Bioconstrucción: una alternativa sustentable que gana terreno y desafía al cemento

Qué es la Bioconstrucción y por qué es una alternativa sustentable para crear casas

Con construcciones que reducen su huella ecológica, aprovechan al máximo los recursos naturales y favorecen la regeneración de los ecosistemas, la bioarquitectura se alza como una opción sustentable dentro del mundo de la edificación.

Esta disciplina no solo se inspira en el entorno para el diseño de los espacios, también pone énfasis en el uso de materiales que demandan un mínimo de energía en su procesamiento, buscando una armonía con el medio ambiente en cada detalle.

Bioconstrucción: una alternativa sustentable que gana terreno y desafía frente al cemento.

Según el informe de la ONU «Materiales de construcción y el clima: construyendo un nuevo futuro», se recomienda el uso de madera, tierra y otros materiales biológicos para frenar la degradación de los hábitats naturales porque decantaría en ahorros de las emisiones en hasta un 40% para 2050.

En ese contexto, el diseño es bioclimático cuando “se trabaja con materiales naturales y se considera el entorno desde el comienzo del proyecto. Eso es lo que convierte a una construcción en bioarquitectónica”, pormenoriza Aldana Farabello, una de las coordinadoras de la Red Protierra Argentina, con presencia en distintas provincias, que integra y articula a profesionales, técnicos y constructores especializados en técnicas con tierra, trabaja en formación técnica y artesanal, investigación científica, desarrollo local e intercambio de saberes.

Menos industria, más empleo local: el círculo virtuoso de la bioarquitectura

En retrospectiva, hasta fines del siglo XIX, las construcciones se realizaban con materiales naturales. No existía el concepto de residuo tal como lo entendemos hoy. Las primeras patentes del hormigón datan de entre 1902 y 1905. Es decir, los materiales que hoy llamamos “tradicionales” no tienen una historia que supere los 120 años.

La construcción con materiales naturales no solo ofrece durabilidad, lo que contribuye a la sostenibilidad, también se caracteriza por no generar residuos al final de su vida útil. Durante el proceso de construcción tradicional, que es donde más energía se consume, la eficiencia energética también es una ventaja central. “Si el diseño bioclimático está bien ejecutado y se asegura un buen aislamiento térmico, se reduce considerablemente el consumo de energía. Y esto incide directamente en la sostenibilidad de la vivienda”, afirma Carolina Pérez Taboada, coordinadora de la Red en Buenos Aires.

La bioarquitectura busca ir más allá del concepto de sustentabilidad, “apunta a generar un impacto positivo, esto implica trabajar junto con la naturaleza, no solo minimizar el daño.

Pero la bioarquitectura busca ir más allá del concepto de sustentabilidad, “apunta a generar un impacto positivo, esto implica trabajar junto con la naturaleza, no solo minimizar el daño. Por eso hablamos de regeneración, de fomentar la biodiversidad y de incorporar parches ecosistémicos en los proyectos”, explica Farabello.

Desde el punto de vista económico, hoy la construcción en general vive sus niveles máximos. La bioarquitectura puede requerir una mayor inversión de tiempo y trabajo humano en la etapa de obra, especialmente por el proceso de preparación, secado y prueba de materiales. Pese a ello, al no depender de insumos industriales ni estar atada a los precios del mercado permite reducir significativamente los costos en materiales.

Esta redistribución del presupuesto hacia la mano de obra, en lugar de insumos, también genera empleo local y fortalece economías regionales. Por otro lado, al considerar el ciclo completo de vida de un edificio, por ejemplo, los costos operativos se reducen drásticamente: si el proyecto incorpora estrategias de diseño pasivo como asoleamiento y ventilación natural, el ahorro en climatización y electricidad a lo largo del tiempo es notable.

La tierra más allá de la sustentabilidad

La construcción con tierra ˗uno de los materiales que utiliza la bioconstrucción˗ genera en primera medida un impacto positivo en la salud de los habitantes. Esta produce una estructura microporosa que posibilita la absorción y desorción de la humedad relativa del ambiente, manteniéndola en niveles de confort, entre el 40% y el 70%.

