Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), junto al Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y el CONICET, detectaron microplásticos suspendidos en el aire del Canal Beagle, en Tierra del Fuego. El hallazgo confirma que incluso los ecosistemas más aislados del planeta están expuestos al transporte atmosférico de contaminación plástica.
Se trata del primer estudio realizado en la región más austral de América, y reveló la presencia de partículas plásticas en el aire a pocos kilómetros de Ushuaia. La investigación fue llevada adelante por un equipo interdisciplinario del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), el SMN y el Centro de Química Inorgánica (CEQUINOR), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, el CONICET y la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC).
El trabajo, liderado por los investigadores Lucas Rodríguez Pirani y Lorena Picone, aporta la primera evidencia de contaminación plástica atmosférica en la región subantártica. “Aunque la contaminación marina por microplásticos ha sido ampliamente estudiada, el transporte aéreo se reconoce cada vez más como un mecanismo clave en su dispersión global”, explicó Rodríguez Pirani.
El Canal Beagle, una posible puerta de entrada hacia la Antártida
El Canal Beagle, enclave estratégico del extremo sur argentino, ofrece condiciones únicas para estudiar cómo circulan los contaminantes por la atmósfera. La zona, que abarca Ushuaia y Puerto Williams (Chile), combina fuertes vientos con una creciente presión humana vinculada al turismo, la actividad portuaria y la industria.
Debido a su ubicación y a los vientos predominantes del noroeste, los especialistas advirtieron que el Beagle podría actuar como un corredor de transporte de contaminantes hacia la Península Antártica. “Por su proximidad y condiciones meteorológicas, esta región podría funcionar como un portal de contaminación hacia el continente blanco”, señaló el investigador.
La iniciativa surgió a partir de una propuesta de Gabriel Silvestri (CIMA), quien impulsó el uso de dispositivos de monitoreo pasivo para captar microplásticos en el aire. Los equipos se instalaron en Isla Redonda, dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego, un entorno remoto sin fuentes locales de emisión, ideal para el muestreo.
18 meses de monitoreo y resultados alarmantes
La campaña de medición se desarrolló entre octubre de 2021 y marzo de 2023. Durante esos 18 meses, se recolectaron muestras que luego fueron analizadas en el CEQUINOR. Allí, mediante técnicas espectroscópicas, se identificó una gran diversidad de polímeros plásticos. Parte de los análisis también se realizó en el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS), en Campinas, Brasil.
Del total de 77 partículas recuperadas, más del 80% correspondieron a fibras -en su mayoría de algodón semisintético, poliamida, poliéster y polietileno-. También se detectaron pigmentos industriales como el índigo, común en la industria textil.
Las fibras, de entre 100 y 3.000 micrómetros, presentan dimensiones similares a las encontradas en otros ambientes remotos del mundo. Según los investigadores, la composición plástica y la presencia de colorantes textiles sugieren un transporte atmosférico de largo alcance, probablemente proveniente de grandes centros urbanos del sur de Sudamérica.
Un llamado a ampliar la vigilancia ambiental
El equipo científico destacó que este trabajo sienta las bases para un monitoreo sistemático de microplásticos en regiones de alta latitud, e insistió en la necesidad de incluir a las zonas subantárticas dentro de las redes globales de observación ambiental.
La detección de contaminación plástica aerotransportada en el Canal Beagle demuestra que ningún rincón del planeta está a salvo de los microplásticos. Los resultados del estudio fueron publicados recientemente en la revista científica internacional Chemosphere.