Así son las nuevas cápsulas de café sustentables compatibles con Nespresso y Dolce Gusto

En una de las oficinas de la planta que Caffettino posee en Villa Lynch, un cuadro resume la convicción de su fundador, el ingeniero mecánico Christian Faraoni: “Sin industria no hay nación”. Esa idea lo guía desde 2014, cuando quedó desvinculado de Pirelli Neumáticos y decidió emprender un camino propio. Su desafío: crear una cápsula de café reutilizable capaz de competir con la hegemonía de Nespresso. Lo que parecía un invento simple se volvió un proceso complejo de pruebas con moldes y materiales, que lo sorprendió de madrugada más de una vez. Hoy, una década después, lidera una pyme sustentable con 21 empleados, presencia en todo el país y proyección internacional.

Así son las nuevas cápsulas de café sustentables compatibles con Nespresso y Dolce Gusto

Cápsulas de café sustentables compatibles con Nespresso y Dolce Gusto

“Me parecía un sistema muy práctico, pero lo volvieron tan exclusivo y restrictivo que cortaron la experiencia del usuario”, recuerda Faraoni en diálogo con iProfesional. A mediados de 2010, las máquinas eran accesibles, pero las cápsulas oficiales solo se conseguían en pocos puntos de Capital. “Era como las impresoras: la máquina barata y los cartuchos carísimos. Solo que, en este caso, cuando visitás a alguien no le pedís que te imprima diez hojas, pero sí un café”, ejemplifica.

De esa crítica nació Caffettino. El primer desarrollo fueron cápsulas recargables que permitían usar el café de preferencia y, como diferencial, lograban espuma en la taza, algo que otros modelos no conseguían. El proyecto vio la luz en 2015: primero entre conocidos y luego en un mercado más amplio.

En esos inicios, Faraoni se apoyó en la planta de inyección plástica de su padre, donde mandaba a fabricar moldes y piezas. Mientras tanto, sostenía otro trabajo en relación de dependencia, a la par de gestionar pedidos en sus ratos libres.

El gran salto llegó en 2015, cuando las cápsulas comenzaron a venderse en los locales de Bonafide. Dos años después, se asoció con su cuñado, Fernando Vidal, quien aportó su experiencia comercial. “Yo era un bicho de fábrica, nunca había vendido nada. A los golpes tuve que aprender”, admite.

La pandemia, que golpeó a gran parte del comercio, fue para Caffettino una oportunidad inesperada. Con un e-commerce consolidado y fuerte presencia en Mercado Libre, las ventas se dispararon. “Cuando todos salieron desesperados a vender online, nosotros ya lo veníamos haciendo hacía cuatro años. Teníamos los canales y la logística listos”, afirma Faraoni.

Ese crecimiento trajo también cambios estratégicos: la empresa dejó de definirse como «capsulera» para asumirse como «cafetera». En 2019 incorporaron café de especialidad propio -tostado en su planta- y comenzaron a ofrecer una experiencia integral. «El café dejó de ser un complemento. Nos dimos cuenta de que un buen café mejoraba la experiencia del cliente. El café se volvió central y fuimos con los mejores, ya hablábamos de café de especialidad cuando nadie sabía lo que era», resume.

La planta se encuentra en Villa Lynch y tiene 750 metros cuadrados

Ese crecimiento los obligó a mudarse varias veces. Primero alquilaron un pequeño local en Villa Urquiza para preparar los pedidos, pero rápidamente les quedó chico. Luego pasaron a un ex gimnasio de 200 metros cuadrados, que al principio parecía enorme. «Nos preocupaba lo gigantesco que era, pero al año y medio ya no entrábamos», cuenta. Finalmente, se instalaron en la planta actual de Villa Lynch, un predio de 750 metros cuadrados y dos pisos, con todas las habilitaciones RNE y RNPA. Allí organizaron la operación en tres áreas: depósito de café, tostadero y zona de inyección de plástico.

Hoy Caffettino abastece a todo el país con distribuidores que llegan incluso a Tierra del Fuego. También tiene una cafetería para take away en el subsuelo del shopping Abasto que los tiene trabajando en un modelo de expansión con locales propios y franquicias.

Café de especialidad y cápsulas que se degradan en 6 a 12 meses

El capítulo más reciente de la historia llegó el mes pasado, cuando la empresa presentó sus cápsulas compostables en la feria Caminos y Sabores. Son las primeras de producción nacional compatibles con Nespresso y Dolce Gusto, elaboradas con biopolímeros de almidón de papa. Se degradan en composteras hogareñas en un plazo de 6 a 12 meses, a diferencia de las de aluminio o plástico que tardan cientos de años.

El desarrollo llevó más de tres años de investigación, viajes a Alemania y China para conocer tendencias y una fuerte inversión en maquinaria y moldes propios. «En Europa había cápsulas compostables, pero no me convencían. Algunas eran para compost industrial -algo que acá no existe- y otras se deshacían demasiado rápido. Tuvimos que crear una solución adaptada a nuestra realidad», explica Faraoni.

La planta de Villa Lynch tiene una capacidad de producción de 300.000 cápsulas compostables al mes y produce actualmente en promedio más de 12.000 cápsulas al día, además de unas 400.000 cápsulas recargables al año. «Logramos un producto compostable sin resignar calidad. No se trata solo de reciclar, sino de repensar toda la experiencia del café desde el envase hasta su descarte», explica Faraoni.

La innovación también llegó al tostadero. Faraoni acaba de adquirir una nueva tostadora italiana que duplicó la capacidad de producción: en un turno pasaron de 5 a 10 toneladas mensuales de café tostado.

Además de vender las cápsulas bajo la marca Caffettino, el objetivo es producir para terceros con marca blanca y así acelerar el cambio de paradigma en la industria. «Queremos que esta innovación trascienda a Caffettino y tenga impacto en todo el mercado, directa o indirectamente», apunta el fundador.

En paralelo, Caffettino lanzará en los próximos meses un sistema de café filtrado tipo drip coffee, pensado para hoteles, oficinas y viajes, y continúa ampliando su línea de cafés de especialidad. «Siempre hay que ponerle desarrollo o diseño para diferenciarse. Si no, no hay forma de abrir mercados, locales o internacionales», reflexiona Faraoni

Aunque Faraoni defiende la producción nacional, reconoce que en algunos casos es necesario un mix con productos importados, como las cafeteras de vidrio de borosilicato, difíciles de fabricar en el país y que, por lo tanto, va a importar. «Amo fabricar acá, pero con el auge de importados vamos a complementar la línea. Lo que producimos localmente no lo vamos a reemplazar: creemos que hay que fabricar en Argentina», dice, señalando el cartel que se destaca en su oficina y que muestra con orgullo: «Sin industria no hay nación».

Con ese recorrido, Caffettino se consolidó como un ejemplo de cómo la industria nacional puede innovar y abrirse camino en mercados dominados por gigantes internacionales. De un pequeño local en Villa Urquiza a una planta propia en Villa Lynch, esta pyme sustentable logró combinar pasión, diseño y tecnología para ofrecer no solo café de especialidad, sino también cápsulas de café que buscan transformar la forma de consumir sin dañar al planeta.

Fuente: iProfesional

I M: Notas sobre negocios y sustentabilidad.