Este tipo de muro regula naturalmente la temperatura y la humedad interior, lo que evita la proliferación de hongos y reduce la necesidad de sistemas artificiales de climatización.

Red Protierra Argentina, en Bioferia 2025 mostraron cómo se puede construir con tierra.

En algún momento, “se nos hizo creer que lo mejor que se podía hacer era impermeabilizarnos, y eso nos llevó a vivir en cajas totalmente aisladas. En efecto, para llegar a esos niveles de confort que la tierra realizaba automáticamente tenemos que recurrir a mecanismos forzados, como el aire acondicionado”, precisa Pérez Taboada.

En zonas de alta amplitud térmica, como muchas regiones del interior argentino, la tierra también ofrece una excelente respuesta. “Un muro con buena masa térmica puede absorber el calor durante el día y liberarlo por la noche, como sucede en muchas construcciones del Medio Oriente. Es ideal para climas extremos”, comentan las miembros de la red.

Además, si una vivienda construida con tierra debe demolerse, no genera escombros ni residuos contaminantes; el material se biodegrada y vuelve a la tierra. Pues se trata de un recurso asequible, entonces, “muchas veces es el mismo material que estamos retirando para hacer la construcción, que se puede usar luego para conformar los muros”.

Las técnicas constructivas que emplean la tierra como material fundamental son variadas y se distinguen por sus propiedades y su impacto en el diseño arquitectónico. Dependiendo de la cantidad de agua utilizada en su producción y el estado final que tendrá el material, se pueden clasificar en diferentes categorías que van desde las más livianas hasta las más pesadas.

La tierra produce una estructura microporosa que posibilita la absorción y desorción de la humedad relativa del ambiente, manteniéndola en niveles de confort, entre el 40% y el 70%.

Una de las formas más ligeras de utilizar la tierra en la construcción es a través de la combinación de fibras vegetales y materiales esponjosos. Estas técnicas, que priorizan la ligereza, emplean un alto contenido de fibras en comparación con la tierra. Por ejemplo, el uso de rastrojo o fibras animales, que son livianas pero eficaces, posibilita crear estructuras menos densas pero funcionales, ideales para zonas con climas cálidos o donde se busca minimizar el peso de los materiales.

A medida que nos adentramos en técnicas más pesadas, encontramos aquellas que utilizan la tierra en un estado de compactación más avanzado, lo que aumenta su capacidad portante. Entre ellas se destaca la técnica del tapial, que utiliza tierra compactada en moldes para formar muros sólidos y duraderos. Finalmente, en la gama de las más pesadas, se hallan los adobes, que son ladrillos de tierra cruda que se moldean a mano y se dejan secar al sol.

Una de las formas más ligeras de utilizar la tierra en la construcción es a través de la combinación de fibras vegetales y materiales esponjosos.

Este método tradicional es ampliamente utilizado en muchas culturas debido a su accesibilidad y eficiencia. Los adobes se componen de una mezcla de tierra y fibras, lo que les proporciona estabilidad, y se emplean en la construcción de muros que ofrecen buena protección térmica.

La revolución de la construcción con madera

Los climas extremos, la escasez de combustibles y el aumento de los precios han convertido el control de la temperatura en los hogares en un desafío cada vez más costoso. El cambio climático ha agravado esta situación, transformando los climas locales en fenómenos más intensos.

Este ciclo de mayor calor y mayor demanda de aire acondicionado incrementa el consumo energético, lo que a su vez intensifica el calentamiento global. Las soluciones disponibles son limitadas, pero la madera se destaca como una de las más efectivas.

La construcción de edificios con madera también se utiliza en la bioconstrucción.

Entre sus beneficios, absorbe y libera humedad gradualmente, lo que optimiza el confort. Sin inercia térmica, se enfría rápido en verano con ventilación, y en invierno, su aislamiento retiene el calor, favoreciendo el ahorro energético. La madera en la construcción sustentable proviene de plantaciones certificadas (no de bosques nativos) y, mientras los árboles crecen, capturan CO2 de manera eficiente.

