Cómo recicla la NASA el sudor y la orina de los astronautas en agua potable en el espacio

La escena podría parecer sacada de una novela de ciencia ficción: astronautas que se hidratan con el agua que antes fue sudor, aliento o incluso orina. Pero no se trata de un experimento futurista, sino de la rutina diaria en la Estación Espacial Internacional (EEI), donde cada gota cuenta y nada se desperdicia.

La NASA recicla el sudor y la orina de los astronautas en agua potable

En un entorno donde enviar un solo litro de agua cuesta miles de dólares, la NASA desarrolló un sistema de reciclaje de alta precisión capaz de convertir fluidos corporales y residuos en agua más pura que la que consumimos en la Tierra.

El agua en el espacio no solo es vital para beber: también se usa para cocinar y mantener la higiene personal. Durante años, gran parte del peso de las misiones era agua enviada desde la Tierra, pero eso cambió con la creación de tecnologías capaces de recuperar y reutilizar más del 90% del agua a bordo.

Ahora, la NASA va por más: su nuevo objetivo es alcanzar una tasa de recuperación del 98%, clave para futuras misiones tripuladas a Marte. Ese número, que hasta hace poco parecía inalcanzable, ya está cerca gracias a un nuevo procesador de salmuera instalado en la EEI.

Cómo funciona el reciclaje en el espacio

Todo gira en torno al ECLSS (Sistema de Control Ambiental y Soporte Vital), un conjunto de dispositivos que regula la presión, el aire, el manejo de residuos y, por supuesto, la calidad del agua. Dentro de ese sistema, el protagonista es el Sistema de Recuperación de Agua, que transforma los desechos líquidos en agua potable segura.

A diferencia de la Tierra, donde las aguas residuales provienen de múltiples fuentes (lavabos, duchas, industrias, agricultura), en el espacio la situación es mucho más concentrada… y crítica. Las aguas residuales de los astronautas tienen altas concentraciones de urea, sales y jabones, lo que exige un proceso de purificación minucioso, sin margen de error.

El reciclaje de estos desechos debe ser muy minucioso para evitar contaminaciones

“El Sistema de Recuperación de Agua del ECLSS recolecta y recicla casi toda el agua que se utiliza o genera en la estación espacial”, explicó la ingeniera Berrin Tansel, especialista en tratamiento de aguas residuales en microgravedad. “Las aguas recolectadas pasan por el Ensamblaje del Procesador de Agua, que las purifica hasta obtener un líquido que supera muchos estándares de agua potable en la Tierra”.

Cómo la NASA convierte desechos en agua potable en el espacio

El proceso de reciclaje de agua en el espacio es riguroso y se lleva a cabo en múltiples etapas. Primero, los líquidos se filtran para remover partículas suspendidas. Luego, otros filtros eliminan sales y contaminantes orgánicos. En una tercera fase, un sistema de oxidación catalítica aplica calor y oxígeno para descomponer los compuestos restantes. Finalmente, se añade yodo al agua tratada para prevenir la proliferación de microorganismos durante su almacenamiento.

Pero la tarea no termina allí. Aunque el sistema logra recuperar el 75% del agua presente en la orina mediante calentamiento y compresión al vacío, queda una porción líquida residual: la salmuera. Durante años, ese residuo se descartaba. Hoy, gracias a un nuevo procesador diseñado por la NASA, también puede aprovecharse. Este dispositivo utiliza aire caliente y seco para evaporar el agua restante. Luego, un filtro atrapa los contaminantes y el vapor limpio se condensa nuevamente en forma líquida. Así, se consigue reutilizar casi el 100% del agua.

El sistema también recolecta la humedad del aire de la cabina: el sudor, la transpiración nocturna, el aliento e incluso el agua usada para la higiene personal se condensan en el ambiente y vuelven a ingresar al circuito de tratamiento, aumentando aún más la eficiencia.

“Estos sistemas utilizan principios similares a los del tratamiento de aguas terrestres, pero están adaptados para funcionar en microgravedad, con mantenimiento mínimo y durante largos períodos sin repuestos ni intervención manual”, explicó la ingeniera Berrin Tansel, experta en tratamiento de aguas en el espacio.

La razón detrás de tanta sofisticación es simple: en el espacio no hay lluvias ni ríos, y enviar agua desde la Tierra es costoso y complejo. Por eso, cada componente fue diseñado para operar de manera autónoma y duradera.

Los avances logrados no solo benefician a las misiones espaciales. Muchas de las tecnologías de purificación desarrolladas por la NASA ya se aplican en la Tierra, desde filtros domésticos hasta soluciones para tratar agua contaminada en zonas remotas o en contextos de emergencia humanitaria.

“La necesidad de agua limpia es uno de los mayores desafíos para la NASA. Transportarla al espacio es extremadamente costoso: es más pesada que el hidrógeno líquido y el oxígeno usados como combustible, y cada libra lanzada representa miles de dólares. Por eso, en la estación espacial, nada se desperdicia: sudor, orina, aliento… todo se purifica y se convierte nuevamente en agua potable. Y, pese a su origen, es más limpia que la mayoría de las aguas disponibles en la Tierra”, afirmó la agencia.

El camino hacia este nivel de eficiencia fue largo. Antes del desarrollo del sistema actual, casi la mitad de la carga útil de los transbordadores consistía en agua. Esa dependencia limitaba seriamente la posibilidad de viajes prolongados más allá de la órbita terrestre.

Hoy, con el nuevo procesador de salmuera, la recuperación de agua alcanza el 98%, el umbral mínimo necesario para una misión tripulada a Marte.

Según cálculos de la NASA, un viaje de ida al planeta rojo tomaría unos nueve meses. Con la estadía y el regreso incluidos, la misión podría extenderse hasta tres años. Además, como las ventanas de lanzamiento hacia Marte ocurren cada 26 meses, todo debe planificarse con máxima precisión y autosuficiencia total.

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.