Un plan alimentario flexible y basado en plantas podría salvar 40.000 vidas por día y reducir a la mitad las emisiones

Un informe internacional asegura que la “planetary health diet”, un plan alimentario flexible y basado en plantas, tendría el potencial de prevenir 15 millones de muertes prematuras al año y, al mismo tiempo, disminuir drásticamente el impacto ambiental del sistema alimentario.

Un plan alimentario basado en plantas podría salvar 40.000 vidas por día y reducir a la mitad las emisiones.

La investigación, publicada en la revista científica The Lancet y elaborada por 70 expertos de 35 países, plantea que cambiar la forma en que el mundo se alimenta es esencial para enfrentar la crisis climática. Actualmente, un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la producción de alimentos, que además es responsable de la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del agua.

Cómo es el plan alimentario basado en plantas

El plan alimentario propuesto no es estrictamente vegetariano o vegano, sino que permite un consumo moderado de carne, pollo, pescado, lácteos y huevos, acompañado de un incremento en frutas, verduras, legumbres, frutos secos y granos integrales.

La flexibilidad del modelo lo hace adaptable a las distintas culturas y niveles de ingreso, aunque con matices: en países desarrollados se requiere reducir drásticamente el consumo de carne y lácteos, mientras que en regiones de bajos ingresos podría ser beneficioso incorporar pequeñas cantidades de proteína animal.

El plan alimentario propuesto no es estrictamente vegetariano o vegano.

El informe también advierte sobre las profundas desigualdades en el sistema alimentario global. El 30% más rico de la población genera más del 70% del daño ambiental vinculado a la comida, mientras que 2.800 millones de personas no pueden costear una dieta saludable y 1.000 millones padecen hambre, a la par de otro 1.000 millones que vive con obesidad.

Entre las medidas recomendadas figuran trasladar subsidios agrícolas hacia alimentos más sanos y sostenibles, aplicar impuestos que encarezcan los productos dañinos para la salud, abaratar los saludables y regular la publicidad de comida ultraprocesada.

“Lo que ponemos en el plato puede salvar millones de vidas, recortar miles de millones de toneladas de emisiones y generar un sistema alimentario más justo”, afirmó Johan Rockström, uno de los presidentes de la comisión EAT-Lancet que elaboró el reporte.

La investigación, publicada en la revista científica The Lancet, plantea que cambiar la forma en que el mundo se alimenta es esencial para enfrentar la crisis climática.

Los expertos subrayan que no se trata de una dieta de privación, sino de un cambio cultural y sanitario profundo. Según Walter Willett, profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard, la propuesta “puede ser deliciosa, diversa y saludable, además de respetar las preferencias culturales”.

El costo del daño sanitario y ambiental asociado al actual sistema alimentario se estima en 15 billones de dólares al año. En contraste, transformar el modelo costaría entre 200.000 y 500.000 millones anuales, pero permitiría ahorrar hasta 5 billones. Para los investigadores, la ecuación es clara: cambiar la dieta no solo es posible, sino imprescindible para garantizar un futuro seguro y sostenible.

Miguel Angel Vasquez: Notas científicas sobre la nasa y el espacio.