Usada en estructuras, paredes, muebles y pisos, no solo almacena CO2, sino que reemplaza productos fósiles (como plásticos y combustibles) y materiales no renovables y de alto consumo energético, como el cemento. Y como si fuera poco, al final de su vida útil, es reutilizable y reciclable.

Estas cualidades no solo contribuyen a mitigar el cambio climático a lo largo de toda la cadena productiva, sino que favorecen una bioeconomía circular, ya que promueve opciones más sostenibles e inclusivas, gracias a la gran generación de empleo que impulsa. Pero incorporar madera en las construcciones no solo mejora la longevidad, sino que también incrementa el valor a largo plazo de un proyecto.

Cada vez más, se la considera una opción moderna y preferida para aplicaciones estructurales, tanto interiores como exteriores. Asimismo, permite una ejecución mucho más rápida que la construcción húmeda tradicional. Por ejemplo, en un plazo de entre 60 y 80 días, se puede construir una vivienda promedio de 65 metros cuadrados utilizando un sistema de entramado.

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“La madera es definitivamente la alternativa directa al concreto y al acero, y los proyectos y obras que la tienen como material principal de construcción se multiplican por sus múltiples ventajas competitivas. Todo el proceso es más rápido y posee buen comportamiento en el acondicionamiento acústico de una construcción, absorbe las radiaciones electromagnéticas de dispositivos electrónicos y regula la humedad interior”, describe el arquitecto Diego García Pezzano, responsable del Departamento de Arquitectura de CADAMDA – La Cámara de la Madera.

Desde FAIMA afirman que fabricar un producto de acero demanda alrededor de 19 veces más energía que el de madera dura secada al horno; 45 veces más para producir productos de plástico, y 85 veces más para un producto de aluminio comparable. Por ejemplo, una casa construida con madera almacena 7,5 toneladas de carbono, mientras que una casa de acero emite 2,9 toneladas.

Un hotel en Mendoza que honra la tradición indígena

Un claro ejemplo de todo este fenómeno es Chozos Resort, un alojamiento de lujo ubicado en Alto Agrelo (Luján de Cuyo, Mendoza): llevada a cabo en colaboración con el multipremiado artista mendocino Sergio Roggerone, la propuesta arquitectónica rinde homenaje a las técnicas utilizadas por los pueblos originarios que aprovechaban las laderas como paredes, empleaban las piedras de la montaña y construían sus chozos con ramas, palos, pasto y totoras.

Chozos Resort, un alojamiento de lujo ubicado en Alto Agrelo (Luján de Cuyo, Mendoza): llevada a cabo en colaboración con el multipremiado artista mendocino Sergio Roggerone.

El resort dispone de 15 chozos, de uno y dos dormitorios, cuyas formas de bóveda o cúpula remiten a las viviendas de los uros. Estas estructuras, construidas con materiales como hierro, hormigón y piedra local, buscan emular la arquitectura vernácula. Las cúpulas, que superan los 4 metros de altura, son el elemento más representativo y distintivo del proyecto.

La propuesta arquitectónica de Mendoza rinde homenaje a las técnicas utilizadas por los pueblos originarios.

En adición, el complejo ˗que también alberga un restaurante con cocina a base de barro˗ cuenta con 4 glam camps inspirados en las canoas utilizadas por los uros en el lago Titicaca. Estos alojamientos tienen un recubrimiento exterior elaborado con barro y juncos, compuesto por más de 1.500 totoras enrolladas y trenzadas de forma artesanal, lo que hace que cada uno sea diferente.

Volver a mirar la naturaleza como aliada en lugar de como obstáculo permite repensar el modo en que habitamos el mundo. La bioarquitectura no es solo una tendencia: es una forma de construir futuro con materiales del pasado, integrando saberes ancestrales, tecnologías actuales y una conciencia ambiental urgente.

Nicolas Bal: Periodista especializado en bienes raíces