humanas, tanto individuales como colectivas, a pesar de que el calentamiento global está impulsado por causas físicas como la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Por lo cual, la trayectoria futura de este factor se encuentra en manos de decisiones de los hombres y de elecciones cotidianas en torno al consumo, la movilidad, la alimentación y la energía.
Pero, un informe de la ONG Sustentabilidad sin Fronteras entiende que es decisivo diseñar e implementar políticas públicas ambiciosas y coherentes, que marquen el rumbo de una transición justa y sostenible mediante la eliminación de subsidios a los combustibles fósiles; promoción de energías limpias: garantizar transporte público de calidad y proteger ecosistemas clave como bosques y humedales.
El documento titulado “Cambio Climático 2025”, señala que la concientización climática es tan estratégica como las tecnologías bajas en carbono, “ya que solo con una sociedad comprometida lograremos impulsar gobiernos valientes capaces de responder a la urgencia de la crisis climática”.
Otro informe sobre la Brecha de Emisiones 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señala que los países del G20 (del cual Argentina es parte) son responsables de aproximadamente el 76% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Además, sostiene que para América Latina, esta situación se traduce en impactos severos como sequías más prolongadas, retroceso acelerado de los glaciares andinos, pérdida de biodiversidad en la Amazonía y un aumento de la desigualdad climática.
La nueva agenda climática
Para analizar las consecuencias de este camino tanto a nivel global como en la Argentina, la octava edición del reporte de Sustentabilidad Sin Fronteras, agrupa una importante cantidad de artículos de especialistas sobre el medio ambiente y el cambio climático en los cuales se llega a una premisa común que es la de los cambios profundos se construyen articulando ciencia, política, empresas, sociedad civil y comunidades.
A lo largo de 25 artículos, este nuevo informe ofrece un recorrido amplio y actualizado por los temas más relevantes de la agenda climática actual, analizando la superación del umbral de 1,5°C y sus implicancias, el avance del negacionismo como fenómeno político, los desafíos del financiamiento climático y el rol estratégico que puede jugar América Latina en la próxima COP30 en Brasil.
A nivel nacional, el reporte aborda la situación de las energías renovables, los biocombustibles, la energía nuclear, el mercado de carbono, la transparencia en la gestión climática, y el impacto del cambio climático en el trabajo, la salud y los territorios.
También explora nuevas tecnologías, alternativas agroalimentarias, y los desafíos de la acción subnacional, donde las provincias y ciudades emergen como actores clave frente al repliegue del Estado nacional.
De cara a la próxima COP30 en Brasil, el informe también invita a pensar el rol que América Latina puede jugar en el debate global: una región que no solo sufre los impactos del cambio climático, sino que también puede ofrecer soluciones basadas en su biodiversidad, su creatividad social y su enorme capacidad de innovación.
Sector clave
Uno de los artículos de este informe vinculado a la Argentina se centra en la descarbonización en tiempos de incertidumbre y se pregunta ¿por qué reducir emisiones sigue siendo clave para el negocio?.
Se trata de un documento elaborado por Iván Buffone, licenciado en Ciencias Políticas con estudios de posgrado en economía internacional, análisis político, negocios petroquímicos, energías renovables y finanzas sostenibles.
Para el experto, la descarbonización debe seguir entre las prioridades del sector privado ya que medir, reducir y compensar emisiones se está volviendo indispensable para operar, financiarse, vender en mercados regulados o participar en cadenas globales.
Por eso entiende que el sector industrial es clave en esta transición ya que representa el 25% de las emisiones globales directas, según la Agencia Internacional de Energía, y es uno de los más expuestos al cambio climático.
Además, consume el 20% de la energía total, contribuyendo significativamente a las emisiones del sector energético.
“Las empresas saben que ignorar el impacto ambiental y social implica riesgo financiero. Hoy, con la competitividad al centro de la agenda, la sustentabilidad debe mostrar resultados concretos como menor costo y riesgo y mejor reputación”, asegura el artículo.
De hecho, las compañías que lideran este cambio han entendido que hablar de sustentabilidad es hablar de estrategia de que entender la eficiencia energética, electrificación de procesos, sensorización, reducción de pérdidas y uso racional de recursos no solo reducen emisiones sino que también fortalecen la operación.
Estrategias para mitigar
Para avanzar en el rumbo de las cero emisiones Buffone aconseja como primer paso medir y comprender que la huella de carbono permite diseñar una estrategia de mitigación.
Para lograrlo propone acciones que se organizan en cuatro dimensiones:
- Eficiencia energética a partir de la digitalización y automatización, que cumplen un rol central con tableros de control, sensores inteligentes, sistemas de gestión energética (EMS) y mantenimiento predictivo que permiten optimizar recursos.
Como ejemplo, cita a la marca de moda Prüne, que identificó la oportunidad de reducir su consumo en un 15%, lo que se traduce en un ahorro anual de u$s27.000 .
En el mismo camino, Jomsalva, una PYME fabricante de compuestos de caucho, sólo con la implementación de buenas prácticas de eficiencia energética, pudo reducir casi un 10% de su huella de carbono.
- Electrificación de procesos industriales, que permite reemplazar combustibles fósiles en procesos que requieren calor, fuerza motriz o transporte interno.
“Sustituir calderas de gas por bombas de calor, incorporar hornos eléctricos o vehículos internos eléctricos reduce emisiones, simplifica operaciones y mejora la eficiencia”, detalla el experto en su informe.
