Las llamadas tierras raras se convirtieron en una poderosa arma comercial. La dependencia global de estos materiales crece cada año: desde los teléfonos móviles hasta los autos eléctricos, millones de dispositivos cotidianos dependen de ellos. Aunque suele creerse que son las baterías las que los necesitan, en realidad son los motores eléctricos los principales consumidores.
Renault acaba de dar un nuevo paso en su búsqueda de independencia tecnológica: la marca francesa quiere desarrollar motores eléctricos sostenibles, sin un solo gramo de tierras raras.
La compañía ya había trabajado junto a Valeo en un proyecto similar, pero esa alianza no prosperó. Sin embargo, Renault mantiene firme su objetivo. Según fuentes cercanas, la empresa puso la mirada en China para encontrar un proveedor capaz de cumplir con sus exigentes estándares, en un contexto donde los costos de producción no dejan de crecer.
Una apuesta más allá del marketing
Prescindir de tierras raras no es una simple estrategia de comunicación. Estos materiales son escasos y su producción está concentrada en pocos países, lo que los convierte en un recurso geopolíticamente sensible: sus precios pueden variar según decisiones gubernamentales o tensiones comerciales.
Por eso, Renault busca reducir su dependencia, al igual que otros grandes actores del sector. General Motors, BMW y proveedores como ZF, BorgWarner o Valeo también trabajan en motores eléctricos libres de tierras raras. En España, varios proyectos avanzan en la misma dirección.
China, el socio inevitable
Paradójicamente, la búsqueda de Renault la lleva de vuelta a China, país que controla el 70% de la extracción mundial de tierras raras y el 85% de su refinamiento. Pekín endureció las restricciones a la exportación, lo que aumenta la vulnerabilidad de la industria europea.
Europa no quiere depender de China para fabricar sus autos eléctricos, pero Renault optó por una solución pragmática: el proveedor será chino, aunque la producción se realizará en Europa.
El ensamblaje del nuevo motor se llevará a cabo en la planta de Cléon, Francia, con módulos de carburo de silicio suministrados por la franco-italiana STMicroelectronics. Los motores sin tierras raras impulsarán la próxima generación de vehículos eléctricos compactos de Renault, prevista para 2028.
Más potencia, misma filosofía
El futuro motor, denominado E7A, ofrecerá 200 kW de potencia, un 25% más que la generación actual. Este avance será una pieza clave del nuevo plan estratégico que el CEO François Provost presentará en marzo.
Renault apuesta por un camino ambicioso: romper con la dependencia de materiales críticos y demostrar que la sostenibilidad también puede medirse en independencia industrial.