Agrega que, cuando la electrificación se combina con un suministro renovable, los resultados en términos de mitigación de huella de carbono son exponenciales.
- Electrificación de procesos industriales para cambiar la matriz energética, teniendo en cuenta que es una de las formas más rápidas y eficaces de reducir la huella de carbono.
Casos como el de Aceitera General Deheza (AGD) que en el 2001 puso en funcionamiento una planta para generar energía térmica a partir de cáscara de maní y de girasol, en reemplazo del gas natural, son paradigmáticos.
El crecimiento de los contratos de abastecimiento (PPA) en Argentina demuestra que hoy es posible acceder a energía limpia, con precios competitivos, contratos a largo plazo y previsibilidad. Esto no solo mejora el perfil ambiental de la empresa, sino que genera ahorros reales y estabilidad frente a la volatilidad del sistema.
Además, la incorporación de paneles solares en techos industriales, centros logísticos o espacios corporativos tiene un alto impacto simbólico ya que visibiliza el compromiso de la empresa con la sustentabilidad y mejora la imagen institucional.
- Cadena de suministro ya que la descarbonización también incluye proveedores y que cada decisión sobre materias primas, insumos, logística, tiene una huella.
“Incorporar criterios sostenibles en compras y homologación reduce riesgos y mejora la competitividad, especialmente ante regulaciones como el Mecanismo de Ajuste de frontera europeo”, detalla el reporte.
Del acero verde al cemento ambienta
Para el autor del reporte, se trata de cuatro dimensiones que muestran que la carbononeutralidad es posible si se aborda como una estrategia integrada.
Tal es el ejemplo de Eco de los Andes, cuya planta se convirtió en la primera instalación industrial de la provincia de Mendoza en alcanzar las cero emisiones de carbono.
La compañía logró este hito gracias a la transformación de sus procesos y equipos hacia alternativas eléctricas, el uso de energía renovable y la neutralización de emisiones residuales.
A partir de este escenario, Buffone entiende que la innovación tecnológica está jugando un rol decisivo y acelera el desarrollo y adopción de tecnologías limpias en industrias difíciles de descarbonizar.
Desde acero verde hasta cemento bajo en carbono, estas apuestas marcan una hoja de ruta posible que, sin embargo, en la Argentina son incentivos todavía limitados.
Por eso, el experto hace mención a la necesidad de contar con regulaciones más ambiciosas con precios del carbono que reflejen los costos ambientales reales, acceso a financiamiento verde para pymes industriales, fondos para reconversión tecnológica y marcos regulatorios que premien el desempeño ambiental en la cadena de valor.
Pero también advierte que luego de aplicarse todas las medidas posibles, muchas empresas tendrán un remanente de emisiones difícil de eliminar debido al uso de procesos industriales que aún no tienen alternativas tecnológicas viables, a limitaciones en el acceso a infraestructura renovable o a actividades logísticas cuya electrificación total no es inmediata.
“Para esos casos, los mecanismos de compensación son una herramienta clave”, sostiene Buffone, quien asegura que el mercado voluntario de carbono argentino “está en expansión, con proyectos certificados, créditos trazables y nuevas herramientas de verificación”.
Cambio financiable
Buffone considera que son cada vez más los sectores que entienden que el carbono no es solo un problema ambiental sino que es un componente económico, al estilo de lo que logró el Grupo Mitre, la primera Empresa B de demoliciones del mundo que realiza obras carbono neutrales y recupera más del 97% de los materiales para reintegrarlos mediante economía circular.
“La buena noticia es que gran parte de las inversiones necesarias no sólo son recuperables en términos de eficiencia y ahorro operativo: también son financiables”, se entusiasma el experto en su reporte.
Para refrendar sus palabras, destaca que los mercados de capitales e instituciones financieras están cada vez más alineados con la agenda de sostenibilidad, “lo cual se traduce en bonos verdes, líneas de crédito con condiciones preferenciales, instrumentos de blended finance y acceso a fondos internacionales”.
Además, las entidades financieras enfrentan una presión creciente por parte de sus propios inversores para reportar en qué se invierte el capital y con qué impacto y están empezando a requerir que las carteras cumplan con objetivos sostenibles y de triple impacto.
En Argentina, por ejemplo, el mercado de bonos verdes, sociales y sostenibles (SVS) superó los u$s1.500 millones acumulados entre 2019 y 2024 y provincias como Córdoba ya poseen un fondo para eficiencia energética industrial.
Del mismo modo, Santa Fe ofrece beneficios fiscales a inversiones verdes y el Consejo Federal de Inversiones (CFI) fondea MiPyMEs para incentivar el uso eficiente de recursos naturales y energéticos.
Para Buffone, todos estos datos y escenarios muestran que, en materia de descarbonización, la Argentina atraviesa “un punto de inflexión”, donde la sustentabilidad ya no puede sostenerse solo en narrativas o promesas sino que requiere datos, resultados y coherencia.
Para el experto, “en un mundo incierto, el verdadero diferencial está en quienes entienden que el valor económico, social y ambiental no compiten entre sí: se potencian”.
Por eso considera que las empresas que miden su huella, mejoran su eficiencia, adoptan energía limpia, compensan con responsabilidad y comunican con transparencia estarán haciendo más que reducir emisiones, estarán liderando la economía que viene.